Una mujer a hurtadillas, tras un árbol, ve pasar a sus hijos, vino a verlos, solo eso, más no podía; era Gladys Marín en la clandestinidad de los años 80’.
Décadas después, Chile cruza una página de su historia marcada por un reciente estallido social. Un vasto movimiento, una gran manifestación de protesta en contra de las políticas neoliberales, bajo el amparo de la Constitución de 1980. En este se han observado diversas formas de movilización a lo largo de todo el país, con epicentro en la Plaza de la Dignidad, en la cual el picante de las bombas lacrimógenas impregna las murallas del sector.
Este es un movimiento que ha generado una cultura de repudio a Sebastián Piñera. Se han creado símbolos imborrables en la memoria de la gente: el perrito matapacos; los ojos quebrados de centenares de muchachos que los han perdido por enrostrar los balines cobardes de carabineros cobardes. Una enconada lucha en contra la segregación social, en un país para ricos y otro para los entierrados pobres. Manga ancha para las trasnacionales y feroces tasas de interés para las pequeñas empresas.
En este momento Chile está movilizado por una nueva Constitución. Se buscan cambios profundos en pro de un mejoramiento en la vida de todos. En este preciso momento la pandemia global se ha hecho presente de un modo traumático en los sectores más populares, donde pedir que se haga cuarentena es un chiste de mal gusto. Esta crisis sanitaria está revelando la profunda pobreza y hacinamiento que se vive en las poblaciones, con mucha mosca puertas adentro. El reciente renunciado Ministro de Salud que decía desconocer esta realidad. Las consecuencias de esta crisis ya comienzan a manifestarse y para enfrentar sus efectos, ya se desarrollan diversas expresiones de organización popular: como las ollas comunes, la solidaridad con los cesantes, en definitiva, con la gente que la está pasando mal. Se han reactivado las Junta de Vecinos, los sindicatos, las organizaciones sociales, los centros culturales y otras tantas.
Una mujer a hurtadillas, tras un árbol, ve pasar a sus hijos, vino a verlos, solo eso, más no podía; era Gladys Marín en la clandestinidad de los años 80’. ¿A qué viene esto? Creo que viene al caso. Cuando se pretende escribir una semblanza de Gladys Marín, en ocasión de este 16 de julio, día de su nacimiento, (1941), es necesario tenerlo en cuenta, a modo de contexto. En estas circunstancias es difícil imaginar a Gladys Marín, sin iniciativas, sin desplegar su oratoria, su forma de convencer, orientando sobre las formas de actuar de los militantes del partido, para así hacerse presente en las organizaciones populares y por ende en los problemas del momento. Ella tendría plena conciencia del impacto de una línea política desde las luchas cotidianas de los trabajadores y pobladores. Pondría en tensión su creatividad y audacia. Gladys estaría más horas despierta que lo acostumbrado. Frente a muy queridos amigos argentinos, que puedan leer esto, les recomiendo el libro de nuestra inestimable compañera Claudia Korol, que en su libro “Entrevista a Gladys Marín”, describe una serie de detalles, que aparentemente fueran de poca trascendencia, pero al momento de dar cuenta de un liderazgo, son reveladores y permiten explicarse diversas circunstancias propias de las luchas en política. Para quien tenga una información muy general y distante sobre Gladys Marín, le puedo decir que nos estamos refiriendo a la anterior Secretaria General del Partido Comunista de Chile. Sin temor a errar, ella está en las galerías de la historia de Chile. Lo fue desde su juventud. Profesora normalista, ingresa a las Juventudes Comunistas a los 16 años, a los 24 años (1965) es electa Secretaria General de esa organización juvenil, llamada a movilizar al mundo de la juventud y los estudiantes. Solo sabiendo que participó en el escenario político de los años 60´, se puede deducir que estos le entregaron buenas experiencias. Década en la cual se desarrollan luchas en los más diversos sectores de la sociedad chilena, que apuntaban a un gobierno; más democrático, participativo, más avanzado. Se casa muy joven con Jorge Muñoz, un médico detenido y desaparecido en dictadura. En 1998, ella presentó la primera querella en contra de Augusto Pinochet, por la desaparición de su esposo. Una vida dura, de hecho, recién en 1987, pudo estar junto a sus hijos en Bariloche. Y, como sabemos la bestia de botas negra desenvainó la espada y sembró el terror en Chile por 17 años, al derrocar al gobierno de la Unidad Popular encabezado por el presidente Salvador Allende. Ese año, 1973, había sido electa, para un segundo periodo, como parlamentaria en la Cámara de Diputados. Tras el golpe de Estado logró refugiarse en la embajada de Holanda en Santiago. Era una de las dirigentes más buscadas por la dictadura. Tras ocho meses en esa sede diplomática sale a un exilio a ese país, después se traslada a la Unión Soviética y desde allí inicia un proceso de acercamiento, para después ingresar clandestinamente a Chile, en 1978. Después de incorporarse a la lucha antifascista en Chile, juega un rol de organizadora, orientadora, en definitiva, participa activamente en el desarrollo de una línea política con vistas a superar la dictadura cívico – militar. Esta línea política buscaba lograr, con acuerdos y acciones unitarias de las organizaciones sociales y políticas, de ese momento, terminar con la dictadura. En esta perspectiva de lucha antidictatorial se legitimaron todas y las más variadas formas de lucha. Se selló “el derecho a la rebelión”. Este