Occidente tiembla por alianza Rusia-China
Hedelberto López Blanch
La reciente visita del presidente de China, Xi Jinping a Rusia y sus largas conversaciones con su homólogo Vladimir Putin han sobrepasado las expectativas al concretarse la aceleración en diferentes esferas y específicamente en la rama comercial.


Contrario a lo que elucubraron Estados Unidos y Europa Occidental para tratar de aislar a Rusia, las relaciones del gigante euroasiático se han reforzado enormemente con China, así como con naciones de Asia, África y América Latina. Pero el fortalecimiento de los intercambios y cooperación entre Moscú y Beijing es el que más preocupa a los halcones de Washington.

La reciente visita del presidente de China, Xi Jinping a Rusia y sus largas conversaciones con su homólogo Vladimir Putin han sobrepasado las expectativas al concretarse la aceleración en diferentes esferas y específicamente en la rama comercial.

Vayamos por parte. El comercio entre los dos países aumentó un 29,3 % hasta alcanzar la cifra récord de 190 271 millones de dólares en 2022, según los datos de la Administración General de Aduanas china.

Beijing exportó a Rusia mercancías por 76 122 millones de dólares en 2022, lo que supone un aumento del 12,6 % respecto al mismo periodo de 2021, mientras que los envíos de Rusia a China crecieron 43,4 %, hasta los 114 149 millones de dólares.

Los datos muestran que Rusia fue el líder en 2022 en términos de facturación comercial total y exportaciones a China. A finales de 2021, el volumen de negocios entre ambas naciones subió en 35,8 % hasta alcanzar la cifra récord de 146 887 millones de dólares.

Para el presente año esperan sobrepasar la cifra de 200 000 millones de dólares, o mejor dicho, en yuanes y rublos, pues los dos gigantes comerciales se han propuesto realizar la mayoría de los intercambios en sus monedas nacionales.

En el marco de fortalecer tanto al rublo como el yuan, el presidente ruso apoyó el uso de las dos monedas para el intercambio con Asia, África y América Latina. Eso como es lógico tendrá un gran impacto a nivel mundial y ayudará a debilitar un poco más el uso del dólar en la esfera internacional.

Putin dio la bienvenida a las empresas chinas que quisieran invertir en los nichos dejados por las compañías occidentales que abandonaron el gigante euroasiático.

En las extensas ramas para la colaboración aparece la larga frontera terrestre que comparten por lo que están apostando a la formación de corredores ferroviarios y viales en dirección China-Europa y viceversa a través de Rusia para satisfacer las necesidades del creciente tráfico de mercancías y pasajeros.

Moscú tiene mucho que ofrecer a Beijing, sobre todo en el sector energético como petróleo, gas, carbón, energía eléctrica y nuclear.

Ambos líderes aprobaron la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia 2 que a lo largo de 2 600 kilómetros a través de las estepas de Mongolia partirá de la región rusa de Siberia hasta Xin-jiang, en el noroeste de China y cuando esté completado en los próximos años, podrá conducir 50.000 millones de metros cúbicos de gas.

Esto permitirá reorientar las entregas del preciado combustible y a la par de su economía, fuera del mercado europeo debido a las extorsiones impuestas a Moscú por Estados Unidos y seguidas ciegamente por Bruselas desde que Rusia comenzó la Operación Militar Especial para desmilitarizar y desnazificar Ucrania.

Ya en 2019, quedó inaugurado el Fuerza de Siberia 1, por tuberías conectadas desde la región oriental rusa de Yakutia hasta la provincia china de Heilongjiang. El año pasado los suministros a China, a través de ese gasoducto alcanzaron el récord de 15.500 millones de metros cúbicos, lo que representa un incremento del 49% con respecto a 2021.

El objetivo para 2030 es el de entregar unos 98.000 millones de metros cúbicos de gas y 100 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL).

Durante las conversaciones entre ambos estadistas, se confirmó la creación de un órgano de trabajo conjunto para el desarrollo de la ruta marítima del norte, una de las vías en las aguas heladas del Ártico cada vez más navegables por el deshielo de los glaciares.

Esta vía por la región ártica será una alternativa, mucho más corta, al canal de Suez para transportar mercancías entre Europa y Asia.

Con el deshielo de los casquetes polares, que se derriten a una velocidad sin precedentes, navegar a través del Ártico es más rápido, mas sencillo, más estable y, sobre todo, más barato, por lo que se espera que en los próximos años el tráfico de la ruta del Norte aumente exponencialmente a medida que gane importancia en el panorama del comercio mundial.

En agosto de 2017, el buque metanero ruso Cristophe de Margerie navegó desde Noruega hasta Corea del Sur a través del Ártico en solo 19 días, un 30 % menos que la ruta que cruza el canal de Suez sin necesidad de acompañarse de un buque rompehielos, y en enero de 2018, en mitad del invierno, el navío ruso Eduard Toll hizo la distancia de Corea del Sur al puerto de Sabetta en Rusia con el mismo resultado.

Todo hace indicar que pronto se podrá usar, por los efectos del cambio climático, esa vía que une los océanos Atlántico y Pacífico a través del Ártico.

Por eso las declaraciones de Xi Jinping han sido como un mazazo para Occidente cuando afirmó: “Con esfuerzos comunes, las relaciones entre China y Rusia muestran una dinámica de desarrollo saludable y estable. La confianza política se está profundizando, los intereses comunes se están multiplicando, los pueblos se están acercando, y la cooperación en las dimensiones comercial, económica, de inversión, energética, cultural, humanitaria e interregional se está desarrollando de manera constante”.

