Argentina y las copas
Julián Denaro
Los argentinos somos muy sociables, amigueros, fraternales, amistosos, inclusivos y proclives a armar reuniones. Siempre brindamos chocando las copas, tengan estas vino, cerveza, espumante, soda o jugo. Brindamos por el amor, por la amistad, por la salud, por los triunfos, por los desafíos, por los festejos, por la tercera, por Messi y por haber hecho la mayor movilización popular de la historia de la humanidad.



Los argentinos somos muy sociables, amigueros, fraternales, amistosos, inclusivos y proclives a armar reuniones. Siempre brindamos chocando las copas, tengan estas vino, cerveza, espumante, soda o jugo. Brindamos por el amor, por la amistad, por la salud, por los triunfos, por los desafíos, por los festejos, por la tercera, por Messi y por haber hecho la mayor movilización popular de la historia de la humanidad.

La canción dice, combinando versión pre mundial con pos mundial: “En Argentina nací, tierra de Diego y Lionel, de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré, no te lo puedo explicar porque no vas a entender, las finales que perdimos cuantos años las lloré, pero eso se terminó, porque este año en Qatar, la final con los franceses la volvió a ganar papá...”

En economía y geopolítica también hemos llorado muchos años algunas derrotas y algunas entregas. Igual que en el fútbol, poseemos innumerables riquezas, e igual que en el fútbol, son codiciadas por el resto del mundo. Durante determinados períodos, el imperialismo y los poderes concentrados del mundo han saqueado nuestros recursos y se han apoderado de nuestras empresas, lo que nos ocasionó inmensas pérdidas.

La cesión de nuestras empresas y nuestros puertos a corporaciones extranjeras durante el menemismo (1989-2001) significó pérdida de soberanía y balances financieros negativos que duraron demasiado.Las hemos llorado muchos años, como los ocho años que lloramos la final con Alemania del 2014. El retiro de utilidades, el vaciamiento de las empresas que sólo servían a los poderes financieros apátridos, y la imposibilidad de utilizar empresas estratégicas para la organización de nuestra patria, fueron daños terribles recibidos de gobiernos liberales-neoliberales-libertarios-promercados. Esto además de la destrucción de la industria y el megaendeudamiento provocados por la apertura comercial y la liberación de los mercados de capitales financieros.

Algunas de las empresas las hemos recuperado durante el kirchnerismo (2003-2015), logrando cantar “pero eso se terminó”: Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, YPF, Metrogas, Aysa, así como la administración de los Fondos Previsionales. El endeudamiento también había sido revertido por el kirchnerismo, habiéndolo bajado del 160% al 11% del PBI. Asimismo, se recuperó la industria y el empleo, que estuvo asociado al desarrollo tecnológico y científico. Este rasgo potencia nuestras virtudes. Así como en el fútbol hemos visto un equipo que funcionó de maravillas para aprovechar al mejor jugador del mundo (L10), al mejor arquero del mundial (el Dibu) y al mejor jugador joven del mundial (Enzo Fernández), en economía el análogo lo constituye el desarrollo de nuestras centrales de energía atómica, nuestras empresas que producen satélites (ARSAT e INVAP), y el crecimiento de empresas que aprovechan nuestras destacadas condiciones para el provechamiento de recursos renovables para la generación de energía hidráulica, eólica, solar y undimotriz).

El gran problema latinoamericano es que cuando el imperio intercede a través de ciertas corporaciones, empresas y familias que se entregan a cambio de favores, el daño que producen se llora, se lamenta, durante mucho tiempo, y sus secuelas son muy difíciles de revertir. Además, a través de servicios de vigilancia, a esos cipayos que nos venden no les permiten retrotraerse, sino que por el contrario, son obligados a expandir el daño a nuestra patria. Son mafias ambiciosas e insaciables que pretenden manejar y saquear a todo el planeta.

