Desarrollo sin dólares
Julián Denaro
...atender a los aspectos de coyuntura y comprender la geopolítica, servirían para entender mejor y, en consecuencia, buscar soluciones del modo más factible.



Inmersos en un escenario sacudido por la imprevisibilidad cambiaria y su consecuente espiralización inflacionaria, no habremos de hallar soluciones que normalicen, estabilicen y pacifiquen dentro de ese mismo menjunje o, mejor dicho, dialogando con las mismas reglas impuestas por quienes causaron este desastre. Por el contrario, identificando el origen de esta desestabilización al exterior de este remolino, dentro del cual es imposible hacer pié, planificar y, ni siquiera, subsistir con dignidad, se presume que las fuentes de reorganización provendrán desde el exterior del mismo. En síntesis, atender a los aspectos de coyuntura y comprender la geopolítica, servirían para entender mejor y, en consecuencia, buscar soluciones del modo más factible.

Estados Unidos de Norteamérica se convirtió en el poder hegemónico mundial luego de la Segunda Guerra Mundial, culminada en 1945, seguida por la creación al año siguiente de organismos financieros que responden a sus intereses, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyo nombre completo es Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Más adelante, luego de la acumulación de Petrodólares manejando a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) desde principios de la década de 1970, decidieron que el dólar deje de tener al oro como respaldo, y poco a poco fueron instalando la moneda norteamericana como reserva de valor y por ende valor de referencia en todo el mundo, invadiendo todos los rincones del planeta con billetes verdes, los cuales, curiosamente, no tenían ya respaldo en metales preciosos, sino solamente en la confianza, o en la creencia de que esa condición durara mucho tiempo.

Sabiendo que América Latina es poseedora – sí, son nuestros – de los recursos más valiosos del planeta, EE.UU. procedió a acordar, continuando con la exitosa tradición inglesa, con sectores de poder concentrado residentes en cada uno de los países. Estas oligarquías han demostrado que son capaces de vender a su propio país, son los cipayos, término cuya definición puede encontrarse en diferentes diccionarios, por ejemplo: cipayo. Persona que sirve a los intereses extranjeros en detrimento de los de su país.

En América Latina se suele llamar cipayo al intelectual o al dirigente político que privilegia los intereses de las potencias en lugar de proteger la autonomía nacional.

Arturo Jauretche decía que; es peor el criollo que se vende, que el gringo que lo compra, dando cuenta de que por más que el gringo quisiese comprar, no podría hacerlo sin un criollo que se vende.

Aquella acumulación de dólares producto de la multiplicación del precio del petróleo en los primeros años de la década del 70, fueron colocados como préstamos a los países en vías de desarrollo, pero no como plan de ayuda, sino pretendiendo el sometimiento eterno. Una vez acordados los planes de endeudamiento, EE.UU. duplicó y hasta triplicó las tasas de interés, transformando en impagables las deudas que eran asequibles. Seguidamente, a través del FMI, fueron imponiendo condiciones a las políticas en cada uno de los Estados Nación, generando un obstáculo para el desarrollo en toda la región.

Las oligarquías y los poderes fácticos de cada país siempre estuvieron gustosos de acordar con el imperio a cambio de favores y de que les aseguren gobiernos que les permitan libertad de acción para sus propios negocios. Sí, es cierto, la libertad para ellos significa sometimiento para el conjunto del pueblo, que ve cómo unos pocos se enriquecen abusando de su posición dominante y de la protección por parte del imperio.

La historia es muy compleja y a veces sorpresiva. Argentina logró minimizar su endeudamiento externo desde 2005 a 2015, y se desendeudó completamente del FMI en enero de 2006. Pero claro, como podía esperarse, EE.UU. no iba a aceptar que Argentina, poseedora de tantas riquezas, quede desendeudada y oriente la utilización de todos sus recursos hacia un desarrollo propio que impulse a toda la región. Por consiguiente, EE.UU. puso como candidato a Macri, y engañó a una parte de la población a través de los medios de comunicación hegemónicos manejados por los poderes concentrados, tras lo cual logró imponerse en las elecciones.

El desarrollo de su gobierno estuvo caracterizado por numerosas políticas de destrucción de la industria y detención del desarrollo, pero el punto a destacar aquí, es la vuelta al endeudamiento y, específicamente, la vuelta a endeudarse con el FMI después de 12 años de no deberle nada. En 2018, el cipayo Macri recibió del gringo Trump el mayor préstamo de la historia del FMI, respondiendo al objetivo político de conseguir que Macri sea reelecto presidente o, en su defecto, condicionar al gobierno que lo reemplace. Generada así una profunda crisis de deuda, EE.UU. impone políticas de ajuste permanente y sistemáticamente a través del FMI.

