Salvador Allende vive en el corazón del pueblo
“No puedo ni podré olvidar jamás que todo lo que he sido y todo lo que soy se lo debo a mi partido”.



Salvador Guillermo Allende Gossens nació el 26 de junio de 1908 a la una y media de la madrugada en avenida España Nº 615, Santiago. Los años de infancia coincidieron con la incubación de profundos problemas económico-sociales, marco bajo cuyas condiciones creció y estudió.

Hijo de un funcionario público itinerante, con anterioridad había vivido con sus padres desde los tres años en Tacna, la ciudad peruana ocupada por Chile, y luego en Iquique, en Santiago siete meses como estudiante del Instituto Nacional a los once años, y más tarde en Valdivia. Finalmente, su padre asumió como notario en Valparaíso y el adolescente Salvador se incorporó al Liceo de Hombres, futuro liceo Eduardo de la Barra.

En 1918 su padre decidió enviarlo a Santiago, al Instituto Nacional. Años más tarde, cursando el 4to año de humanidades, el joven Salvador Allende escuchó hablar de un suceso destinado a transformar el mundo: la Revolución de Octubre. En el acto se abrieron profundas interrogantes y sería un maestro ebanista, perteneciente a la cultura de los anarquistas, llamado Juan Demarchi quien lo introduciría en los problemas de la cuestión social.

Tras el servicio militar ingresó a la universidad, donde pronto se transformó en líder. Asumió la presidencia del Centro de Estudiantes de Medicina y la vicepresidencia de la FECH (Federación de Estudiantes de Chile), situación que coincidió con un conflictivo cuadro histórico, caracterizado por el fin de una fase dorada, basada en los beneficios del excedente salitrero y por un agudo conflicto en todas las áreas de la sociedad, período tenso y convulso que culminó con la irrupción de los militares y la posterior dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931).

Después de estudiar medicina en Santiago, Allende regresa a Valparaíso, donde se inicia como médico, se lanza a la política y al poco tiempo es elegido diputado de la zona por el Partido Socialista.


Actividad política

A principios de la década del treinta, tras sucesivas manifestaciones populares que estremecieron al país, cayó el régimen. Allende asumió a cabalidad sus responsabilidades como dirigente estudiantil y poco después apoyó activamente el episodio de la República Socialista (1932), actitud que le costó la comparecencia ante tres cortes marciales. Bajo estas circunstancias y estando detenido, le comunicaron la noticia del inminente fallecimiento de su progenitor. Acto seguido, haciendo uso de un permiso de dos horas, llegaría ante el cuerpo de su padre sólo para despedirse.

Durante esta fase el pensamiento del novel dirigente adquirió matrices rectores y definiciones conceptuales y teóricas. En su primera etapa de conciencia social se entrelazaron razonamientos provenientes de la teoría marxista del conocimiento, producto de las tertulias universitarias y de su adscripción al grupo Avance, y aspectos del ideario anarquista por la irradiación y embrujo del fascinante ebanista J. Demarchi.

En 1929, adoptando la tradición familiar, ingresó a la masonería.

En este período, el mérito radica en la lucha por la imposición del sistema democrático que logró perdurar entre 1933 y 1973, excepción hecha de los desbordes del gobierno de Arturo Alessandri Palma y de Gabriel González Videla. Es en esta etapa juvenil cuando despuntaron sus dotes de conductor y líder del ideario socialista.

Una de las expresiones más significativas pronunciadas por Allende, luego del triunfo de la Unidad Popular, fue “No puedo ni podré olvidar jamás que todo lo que he sido y todo lo que soy se lo debo a mi partido”.

La organización política lo dotó de parámetros analíticos y paradigmas teóricos que le acompañaron durante toda la vida. El nexo entablado es tan sólido que sólo la muerte pudo romper la relación entre Allende —persona y Allende— militante. De militante pronto se transformó en jefe del núcleo, para luego asumir la secretaría de estudios sociales y la dirección regional de su partido. Desde esa posición y vinculado familiarmente con Marmaduke Grove, apoyó la experiencia de la República Socialista (1932), febril actividad política que no pasó inadvertida porque pronto recayó sobre él la ira de los sectores dominantes, quienes lo calificaron como un peligroso agitador. Fue detenido y luego relegado a Caldera, en medio del desborde represivo desencadenado por Arturo Alessandri. Tenía entonces 27 años.



