Nos encontramos con Fabián Pierucci, presidente de la Cooperativa de trabajo Litoraleña, un espacio de resistencia y producción que día a día construyen ejemplo de que se puede desde la economía social construir un país más justo. — ¿Cómo surge la Cooperativa?
—La Cooperativa de trabajo Litoraleña nace en el año 2015 como una iniciativa de los ex – empleados de DECOMTI SA, que era una empresa productora de tapas de empanadas de casi 40 años de trayectoria; que entra en convocatoria de acreedores que posteriormente a los meses presentó quiebra fruto de un vaciamiento empresario por parte de la patronal que dejó de pagar los impuestos, dejó de aportar a las obras sociales y de pagar los insumos. A lo último, debía varios meses de salario lo cual se hizo insostenible producir en esa situación. Obviamente ese dinero fue a otro lado que no es la producción y se decide hacer una asamblea para ocupar la fábrica con retención de actividades que fue el inicio de la posibilidad de constituir la cooperativa de trabajo.
Se hace en noviembre de 2015 la asamblea constitutiva, se presenta el proyecto junto con la documentación al INAES y sale la matrícula en enero del 2016. Luego se hizo el trámite ante el Juzgado de la Quiebra para poder tener autorización de continuidad laboral, es decir que la explotación sea gestionada por sus obreros. Estuvimos dos años en esa pelea, porque los jueces de primera instancia niegan esta posibilidad porque dice que había un acto ilícito anterior que era la ocupación de la fábrica. Ese argumento de primera instancia cae en la Cámara de Apelaciones y obtenemos luego de dos años y medio la legalidad para poder trabajar.
— ¿Cuántos asociados hay en la cooperativa y qué actividades cubren al momento?
—Somos cincuenta asociados a la cooperativa de trabajo, producimos tapas de empanadas en distintas presentaciones y comercializamos con la marca “La Litoraleña pastas frescas”.
En estos seis años que cumplió la cooperativa fue una lucha muy importante mantener los puestos de trabajo, consolidarnos como organización y eso fue fruto en gran medida de las solidaridad que obtuvimos del mundo de la cooperativa de trabajo, de otras luchas obreras y es una perspectiva que tenemos en base a la necesidad de estar integrados, de participar activamente en el movimiento cooperativo, somos solidarios con otras luchas y en definitiva el concepto que acuñamos en estos años fue el de fábrica de puertas abiertas. Entre otras cosas con la posibilidad de que nuestra comunidad circundante, las comunidades educativas que lo requieran puedan conocer la fábrica, intercambiar experiencias, construir en forma colectiva conocimientos.
— ¿Cómo han afrontado la pandemia?
— Fue un momento muy crítico porque si bien nosotros fuimos consideramos como trabajadores esenciales y al producir alimentos, nunca paramos la fábrica. Sí hubo que realizar una inversión muy importante en elementos de cuidado en el marco de una gran especulación que hubo, por ejemplo, con elementos de seguridad fundamentales como el alcohol, alcohol en gel, o los barbijos que multiplicaban exponencialmente sus precios. También hicimos una inversión muy importante de cuidado con nuestros propios compañeros, que una cantidad importante ya sea por edad o por enfermedades preexistentes podían verse afectados con mayor gravedad en caso de contagiarse de COVID, estuvieron en sus casas entonces quedó un núcleo muy reducido de compañeros que sostuvo la experiencia. Salimos airosos. Económicamente logramos mantenernos, pero tal vez más que la pandemia el principal factor de desestabilización de nuestra cooperativa es el constante aumento de precios, desmedido en algunos casos.
— ¿Cuáles son los problemas y las potencialidades del momento actual para ustedes como proyecto?
— El principal desafío como sociedad que tenemos, como Argentina, es poder estabilizar el precio de los alimentos y adecuarlos a la capacidad adquisitiva del pueblo, y nosotros como cooperativa poder participar en este marco para que todos podamos tener comida en nuestras mesas. Como desafíos para los próximos tiempos, también potenciar nuestra organización, seguir integrándonos dentro de la economía social y solidaria y poder crecer y generar nuevos puestos de trabajo.
— ¿Cuáles son los desafíos de la cooperativa?
— En el corto plazo el desafío fundamental es mantener la fábrica en funcionamiento, poder cerrar el conflicto judicial a favor de la cooperativa de trabajo que todavía está pendiente, poder aumentar nuestro capital de trabajo que nos permita un poco de desahogo en el aspecto productivo e incrementar también los ingresos personales que hoy por hoy se fueron gravemente deteriorado por la inflación.
Como desafíos a largo plazo la posibilidad de incorporar alguna nueva línea de producción, incrementar el volumen y seguir manteniendo una calidad lo más alta posible de nuestros productos. Nosotros aparte de productores somos consumidores del alimento que generamos, por eso representa una responsabilidad sumamente importante. |
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