Una lectura actual del asunto nos conduce a orientar la mirada hacia las visitas a la Argentina de Laura Ricardson, Jefa del Comando Sur y Wendy Sherman del Departamento de Estado norteamericano. En sus palabras: “¿Por qué América Latina es una región tan importante? por todos sus recursos. Tienes el triángulo del litio, que es necesario para la tecnología actual. El 60% del litio del mundo está en el triángulo del litio Argentina, Bolivia y Chile. Las reservas más grandes de petróleo, crudo ligero y dulce (...) Los recursos de Venezuela con petróleo, cobre y oro. Tenemos los pulmones del mundo, el Amazonas. También tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esta región. Tenemos que empezar nuestro juego”.

Claramente, los recursos estratégicos de nuestra Patria Grande son deseados por el imperio, para que estén al servicio de sus intereses.

Lula Da Silva, el Presidente de Brasil, exclamó que “no se puede estar asfixiando a los países como está haciendo ahora a la Argentina el FMI y como hacían con Brasil y otros países (...) Ningún gobernante puede gobernar con un cuchillo en la garganta por el hecho de que el país sea deudor”. Por otro lado, el propio Lula participó de la asunción de Dilma Rousseff como presidenta del Banco de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), al cual posiblemente se integre Argentina (BRICSA) el próximo agosto.

El BRICS representa casi la mitad de la población mundial y la cuarta parte del producto global, significando para Argentina una inmejorable oportunidad comercial, financiera y de organización económica y geoestratégica. Pero además, la creación de una nueva moneda para el intercambio intraregional, seguido probablemente por la creación de una moneda regional en el UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) prescindirían del dólar como moneda comercial y como parámetro de referencia.

Por tanto, si logramos administrar nosotros mismos nuestros recursos, que son vitales para el mundo entero, al tiempo que se espera una disminución de la participación del dólar en todo el comercio mundial, es pensable tener expectativas favorables respecto al desarrollo regional, que en simultáneo se independizaría del dólar. Por supuesto, todo tiene sentido siempre que se desplieguen mecanismos de distribución de riqueza que mejoren el bienestar del conjunto de la población. El horizonte es la Justicia Social.


Inmersos en un escenario sacudido por la imprevisibilidad cambiaria y su consecuente espiralización inflacionaria, no habremos de hallar soluciones que normalicen, estabilicen y pacifiquen dentro de ese mismo menjunje o, mejor dicho, dialogando con las mismas reglas impuestas por quienes causaron este desastre. Por el contrario, identificando el origen de esta desestabilización al exterior de este remolino, dentro del cual es imposible hacer pié, planificar y, ni siquiera, subsistir con dignidad, se presume que las fuentes de reorganización provendrán desde el exterior del mismo. En síntesis, atender a los aspectos de coyuntura y comprender la geopolítica, servirían para entender mejor y, en consecuencia, buscar soluciones del modo más factible.

Estados Unidos de Norteamérica se convirtió en el poder hegemónico mundial luego de la Segunda Guerra Mundial, culminada en 1945, seguida por la creación al año siguiente de organismos financieros que responden a sus intereses, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyo nombre completo es Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Más adelante, luego de la acumulación de Petrodólares manejando a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) desde principios de la década de 1970, decidieron que el dólar deje de tener al oro como respaldo, y poco a poco fueron instalando la moneda norteamericana como reserva de valor y por ende valor de referencia en todo el mundo, invadiendo todos los rincones del planeta con billetes verdes, los cuales, curiosamente, no tenían ya respaldo en metales preciosos, sino solamente en la confianza, o en la creencia de que esa condición durara mucho tiempo.

Sabiendo que América Latina es poseedora – sí, son nuestros – de los recursos más valiosos del planeta, EE.UU. procedió a acordar, continuando con la exitosa tradición inglesa, con sectores de poder concentrado residentes en cada uno de los países. Estas oligarquías han demostrado que son capaces de vender a su propio país, son los cipayos, término cuya definición puede encontrarse en diferentes diccionarios, por ejemplo: cipayo. Persona que sirve a los intereses extranjeros en detrimento de los de su país.

En América Latina se suele llamar cipayo al intelectual o al dirigente político que privilegia los intereses de las potencias en lugar de proteger la autonomía nacional.