¿Cómo lograríamos cantarle “pero eso se terminó”, a los mecanismos de fuga y saqueo? La extranjerización y concentración que domina nuestras exportaciones se mejora significativamente con sólo un par de acciones concretas. Estas son, primero, una empresa nacional de alimentos, que puede ser YPF Agro, a modo de administrar, regular, controlar y visibilizar todas las operaciones de las cadenas de producción, distribución y comercialización. El resultado sería evitar los abusos de posición dominante de ciertas empresas ubicadas en eslabones estratégicos que, entre otras cosas, forman precios de manera injustificada y esconden producción para extorsionar a los gobiernos exigiéndoles que devalúen. Si se pone luz y se publica cuánto se produce y a qué precio en cada sector de la economía, ya no podrían seguir jugando con la comida de los argentinos y las finanzas del país, como lo hacen actualmente. La entrega de los puertos del Río Paraná a consorcios extranjeros, que cedió el gobierno de Menem a través de un contrato de 30 años en el año 1991 ya expiró. Es hora entonces, de tomar la decisión política firme de volver a nacionalizarlos. Con esta medida, el pueblo argentino a través del Estado, sería capaz de monitorear la correspondencia entre declaraciones y cargas. El resultado será evitar el enorme fraude que ejercen a través de sobrefacturar importaciones, subfacturar exportaciones, no declarar productos de entrada y salida e ingresar productos prohibidos a través de un contrabando que además debilita a nuestra industria generadora de empleo. Adicionalmente dan salida a nuestra producción sin declarar, para exportar desde otros países vecinos, con el objeto de no pagar impuestos y quedarse toda la plata las corporaciones vampiras.

La pesca ilegal que efectúan buques factoría extranjeros sobre nuestro Mar Argentino, que es la mayor región de pesca del mundo perteneciente a un país, sería controlada, vigilada y minimizada si ubicamos puertos y astilleros a lo largo de toda la costa. Las ganancias resultantes financian con creces el costo mencionado, pero hay que enfrentarse con los países que nos roban, lo cual será procedente cuando tengamos un gobierno fuerte, que puede ser pronto.

La inflación desestabilizadora que se inició con el gobierno de Macri y que aún no pudo detenerse, y que hace que los grandes intermediarios se enriquezcan, se desaceleraría garantizando la estabilidad cambiaria. Para esto, complementando lo anteriormente manifestado, debería conseguirse que todas las divisas que ingresen al país por turismo receptivo no se las queden las cuevas ilegales sino agencias dependientes del Banco Central en todo el país. Por otro lado, deberían recuperarse los 11.000 kg en lingotes de oro que el gobierno de Macri entregó en custodia a Londres, así como los dos satélites nuestros que entregó a empresas funcionales al imperio.

El desarrollo de nuestra industria satelital, asimismo, conseguiría soberanía satelital en pocos años, brindándonos la capacidad para exportar servicios de conectividad y comunicación, además de que todos los habitantes del suelo argentino dispongan de internet, telefonía y televisación gratuita, en línea con el fortalecimiento de la TDA – Televisión Digital Abierta.

Estas, y otras más como la minería que incluye al litio, serían las copas que en economía nos harían cantar: “pero eso se terminó, volviendo a controlar, todo lo que Menem y Macri les cedieron al imperio y a las corporaciones...”.


Los argentinos somos muy sociables, amigueros, fraternales, amistosos, inclusivos y proclives a armar reuniones. Siempre brindamos chocando las copas, tengan estas vino, cerveza, espumante, soda o jugo. Brindamos por el amor, por la amistad, por la salud, por los triunfos, por los desafíos, por los festejos, por la tercera, por Messi y por haber hecho la mayor movilización popular de la historia de la humanidad.

La canción dice, combinando versión pre mundial con pos mundial: “En Argentina nací, tierra de Diego y Lionel, de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré, no te lo puedo explicar porque no vas a entender, las finales que perdimos cuantos años las lloré, pero eso se terminó, porque este año en Qatar, la final con los franceses la volvió a ganar papá...”

En economía y geopolítica también hemos llorado muchos años algunas derrotas y algunas entregas. Igual que en el fútbol, poseemos innumerables riquezas, e igual que en el fútbol, son codiciadas por el resto del mundo. Durante determinados períodos, el imperialismo y los poderes concentrados del mundo han saqueado nuestros recursos y se han apoderado de nuestras empresas, lo que nos ocasionó inmensas pérdidas.

La cesión de nuestras empresas y nuestros puertos a corporaciones extranjeras durante el menemismo (1989-2001) significó pérdida de soberanía y balances financieros negativos que duraron demasiado.Las hemos llorado muchos años, como los ocho años que lloramos la final con Alemania del 2014. El retiro de utilidades, el vaciamiento de las empresas que sólo servían a los poderes financieros apátridos, y la imposibilidad de utilizar empresas estratégicas para la organización de nuestra patria, fueron daños terribles recibidos de gobiernos liberales-neoliberales-libertarios-promercados. Esto además de la destrucción de la industria y el megaendeudamiento provocados por la apertura comercial y la liberación de los mercados de capitales financieros.

