“Todas las personas, excepto las que son ricas de manera independiente y las desempleadas, recibimos dinero por el uso de nuestro cuerpo. Profesores, obreros, abogados, cantantes de ópera, prostitutas, médicos, legisladores, todos hacemos cosas con partes de nuestro cuerpo y recibimos a cambio un salario. Algunas personas reciben un buen salario y otras no; algunas tienen cierto grado de control sobre sus condiciones laborales, otras tienen muy poco control; algunas tienen muchas opciones de empleo, y otras tienen muy pocas. Y unas son socialmente estigmatizadas y otras no lo son”.
Marta Nussbaum
A partir el año 2003, todos los 17 de diciembre celebramos el Día Internacional para poner fin a la violencia contra las trabajadoras y trabajadores sexuales. El mismo nace en respuesta a los crímenes violentos que ocurrieron en la ciudad de Seattle entre los años ochenta y noventa, y que fueron perpetrados por el asesino apodado por los medios de comunicación como "El Asesino de Green River” pero con el tiempo ha cambiado su razón de ser con el propósito de darles voz a todas las trabajadoras sexuales que sufren todo tipo de maltratos y abusos, ejerciendo su trabajo.
El asesino serial, Gary Ridgway, durante lo que él dió en llamar, su purificación de las calles, mató a más 49 trabajadoras sexuales, aunque posteriormente admitió haber asesinado a 79. Cuando Ridgway fue detenido dijo con una frialdad escalofriante, que su meta era "matar al mayor número posible, con la finalidad de limpiar las calles”, en su gran mayoría prostitutas y mujeres en situación vulnerable. Sin embargo, las trabajadoras sexuales así como la sociedad toda ha querido recuperar este día para recordar que las violencias se continúan ejerciendo contra las sexotrabajadoras y sus comunidades, que permiten y reproducen una violencia que pone en extrema e intolerable vulnerabilidad a aquellas personas que ejercen el trabajo sexual. Reivindicamos este día para identificar la violencia institucional que sostiene y alimenta a su vez violencias cotidianas, a menudo devastadoras.
Es un hecho que el derecho al trabajo es indispensable y absolutamente todas las personas necesitamos de ingresos para sustentar nuestra vida. La elección de qué oficio se ejerce depende del contexto, oportunidades, intereses, necesidades y luchas.
No es un día para debatir las distintas posturas en torno al trabajo sexual; es un día para reconocer a quienes lo ejercen como personas de pleno derecho, entre los que se encuentran; una vida libre de violencia. Es por ello que en la actualidad, más que nunca, resulta un imperativo resaltar las distintas voces de trabajadoras sexuales frente a este derecho, así como las condiciones que obstaculizan su ejercicio digno y seguro.
Hoy es un día para desandar el concepto estigmatizante que predispone unas prácticas discriminatorias que desembocan en la violencia y vulneración impidiendo el ejercicio de derechos humanos fundamentales.
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