Coronavirus: La Tempestad de mierda.
Lidia Fagale (*)
La aceleración e intensificación de la infosesfera es la causa de un pánico comunicacional que se manifiesta como una incapacidad de distinción consciente. Y las estrategias del pensamiento crítico son inefectivas en este contexto razona, Byung-Chul Han, el popular filósofo surcoreano.


Al momento de escribir este artículo las noticias falsas en torno a la propagación del coronavirus dentro y fuera de China inundan las redes sociales. Todos más o menos hemos seguido el tema y expuestos a información falsa con dotes de verosimilitud.
Impactados en vísperas del año nuevo por la aparición de este virus y a la vez imposibilitados a la hora de discernir lo verdadero de lo falso en torno al número de afectados, de muertos, de recuperados, de formas de prevención, etc., hemos sido el blanco de un ejército mediático con armas que nos ametrallan con noticias falsas. De este modo, el llamado “complejo militar industrial” cede su lugar a la irrupción del “complejo militar mediático”

Muchas enfermedades matan, pero ¿cuántos muertos causa la desinformación? ¿Qué sentimientos despiertan frente a otros seres humanos?

Las redes sociales también nos hablaron del rechazo que muchos ciudadanos asiáticos sentían en su quehacer diario a consecuencia del coronavirus. Y surgió la campaña #NoSoyUnVirus para contrarrestar el rechazo que está surgiendo en algunos países europeos y EEUU contra la comunidad china.

A occidente le resulta conveniente a sus intereses comerciales y a su espiral especulador conocer más a Wuhan como la usina maléfica del coronavirus que recordarla como el principal escenario de insurrección militar contra la dinastía Qig que desencadenó el final de la China Imperial y la proclamación de la República.
A 39 años de aquel hito de la historia, hoy esta ciudad, surgida de la unión de tres ciudades y capital actual de Hubei debe batallar contra otro imperialismo, el informativo. Obviamente esta batalla también la enfrenta el propio gobierno chino por fuera de sus fronteras.

 

Según la Organización Mundial de la Salud, desde que se inició el brote ha circulado una gran cantidad de noticias falsas sobre este virus que está generando serios problemas.

Es tan grave la manipulación o la falsedad informativa que la Organización Mundial de la Salud (OMS) intenta frenar lo que llamó una “peligrosa epidemia de información falsa”. “Infodemia” es el término que con el que la definió.
Nos hemos dado cuenta de que esta ‘infodemia’ puede ser un obstáculo para una buena respuesta y minar la efectividad de las medidas”, dijo Sylvie Briand, directora del área de preparación para urgencias infecciosas de la OMS.
Algunos relatos periodísticos sobre la enfermedad y su difusión fundamentalmente en las redes sociales y en otras plataformas, se han transformado en armas funcionales a la batalla que los Estados Unidos ha lanzado para no perder su hegemonía económica frente a China.

En ese sentido, la información oficial que se produce en China choca contra la muralla occidental y no siempre, a pesar de los esfuerzos de algunos medios y periodistas, logra penetrar para difundir la política sanitaria que se está llevando adelante y que, también fuera ponderada por la OMS.

Sin embargo este fenómeno, el de las noticias falsas, inspiradas en las usinas del gran capital, no es un hecho aislado tampoco nuevo.

Hoy es el coronavirus, mañana será otro el tema a manipular, como lo fue ayer.
En la guerra económica, la batalla ideológica-cultural es estratégica.
Hay que destacar que la diferencia en la infoesfera del siglo XXI –señala Bifo Berardi- la rapidez y la aceleración, así como el tiempo de elaboración cognitiva se hace cada vez más breve y constreñido. Para el filósofo italiano, "la facultad crítica como capacidad de discriminación entre verdadero y falso, se confunde, se oscurece. No tenemos tiempo para analizar intelectualmente, ni para elaborar emocionalmente, las estimulaciones que llegan a nuestra mente.