Algunas de las empresas las hemos recuperado durante el kirchnerismo (2003-2015), logrando cantar “pero eso se terminó”: Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, YPF, Metrogas, Aysa, así como la administración de los Fondos Previsionales. El endeudamiento también había sido revertido por el kirchnerismo, habiéndolo bajado del 160% al 11% del PBI. Asimismo, se recuperó la industria y el empleo, que estuvo asociado al desarrollo tecnológico y científico. Este rasgo potencia nuestras virtudes. Así como en el fútbol hemos visto un equipo que funcionó de maravillas para aprovechar al mejor jugador del mundo (L10), al mejor arquero del mundial (el Dibu) y al mejor jugador joven del mundial (Enzo Fernández), en economía el análogo lo constituye el desarrollo de nuestras centrales de energía atómica, nuestras empresas que producen satélites (ARSAT e INVAP), y el crecimiento de empresas que aprovechan nuestras destacadas condiciones para el provechamiento de recursos renovables para la generación de energía hidráulica, eólica, solar y undimotriz).

El gran problema latinoamericano es que cuando el imperio intercede a través de ciertas corporaciones, empresas y familias que se entregan a cambio de favores, el daño que producen se llora, se lamenta, durante mucho tiempo, y sus secuelas son muy difíciles de revertir. Además, a través de servicios de vigilancia, a esos cipayos que nos venden no les permiten retrotraerse, sino que por el contrario, son obligados a expandir el daño a nuestra patria. Son mafias ambiciosas e insaciables que pretenden manejar y saquear a todo el planeta.

¿Cómo lograríamos cantarle “pero eso se terminó”, a los mecanismos de fuga y saqueo? La extranjerización y concentración que domina nuestras exportaciones se mejora significativamente con sólo un par de acciones concretas. Estas son, primero, una empresa nacional de alimentos, que puede ser YPF Agro, a modo de administrar, regular, controlar y visibilizar todas las operaciones de las cadenas de producción, distribución y comercialización. El resultado sería evitar los abusos de posición dominante de ciertas empresas ubicadas en eslabones estratégicos que, entre otras cosas, forman precios de manera injustificada y esconden producción para extorsionar a los gobiernos exigiéndoles que devalúen. Si se pone luz y se publica cuánto se produce y a qué precio en cada sector de la economía, ya no podrían seguir jugando con la comida de los argentinos y las finanzas del país, como lo hacen actualmente. La entrega de los puertos del Río Paraná a consorcios extranjeros, que cedió el gobierno de Menem a través de un contrato de 30 años en el año 1991 ya expiró. Es hora entonces, de tomar la decisión política firme de volver a nacionalizarlos. Con esta medida, el pueblo argentino a través del Estado, sería capaz de monitorear la correspondencia entre declaraciones y cargas. El resultado será evitar el enorme fraude que ejercen a través de sobrefacturar importaciones, subfacturar exportaciones, no declarar productos de entrada y salida e ingresar productos prohibidos a través de un contrabando que además debilita a nuestra industria generadora de empleo. Adicionalmente dan salida a nuestra producción sin declarar, para exportar desde otros países vecinos, con el objeto de no pagar impuestos y quedarse toda la plata las corporaciones vampiras.

La pesca ilegal que efectúan buques factoría extranjeros sobre nuestro Mar Argentino, que es la mayor región de pesca del mundo perteneciente a un país, sería controlada, vigilada y minimizada si ubicamos puertos y astilleros a lo largo de toda la costa. Las ganancias resultantes financian con creces el costo mencionado, pero hay que enfrentarse con los países que nos roban, lo cual será procedente cuando tengamos un gobierno fuerte, que puede ser pronto.

La inflación desestabilizadora que se inició con el gobierno de Macri y que aún no pudo detenerse, y que hace que los grandes intermediarios se enriquezcan, se desaceleraría garantizando la estabilidad cambiaria. Para esto, complementando lo anteriormente manifestado, debería conseguirse que todas las divisas que ingresen al país por turismo receptivo no se las queden las cuevas ilegales sino agencias dependientes del Banco Central en todo el país. Por otro lado, deberían recuperarse los 11.000 kg en lingotes de oro que el gobierno de Macri entregó en custodia a Londres, así como los dos satélites nuestros que entregó a empresas funcionales al imperio.

El desarrollo de nuestra industria satelital, asimismo, conseguiría soberanía satelital en pocos años, brindándonos la capacidad para exportar servicios de conectividad y comunicación, además de que todos los habitantes del suelo argentino dispongan de internet, telefonía y televisación gratuita, en línea con el fortalecimiento de la TDA – Televisión Digital Abierta.

Estas, y otras más como la minería que incluye al litio, serían las copas que en economía nos harían cantar: “pero eso se terminó, volviendo a controlar, todo lo que Menem y Macri les cedieron al imperio y a las corporaciones...”.


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