Julio Florencio Cortázar Descotte nace en Bruselas el 26 de agosto de 1914, hijo de Julio Cortázar y María Herminia Descotte. Con la ciudad ocupada por las tropas alemanas, la familia se muda a Ginebra y posteriormente a Zurich, donde aguarda el fin de la Primera Guerra Mundial.
En 1918, la familia se instala en el suburbio bonaerense de Banfield. El padre abandona a la familia, y Julio Cortázar se cría con su madre, su hermana, su tía y su abuela. En 1923, el niño Cortázar escribe su primera novela, además de poemas.
En 1932, obtiene el título de Maestro Normal, y en 1935, el de Maestro Normal en Letras. Ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras. Enseña en Bolívar y Chivilcoy. En 1938, publica bajo el pseudónimo de Julio Denis su primer poemario, “Presencia”.
Maestro
Julio Cortázar recorrió Argentina impartiendo clases antes de alcanzar renombre internacional por su obra literaria. Estuvo de profesor en la escuela San Carlos de la ciudad de Bolívar, del 31 de mayo de 1937 al 31 de julio de 1939, y en la Escuela Normal de Chivilcoy como titular de Historia, Geografía e Instrucción Cívica, del 22 de agosto de 1939 hasta julio de 1944, fecha en la que le ofrecieron las cátedras de Literatura Meridional y Septentrional en la Universidad de Cuyo, que dictó en 1944 y 1945. “Enseñé en ella sin tener título universitario. Era una universidad muy joven, pagaban unos sueldos de hambre, pero al mismo tiempo nos proponía a los jóvenes argentinos una especie de apostolado: ir a enseñar aquello que nosotros conocíamos mejor que los estudiantes”. En la universidad, Cortázar dejó de enseñar instrucción cívica y dio un curso sobre literatura francesa e inglesa.
En 1941, Julio Cortázar publica un artículo sobre Rimbaud en la Revista “Huella” y el 22 de octubre de ese mismo año aparece el relato “Llama el teléfono, Delia” en “El Despertar de Chivilcoy”, firmado con el seudónimo Julio Denis.
En 1944 es trasladado a Cuyo (Mendoza), en cuya Universidad imparte cursos de Literatura Francesa. Ese año publica el relato “Bruja”, en Correo Literario. Renuncia a su cargo docente en 1945 cuando Juan Domingo Perón. Ese mismo año regresa a Buenos Aires, con los cuentos que conforman el volumen “La otra orilla”. Comienza a trabajar en la Cámara Argentina del Libro en 1946. Continúa colaborando en prensa con artículos, traducciones y algún relato.
En 1948 obtiene el título de traductor público de inglés y francés. Un año más tarde, Julio Cortázar publica, por primera vez con su nombre, el poema dramático “Los reyes”, obra que había aparecido en la Revista “Los Anales de Buenos Aires” en el número de octubre-diciembre de 1947. Ese verano escribe su primera novela, “Divertimento”, que será publicada póstumamente. En noviembre de ese año y hasta mediados del siguiente viaja por Europa, donde decide vivir. En 1950, escribe “El examen”, rechazada por la Editorial Losada y que será también publicada tras su muerte.
A los nueve años, Julio Cortázar ya había escrito una novela. “No tengo ni la menor idea de lo que era, aunque supongo que algo muy lacrimoso, muy romántico, una historia en la que todo el mundo moría al final”. Una novela tan buena que su madre pensó estaba copiada, algo que supuso un varapalo para el niño Julio Cortázar. En 1938 publica bajo el pseudónimo de Julio Denis, el poemario “Presencia”. “Empecé a publicar bastante tarde. No he sido un escritor precoz en el plano de la edición, aunque sí en el de la escritura. Quizá haya un elemento culpable, una especie de narcisismo personal, pero más bien lo veo como una autocrítica muy rigurosa”. Prueba de ello es la novela que escribió en los mismos años, “Las nubes y el arquero”, cuyo original se extravió.
Julio Cortázar obtiene una beca del gobierno francés y viaja a París, donde comienza a trabajar con un distribuidor de libros y como locutor radial, trabajo que perderá debido a su acento.
En 1951 publica “Bestiario”, su primer libro de cuentos, y en 1953 se casa con Aurora Bernárdez, con quién hace un amplio viaje por Italia. Durante su breve estancia en Roma traduce las obras en prosa de Edgar Allan Poe. En 1954 empieza a trabajar como traductor para la UNESCO y se instala definitivamente en París. En 1956 publica “Final del juego” y la traducción de los cuentos completos de Edgar Allan Poe. En 1959, se edita “Las armas secretas”, que incluye el relato “El perseguidor”. El año siguiente viaja a Argentina y publica una novela escrita durante ese viaje en barco: “Los premios”.
Durante años, el modo de sustento de Julio Cortázar provino de sus traducciones. Primero, en la prensa argentina, y posteriormente en la UNESCO, Cortázar se entregó a la labor con la misma intensidad que a la literatura. Tradujo a Gide, Chesterton, Daniel Defoe y Henry Bremond, pero el golpe de gracia vendría con las traducciones —míticas ya- de la obra en prosa de Edgar Allan Poe y “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar. “Pienso también que lo que me ayudó fue el aprendizaje, muy temprano, de lenguas extranjeras y el hecho de que la traducción, desde un comienzo, me fascinó. Si yo no fuera un escritor, sería un traductor”.