Consecuentemente, las formas de comunicación más eficaces son las que substituyen a la razón crítica con la velocidad de la síntesis mimética.
En 1964, Marshall McLuhan nos decía, presagiando esta época que “cuando la simultaneidad electrónica remplaza a la secuencialidad alfabética, la facultad mitológica remplaza en la cultura social a la razón crítica. El meme es la expresión mediática del pensamiento mitológico, que –como el inconsciente freudiano– no conoce el principio de no contradicción, no conoce la irreversibilidad temporal, no conoce la crítica ni la temporalidad histórica.”, interpreta Berardi desde el paradigma del que parte McLuhan.

El esfuerzo del Gobierno Chino por informar verazmente sobre la situación de salud que provocó la expansión del virus y sus políticas sanitarias y de prevención para controlarlo, la construcción veloz de dos hospitales que asistan específicamente a los enfermos por coronavirus es una pequeña ventana en esta “tempestad de mierda”, como sostiene el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, cuando se refiere al pensamiento crítico y a nuestra (in)capacidad de discernir: Hoy devorada , triturada por la mentira organizada en torno a la imparable dinámica del capital que utilizará hasta los muertos para no perder un milímetro de su hegemonía.

La aceleración e intensificación de la infosesfera es la causa de un pánico comunicacional que se manifiesta como una incapacidad de distinción consciente. Y las estrategias del pensamiento crítico son inefectivas en este contexto razona, Byung-Chul Han, el popular filósofo surcoreano.

Los perfiles y contenidos tergiversados y que se expanden como una mancha de aceite tras el brote del virus lo hacen en el marco de una fuerte ofensiva de los Estados Unidos por espacios de hegemonía en sectores de alta tecnología, el claro y evidente emergente de la guerra comercial. Una guerra que no sólo provoca el desplome de las bolsas, sino de seres humanos inoculados por las imparables e interesadas mentiras del Imperio. Recordemos que bajo el capitalismo, la información devenida en mercancía, no obedece a la producción social de conocimiento colectivo sino a la lógica de mercado. Y esto es genocidio informativo sobre nuestros cuerpos.


(*)Secretaria General de la UTPBA/Presidenta Pro Tempore de la Plataforma de Cooperación Internacional de Periodistas.

Al momento de escribir este artículo las noticias falsas en torno a la propagación del coronavirus dentro y fuera de China inundan las redes sociales. Todos más o menos hemos seguido el tema y expuestos a información falsa con dotes de verosimilitud.
Impactados en vísperas del año nuevo por la aparición de este virus y a la vez imposibilitados a la hora de discernir lo verdadero de lo falso en torno al número de afectados, de muertos, de recuperados, de formas de prevención, etc., hemos sido el blanco de un ejército mediático con armas que nos ametrallan con noticias falsas. De este modo, el llamado “complejo militar industrial” cede su lugar a la irrupción del “complejo militar mediático”

Muchas enfermedades matan, pero ¿cuántos muertos causa la desinformación? ¿Qué sentimientos despiertan frente a otros seres humanos?

Las redes sociales también nos hablaron del rechazo que muchos ciudadanos asiáticos sentían en su quehacer diario a consecuencia del coronavirus. Y surgió la campaña #NoSoyUnVirus para contrarrestar el rechazo que está surgiendo en algunos países europeos y EEUU contra la comunidad china.

A occidente le resulta conveniente a sus intereses comerciales y a su espiral especulador conocer más a Wuhan como la usina maléfica del coronavirus que recordarla como el principal escenario de insurrección militar contra la dinastía Qig que desencadenó el final de la China Imperial y la proclamación de la República.
A 39 años de aquel hito de la historia, hoy esta ciudad, surgida de la unión de tres ciudades y capital actual de Hubei debe batallar contra otro imperialismo, el informativo. Obviamente esta batalla también la enfrenta el propio gobierno chino por fuera de sus fronteras.

 

Según la Organización Mundial de la Salud, desde que se inició el brote ha circulado una gran cantidad de noticias falsas sobre este virus que está generando serios problemas.