Alianza de la izquierda

Un año más tarde, ya de vuelta en el puerto, contribuyó a la formación de una alianza de profundo contenido histórico para la causa popular y el desarrollo de la nación, como fue el Bloque de Izquierdas, antecedente inmediato del Frente Popular, episodio histórico - político que contribuyó a su acceso a la Cámara de Diputados en 1937.

La formación del Bloque de Izquierdas en Valparaíso antecedió al Frente Popular, alianza de gravitantes consecuencias en la que Salvador Allende tuvo una destacada participación como Ministro de Salubridad (1939), en representación de un partido del cual se había transformado en subsecretario general. Entre las múltiples actividades y responsabilidades, destaca la participación en la fundación de las Milicias Socialistas.

El rango ministerial fue asumido en una particular coyuntura. El presidente Pedro Aguirre Cerda, lo incorporó al gabinete con el objetivo de reforzar posiciones ante un intento de golpe de Estado perpetrado por el general Ariosto Herrera, aunque tras bambalinas se ocultaba Carlos Ibáñez del Campo, el antiguo dictador.

Días antes había estallado la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En Chile las repercusiones no se hicieron esperar, pero el gobierno mantuvo una benevolente neutralidad favorable al eje. La izquierda demanda la ruptura de relaciones diplomáticas con el eje nazi fascista, exigencia retrasada por la muerte del Presidente Aguirre Cerda, a quien sucedió Juan Antonio Ríos. El Ministro de Salubridad presentó su renuncia por desacuerdos en la conducción de la política nacional e internacional.

En 1940 contrajo matrimonio con Hortensia Bussi, una joven profesora de Historia y Geografía, a quien había conocido el 25 de enero de 1939 bajo las circunstancias aciagas del terremoto de Chillán.

Un par de años más tarde (1943) asumió la Secretaría General del Partido Socialista, para luego ser electo senador (1945) por la antigua circunscripción de Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé, Aysén y Magallanes.

Independientemente de la suerte corrida, los gobiernos del Frente Popular repercutieron significativamente en la historia de Chile, al modernizar las estructuras del Estado, desarrollar infraestructura económica y acelerar cambios en el sistema político. La característica de esta fase es la normalidad progresiva y normativa político-institucional en el funcionamiento de los aparatos del Estado, cuestión que floreció a partir del 1958. El fundamento histórico y político de la estrategia política de Allende era la profundización democrática, el robustecimiento del desarrollo y un nuevo modelo de democracia social sustentada en el Estado.


Del FRAP a la UP

En 1951, el Mussolini del nuevo mundo, como gustó hacerse llamar Carlos Ibáñez del Campo, presentó su candidatura presidencial siendo apoyado por un sector democrático. Ante esta situación, Salvador Allende junto a comunistas, radicales doctrinarios y la izquierda socialista fundaron el Frente del Pueblo, alianza calificada como una conciencia en marcha.

Los 52 mil votos obtenidos por Allende en las elecciones presidenciales de 1952 inauguraron un período que 17 años más tarde culminó en la Unidad Popular. Pero lo central de estos acontecimientos radica en la aparición de un proyecto que contenía un programa y una concepción de sociedad. La participación en la justa electoral no fue un mero simbolismo, porque en el centro de la escena histórica comenzaban a tomar posición nuevas fuerzas sociales, que irrumpieron en el sistema político a través de un electorado de masas que se amplió (1958), marco en que se configuró la estrategia político-institucional.

Salvador Allende, en esta coyuntura, terminó por convertirse en el epicentro de cualquier alianza, proyectando su figura por sobre la izquierda. Era ya el líder natural de los desposeídos y un dirigente respetado cuando en 1953 fue reelegido senador por Tarapacá y Antofagasta.