derecho, consagrado en la declaración de independencia de los EE.UU., en la declaración de los derechos del hombre en 1789 y del 1793, en Francia, y en la declaración de los derechos humanos de 1948. Esta línea de desobediencia civil se manifestó en múltiples protestas nacionales, mientras se avanzaba a través de acuerdos políticos, al cual se integraron un abanico amplio de partidos expresiones y organizaciones sociales. En este contexto político se lograron acuerdos, que incluso incorporó a la Democracia Cristiana, conmocionadas por el asesinato de su líder y expresidente Eduardo Frei Montalva y atentados a otros de sus líderes históricos. Ella al momento de abandonar su vida clandestina, por más de 10 años, lo hizo en un multitudinario acto realizado en un estadio deportivo de la ciudad de Santiago. Tremenda es su imagen de puño en alto, con una sonrisa amplia, entusiasta, de satisfacción por la lucha realizada bajo las condiciones de pinochetismo. Por naturaleza humana, la política no deja de comportarse, su relato nunca cesa, sus movimientos, acciones, asambleas, manifestaciones, huelgas, miradas, textos y reuniones; no descansa, no podría hacerlo. El movimiento popular, por esos días, en los inicios de los años noventa, sufre reveces en diferentes planos. A nivel internacional el socialismo real es traicionado y los países socialistas ven cambiadas sus estructuras internas y trastornada su economía a cambio de modelos de inspiración neoliberal. En Chile se plasma un acuerdo, entre la denominada “Concertación por la Democracia” y el dictador y su camarilla. Este pacto le permitió a Pinochet convertirse en un senador vitalicio, y al neoliberalismo levantar alas en todos los planos de la sociedad chilena. En síntesis, en esa acta de acuerdos dicha “Concertación” asume el gobierno a cambio de concesiones que, al calor del tiempo, se ha demostrado como inaceptables. Ellos las aceptaron todas las clausulas. El estatuto neoliberal es una aplicación ciega, con políticas monetaristas que abarcaban todas las áreas de la economía; el trasporte, la minería, la telefonía, el agua, la electricidad, y así para qué seguir. Probablemente unos de los crímenes más feroces contra la identidad del país fue entregarle la educación en todos los niveles a prácticas neoliberales. Bueno, así, suma y sigue. En estas condiciones Gladys Marín no se desalienta, estimula a los dirigentes y al conjunto del partido a no desanimarse, a no desmoralizarse, a levantar la cabeza y no renunciar a su papel histórico, iniciado en 1912 con la fundación del Partido Obrero Socialista (POS) que dio paso en 1922, por cambio de denominación, a Partido Comunista de Chile. Al inicio, de los años 90’, una política de unidad y lucha antineoliberal, era extremadamente difícil. Es más, las miradas tenían como eje esos gobiernos de la Concertación, pero aún no habían evidencia de sus nefastas políticas. Esta claridad, al calor de los resultados, de esa filosofía de gobierno o gobernanza, se ha relevado lo inaceptable que ha sido para el largo plazo de un país, es decir de una sociedad completa, del mundo del trabajo, en la ciudad, en el sector rural y la pequeña empresa. En este contexto, Gladys Marín, tomaría con mucho énfasis la palabra, para promover discusiones en busca de un proceso de real democratización del país. Sin dejar de demandar una nueva Constitución, y aspirando a gobiernos democráticos con eje en derechos sociales, y muy alejado de soluciones neoliberales. Con una mirada aguda, buscaría potenciar la energía política que ha emanado desde el mundo de la educación superior y en particular desde el movimiento estudiantil (2006 y 2011), el Movimiento no más AFP y su tremenda marcha el 24 de julio del 2016, el movimiento por los derechos de la mujer del 2017, y para que decir el movimiento de derechos sociales del 18 de octubre 2019 y el movimiento para resistir los efectos sociales de la pandemia del presente 2020. En estos temas ha estado presente el Partido Comunista de Chile y otros actores políticos a favor del mundo del trabajo y derechos populares. Gladys Marín murió el 6 de marzo el 2005. Falleció como víctima de un tumor cerebral, que por dos años mortificó sus últimos días. El impacto entre el chileno, fue muy grande. De hecho, el gobierno declaró dos días de duelo nacional, una muchedumbre que superó los 500.000 asistió a sus funerales. Hoy un tramo importante de la avenida entre Santiago y Maipú hoy lleva su nombre. Una ley promulgada el año 2015 autoriza erigir un monumento en su memoria. Chile siglo XXI ya ha sacado a relucir sus aristas. Se está demostrado que la superación del neoliberalismo es posible, se debilita su estantería doctrinaria y políticas estructurales. Es posible remover la filosofía del egoísmo y construir nuevos espacios para la solidaridad. Que es posible lograr que la vida transcurra de acuerdo a la alegría de vivir. En la cual los hijos sonrían con un buen color en sus rostros, que los ancianos tengan cubiertas su rodilla y una mano cariñosa tomen la suya. Que la mujer, el hombre y su familia puedan pensar en un descanso reparador, en las próximas vacaciones. Que las enfermedades sean atendidas, desde su raíz, en los centros asistenciales. Que las viviendas sean temperadas y aireadas según la estación del año de cada región. Que el transporte sea confortable, y así, suma siguen. En definitiva, que la vida sea mejor. En esa vida o en esa forma de existir, la imagen y la memoria por Gladys Marín siempre estará presente. |
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