Julio Cortázar viaja a Cuba, donde se fragurara su compromiso político con la Revolución Cubana. También en 1961 aparece la primera traducción de una obra de Cortázar: la editorial francesa Fayard publica “Los premios”. El año siguiente ve la luz “Historias de cronopios y famas”, en la editorial Minotauro de Buenos Aires, y en 1963 lo hará “Rayuela”. La explosión de esa novela impresionó no sólo a la crítica y al público lector, sino además supuso toda una revelación para millares de jóvenes que se asomaban por primera vez a la literatura. Así lo dice el mismo Cortázar: “A mí se me ocurrió intentar un libro en el que el lector, en lugar de leer el libro consecutivamente, tuviera varias opciones. Cuando terminé Rayuela pensé que había escrito un libro de un hombre de mi edad para lectores de mi edad, y la gran maravilla cuando se publicó en Argentina y en toda la América Latina, es que encontró sus lectores en los jóvenes, en quienes yo jamás había pensado directamente al escribir este libro. Los verdaderos lectores de Rayuela han sido los jóvenes. Y ese fenómeno se ha venido manteniendo a lo largo de los años. Esa es la gran maravilla de un escritor: saber que ha escrito un libro pensando que hacía una cosa que correspondía a su edad, a su tiempo y a su clima, y descubrir de pronto que planteó problemas que son de la generación siguiente. Esa es para mí la gran recompensa, la justificación total de Rayuela”.
Ese mismo año participa como jurado en el Premio Casa de las Américas, en La Habana. Las traducciones de sus obras y sus colaboraciones en prensa se suceden.
En 1966 publica “Todos los fuegos el fuego” y asume con la publicación de su artículo “Para llegar a Lezama Lima” su compromiso con la izquierda latinoamericana y su lucha de liberación.
Al año siguiente aparece “La vuelta al día en ochenta mundos”, y en 1968 “62, modelo para armar” y “Buenos Aires, Buenos Aires”. 1969 será el año del volumen de miscelánea “Último round”. En 1970, viaja a Chile para asistir a la investidura como Presidente de la República de Salvador Allende, y la editorial Sudamericana reúne en el libro “Relatos” una selección de cuentos de “Todos los fuegos el fuego”, “Las armas secretas”, “Final del juego” y “Bestiario”.
En 1967, rompió su vínculo con Bernárdez y se unió a la lituana Ugné Karvelis, con quien nunca contrajo oficialmente matrimonio, pero quien le inculcó un gran interés por la política. Con su tercera pareja y segunda esposa, la escritora canadiense Carol Dunlop, realizó numerosos viajes, uno de los primeros fue a Polonia, donde participó en un congreso de solidaridad con Chile. Otro de los viajes que hizo junto a Carol Dunlop fue plasmado en el libro “Los autonautas de la cosmopista” que cuenta el trayecto de la pareja por la autopista París-Marsella. Tras la muerte de Carol Dunlop, Aurora Bernárdez lo acompañará durante su enfermedad y se convertirá en la única heredera de su obra publicada y de sus textos.
Algunos de los poemas escritos por Julio Cortázar entre 1948 y 1958 se publican en 1971 bajo el título de “Pameos y meopas”. En 1972, es el turno de Prosa del observatorio, que incluye fotografías suyas, y en 1973 el de su obra más política, “El libro de Manuel”. La obra será galardonada con el Premio Médicis. En 1974, viaja a Roma como miembro del Tribunal Russell —una institución dedicada al estudio de la situación política y de los derechos humanos en Latinoamérica- y aparece “Octaedro”. Al año siguiente, participa en la Comisión Internacional de Investigación de los crímenes del régimen pinochetista, que tiene lugar en México, y pronuncia una serie de conferencias sobre la literatura latinoamericana en la Universidad de Oklahoma, recogidas —junto a otros dos textos- en “The final island: The fiction of Julio Cortázar”.
En 1975, publica “Fantomas contra los vampiros multinacionales” y “Silvalandia”. En 1976 aparece “Estrictamente no profesional. Humanario”, e inicia sus viajes a Nicaragua con una estancia en Solentiname que recogerá un año más tarde en el texto “Apocalipsis en Solentiname”, aparecido en el libro de relatos “Alguien aparece por ahí”.
En 1978 se separa de Ugné Karvelis y da a la imprenta un libro sobre pintura, “Territorios”. En 1979 publica “Un tal Lucas”. En 1980 se casa con Carol Dunlop, y desde una nueva visita a Nicaragua se compromete con la Revolución Sandinista, además de conocer en Panamá a Omar Torrijos. Ese mismo año dicta unas conferencias en la universidad californiana de Berkeley, y publicó el libro de cuentos “Queremos tanto a Glenda”.
En agosto de 1981 sufrió una hemorragia gástrica y salvó su vida de milagro. Nunca dejó de escribir, fue su pasión aún en los momentos más difíciles. En 1983, vuelta la democracia en Argentina, Cortázar hace un último viaje a su patria, donde es recibido cálidamente por sus admiradores, que lo paran en la calle y le piden autógrafos, en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales. Después de visitar a varios amigos, regresa a París. Poco después François Mitterrand le otorga la nacionalidad francesa. Carol Dunlop había fallecido el 2 de noviembre de 1982, sumiendo a Cortázar en una profunda depresión.
En 1984, recibe la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío nicaragüense. El 12 de febrero de ese año muere de leucemia y es enterrado junto a Carol Dunlop en el cementerio parisino de Montparnasse.
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