Al buen entendedor con pocas palabras, bastan.

Contrario a lo que elucubraron Estados Unidos y Europa Occidental para tratar de aislar a Rusia, las relaciones del gigante euroasiático se han reforzado enormemente con China, así como con naciones de Asia, África y América Latina. Pero el fortalecimiento de los intercambios y cooperación entre Moscú y Beijing es el que más preocupa a los halcones de Washington.

La reciente visita del presidente de China, Xi Jinping a Rusia y sus largas conversaciones con su homólogo Vladimir Putin han sobrepasado las expectativas al concretarse la aceleración en diferentes esferas y específicamente en la rama comercial.

Vayamos por parte. El comercio entre los dos países aumentó un 29,3 % hasta alcanzar la cifra récord de 190 271 millones de dólares en 2022, según los datos de la Administración General de Aduanas china.

Beijing exportó a Rusia mercancías por 76 122 millones de dólares en 2022, lo que supone un aumento del 12,6 % respecto al mismo periodo de 2021, mientras que los envíos de Rusia a China crecieron 43,4 %, hasta los 114 149 millones de dólares.

Los datos muestran que Rusia fue el líder en 2022 en términos de facturación comercial total y exportaciones a China. A finales de 2021, el volumen de negocios entre ambas naciones subió en 35,8 % hasta alcanzar la cifra récord de 146 887 millones de dólares.

Para el presente año esperan sobrepasar la cifra de 200 000 millones de dólares, o mejor dicho, en yuanes y rublos, pues los dos gigantes comerciales se han propuesto realizar la mayoría de los intercambios en sus monedas nacionales.

En el marco de fortalecer tanto al rublo como el yuan, el presidente ruso apoyó el uso de las dos monedas para el intercambio con Asia, África y América Latina. Eso como es lógico tendrá un gran impacto a nivel mundial y ayudará a debilitar un poco más el uso del dólar en la esfera internacional.

Putin dio la bienvenida a las empresas chinas que quisieran invertir en los nichos dejados por las compañías occidentales que abandonaron el gigante euroasiático.

En las extensas ramas para la colaboración aparece la larga frontera terrestre que comparten por lo que están apostando a la formación de corredores ferroviarios y viales en dirección China-Europa y viceversa a través de Rusia para satisfacer las necesidades del creciente tráfico de mercancías y pasajeros.

Moscú tiene mucho que ofrecer a Beijing, sobre todo en el sector energético como petróleo, gas, carbón, energía eléctrica y nuclear.

Ambos líderes aprobaron la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia 2 que a lo largo de 2 600 kilómetros a través de las estepas de Mongolia partirá de la región rusa de Siberia hasta Xin-jiang, en el noroeste de China y cuando esté completado en los próximos años, podrá conducir 50.000 millones de metros cúbicos de gas.

Esto permitirá reorientar las entregas del preciado combustible y a la par de su economía, fuera del mercado europeo debido a las extorsiones impuestas a Moscú por Estados Unidos y seguidas ciegamente por Bruselas desde que Rusia comenzó la Operación Militar Especial para desmilitarizar y desnazificar Ucrania.

Ya en 2019, quedó inaugurado el Fuerza de Siberia 1, por tuberías conectadas desde la región oriental rusa de Yakutia hasta la provincia china de Heilongjiang. El año pasado los suministros a China, a través de ese gasoducto alcanzaron el récord de 15.500 millones de metros cúbicos, lo que representa un incremento del 49% con respecto a 2021.

El objetivo para 2030 es el de entregar unos 98.000 millones de metros cúbicos de gas y 100 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL).

Durante las conversaciones entre ambos estadistas, se confirmó la creación de un órgano de trabajo conjunto para el desarrollo de la ruta marítima del norte, una de las vías en las aguas heladas del Ártico cada vez más navegables por el deshielo de los glaciares.

Esta vía por la región ártica será una alternativa, mucho más corta, al canal de Suez para transportar mercancías entre Europa y Asia.

Con el deshielo de los casquetes polares, que se derriten a una velocidad sin precedentes, navegar a través del Ártico es más rápido, mas sencillo, más estable y, sobre todo, más barato, por lo que se espera que en los próximos años el tráfico de la ruta del Norte aumente exponencialmente a medida que gane importancia en el panorama del comercio mundial.

En agosto de 2017, el buque metanero ruso Cristophe de Margerie navegó desde Noruega hasta Corea del Sur a través del Ártico en solo 19 días, un 30 % menos que la ruta que cruza el canal de Suez sin necesidad de acompañarse de un buque rompehielos, y en enero de 2018, en mitad del invierno, el navío ruso Eduard Toll hizo la distancia de Corea del Sur al puerto de Sabetta en Rusia con el mismo resultado.

Todo hace indicar que pronto se podrá usar, por los efectos del cambio climático, esa vía que une los océanos Atlántico y Pacífico a través del Ártico.

Por eso las declaraciones de Xi Jinping han sido como un mazazo para Occidente cuando afirmó: “Con esfuerzos comunes, las relaciones entre China y Rusia muestran una dinámica de desarrollo saludable y estable. La confianza política se está profundizando, los intereses comunes se están multiplicando, los pueblos se están acercando, y la cooperación en las dimensiones comercial, económica, de inversión, energética, cultural, humanitaria e interregional se está desarrollando de manera constante”.

Al buen entendedor con pocas palabras, bastan.


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