Es tan grave la manipulación o la falsedad informativa que la Organización Mundial de la Salud (OMS) intenta frenar lo que llamó una “peligrosa epidemia de información falsa”. “Infodemia” es el término que con el que la definió.
Nos hemos dado cuenta de que esta ‘infodemia’ puede ser un obstáculo para una buena respuesta y minar la efectividad de las medidas”, dijo Sylvie Briand, directora del área de preparación para urgencias infecciosas de la OMS.
Algunos relatos periodísticos sobre la enfermedad y su difusión fundamentalmente en las redes sociales y en otras plataformas, se han transformado en armas funcionales a la batalla que los Estados Unidos ha lanzado para no perder su hegemonía económica frente a China.

En ese sentido, la información oficial que se produce en China choca contra la muralla occidental y no siempre, a pesar de los esfuerzos de algunos medios y periodistas, logra penetrar para difundir la política sanitaria que se está llevando adelante y que, también fuera ponderada por la OMS.

Sin embargo este fenómeno, el de las noticias falsas, inspiradas en las usinas del gran capital, no es un hecho aislado tampoco nuevo.

Hoy es el coronavirus, mañana será otro el tema a manipular, como lo fue ayer.
En la guerra económica, la batalla ideológica-cultural es estratégica.
Hay que destacar que la diferencia en la infoesfera del siglo XXI –señala Bifo Berardi- la rapidez y la aceleración, así como el tiempo de elaboración cognitiva se hace cada vez más breve y constreñido. Para el filósofo italiano, "la facultad crítica como capacidad de discriminación entre verdadero y falso, se confunde, se oscurece. No tenemos tiempo para analizar intelectualmente, ni para elaborar emocionalmente, las estimulaciones que llegan a nuestra mente.

Consecuentemente, las formas de comunicación más eficaces son las que substituyen a la razón crítica con la velocidad de la síntesis mimética.
En 1964, Marshall McLuhan nos decía, presagiando esta época que “cuando la simultaneidad electrónica remplaza a la secuencialidad alfabética, la facultad mitológica remplaza en la cultura social a la razón crítica. El meme es la expresión mediática del pensamiento mitológico, que –como el inconsciente freudiano– no conoce el principio de no contradicción, no conoce la irreversibilidad temporal, no conoce la crítica ni la temporalidad histórica.”, interpreta Berardi desde el paradigma del que parte McLuhan.

El esfuerzo del Gobierno Chino por informar verazmente sobre la situación de salud que provocó la expansión del virus y sus políticas sanitarias y de prevención para controlarlo, la construcción veloz de dos hospitales que asistan específicamente a los enfermos por coronavirus es una pequeña ventana en esta “tempestad de mierda”, como sostiene el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, cuando se refiere al pensamiento crítico y a nuestra (in)capacidad de discernir: Hoy devorada , triturada por la mentira organizada en torno a la imparable dinámica del capital que utilizará hasta los muertos para no perder un milímetro de su hegemonía.

La aceleración e intensificación de la infosesfera es la causa de un pánico comunicacional que se manifiesta como una incapacidad de distinción consciente. Y las estrategias del pensamiento crítico son inefectivas en este contexto razona, Byung-Chul Han, el popular filósofo surcoreano.

Los perfiles y contenidos tergiversados y que se expanden como una mancha de aceite tras el brote del virus lo hacen en el marco de una fuerte ofensiva de los Estados Unidos por espacios de hegemonía en sectores de alta tecnología, el claro y evidente emergente de la guerra comercial. Una guerra que no sólo provoca el desplome de las bolsas, sino de seres humanos inoculados por las imparables e interesadas mentiras del Imperio. Recordemos que bajo el capitalismo, la información devenida en mercancía, no obedece a la producción social de conocimiento colectivo sino a la lógica de mercado. Y esto es genocidio informativo sobre nuestros cuerpos.


(*)Secretaria General de la UTPBA/Presidenta Pro Tempore de la Plataforma de Cooperación Internacional de Periodistas.


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