Arturo Jauretche decía que; es peor el criollo que se vende, que el gringo que lo compra, dando cuenta de que por más que el gringo quisiese comprar, no podría hacerlo sin un criollo que se vende.

Aquella acumulación de dólares producto de la multiplicación del precio del petróleo en los primeros años de la década del 70, fueron colocados como préstamos a los países en vías de desarrollo, pero no como plan de ayuda, sino pretendiendo el sometimiento eterno. Una vez acordados los planes de endeudamiento, EE.UU. duplicó y hasta triplicó las tasas de interés, transformando en impagables las deudas que eran asequibles. Seguidamente, a través del FMI, fueron imponiendo condiciones a las políticas en cada uno de los Estados Nación, generando un obstáculo para el desarrollo en toda la región.

Las oligarquías y los poderes fácticos de cada país siempre estuvieron gustosos de acordar con el imperio a cambio de favores y de que les aseguren gobiernos que les permitan libertad de acción para sus propios negocios. Sí, es cierto, la libertad para ellos significa sometimiento para el conjunto del pueblo, que ve cómo unos pocos se enriquecen abusando de su posición dominante y de la protección por parte del imperio.

La historia es muy compleja y a veces sorpresiva. Argentina logró minimizar su endeudamiento externo desde 2005 a 2015, y se desendeudó completamente del FMI en enero de 2006. Pero claro, como podía esperarse, EE.UU. no iba a aceptar que Argentina, poseedora de tantas riquezas, quede desendeudada y oriente la utilización de todos sus recursos hacia un desarrollo propio que impulse a toda la región. Por consiguiente, EE.UU. puso como candidato a Macri, y engañó a una parte de la población a través de los medios de comunicación hegemónicos manejados por los poderes concentrados, tras lo cual logró imponerse en las elecciones.

El desarrollo de su gobierno estuvo caracterizado por numerosas políticas de destrucción de la industria y detención del desarrollo, pero el punto a destacar aquí, es la vuelta al endeudamiento y, específicamente, la vuelta a endeudarse con el FMI después de 12 años de no deberle nada. En 2018, el cipayo Macri recibió del gringo Trump el mayor préstamo de la historia del FMI, respondiendo al objetivo político de conseguir que Macri sea reelecto presidente o, en su defecto, condicionar al gobierno que lo reemplace. Generada así una profunda crisis de deuda, EE.UU. impone políticas de ajuste permanente y sistemáticamente a través del FMI.

Una lectura actual del asunto nos conduce a orientar la mirada hacia las visitas a la Argentina de Laura Ricardson, Jefa del Comando Sur y Wendy Sherman del Departamento de Estado norteamericano. En sus palabras: “¿Por qué América Latina es una región tan importante? por todos sus recursos. Tienes el triángulo del litio, que es necesario para la tecnología actual. El 60% del litio del mundo está en el triángulo del litio Argentina, Bolivia y Chile. Las reservas más grandes de petróleo, crudo ligero y dulce (...) Los recursos de Venezuela con petróleo, cobre y oro. Tenemos los pulmones del mundo, el Amazonas. También tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esta región. Tenemos que empezar nuestro juego”.

Claramente, los recursos estratégicos de nuestra Patria Grande son deseados por el imperio, para que estén al servicio de sus intereses.

Lula Da Silva, el Presidente de Brasil, exclamó que “no se puede estar asfixiando a los países como está haciendo ahora a la Argentina el FMI y como hacían con Brasil y otros países (...) Ningún gobernante puede gobernar con un cuchillo en la garganta por el hecho de que el país sea deudor”. Por otro lado, el propio Lula participó de la asunción de Dilma Rousseff como presidenta del Banco de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), al cual posiblemente se integre Argentina (BRICSA) el próximo agosto.

El BRICS representa casi la mitad de la población mundial y la cuarta parte del producto global, significando para Argentina una inmejorable oportunidad comercial, financiera y de organización económica y geoestratégica. Pero además, la creación de una nueva moneda para el intercambio intraregional, seguido probablemente por la creación de una moneda regional en el UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) prescindirían del dólar como moneda comercial y como parámetro de referencia.

Por tanto, si logramos administrar nosotros mismos nuestros recursos, que son vitales para el mundo entero, al tiempo que se espera una disminución de la participación del dólar en todo el comercio mundial, es pensable tener expectativas favorables respecto al desarrollo regional, que en simultáneo se independizaría del dólar. Por supuesto, todo tiene sentido siempre que se desplieguen mecanismos de distribución de riqueza que mejoren el bienestar del conjunto de la población. El horizonte es la Justicia Social.


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