Tres años después, el Frente del Pueblo dio paso a una alianza más amplia, con la incorporación de nuevos grupos sociales y políticos al conglomerado. La aparición del FRAP coincidió además con la unificación de la clase obrera en torno a la CUT (1953), el reingreso de la FECH y un nuevo nivel de desarrollo del campesinado organizado, mientras la sociedad civil experimentaba la ampliación del derecho a voto y la solidificación del sistema político, curso fortalecido además por la unificación del Partido Socialista (PS) (1957) y los desacuerdos del 10mo congreso del PS (1956). Todos estos acontecimientos se materializaron en la extraordinaria votación alcanzada por su candidatura presidencial en 1958, ocasión en que lo derrotó J. Alessandri por un escaso margen de votos.

En 1961 nuevamente fue elegido senador de la República, esta vez por su natal Valparaíso. Un par de años más tarde, la Asamblea Nacional del Pueblo lo proclamó abanderado de las aspiraciones populares, asumiendo por tercera vez la responsabilidad de la candidatura presidencial. En esta ocasión (1964), enfrentó a Eduardo Frei, líder histórico de la Democracia Cristiana. A poco andar la campaña fue ganando fuerza, hasta que en marzo de 1964, pocos meses antes de la elección presidencial, en una elección complementaria por Curicó, el FRAP, contra toda previsión logró un triunfo con la elección del doctor Oscar Naranjo. La derecha, profundamente alarmada, optó por entregar sus votos a Eduardo Frei, considerándolo como un mal menor.



A principios de la década del setenta despunta en América Latina un fenómeno de gravitantes consecuencias, como fue el triunfo de la revolución cubana, de la que Allende fue un decidido partidario y defensor. Se abrió así un período particularmente convulso, caracterizado por la agudización de los conflictos internacionales, especialmente en el Tercer Mundo, influjo ante el cual una gran parte de la izquierda latinoamericana y chilena rindió tributo, suscribiendo la tesis de la vía armada y de asalto directo al poder político del Estado.
Entre 1966 y 1969, Allende ocuparía el cargo de presidente del Senado, siendo reelecto este último año por la circunscripción de Chiloé, Aysén y Magallanes.

Desempeñó un destacado lugar en el ámbito de la política internacional al participar en la Conferencia Tricontinental y, posteriormente, en la fundación de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), episodio que sumado a su apoyo a la guerrilla de Ernesto Che Guevara lo pusieron en el centro de los ataques de la derecha.

Pese a circunstancias poco favorables, Allende persiste en su postura analítica, teniendo presente las características históricas de Chile. El resultado sería la exigencia de vastos sectores para que Allende asumiera nuevamente la representación de la izquierda, de manera que en enero de 1970 fue proclamada su cuarta candidatura a la presidencia de la República. A diferencia de las ocasiones anteriores, contaba con el apoyo del tronco radical y con el especial concurso de actores de raíz cristiana que dieron un peso particular a la alianza esta vez denominada Unidad Popular. Acto seguido, el 4 de septiembre de 1970, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales más disputadas de la historia nacional de Chile, bajo un clima frío y febril. La madrugada del 5 de septiembre el triunfo de Salvador Allende era una realidad.

El gobierno de la UP se extendió desde 1970 hasta 1973, su llegada al poder marcó un intento genuino de implementar reformas socialistas a través de medios democráticos, y su experiencia proporciona una oportunidad para examinar cómo las teorías marxistas se aplican en la práctica gubernamental y cómo las dinámicas estructurales pueden influir en los resultados.

A través de reformas como la nacionalización de la industria, la redistribución de la tierra y la expansión de los derechos laborales, Allende buscó avanzar hacia un sistema socialista en el que los trabajadores tuvieran un mayor control sobre los medios de producción. Este enfoque era coherente con la lucha por la superación de las contradicciones propias del capitalismo. Marx argumentaba que la propiedad privada de los medios de producción llevaba a la explotación de la clase trabajadora y la concentración de la riqueza en manos de unos pocos. La nacionalización y la socialización de estos medios se consideran pasos esenciales hacia la eliminación de estas desigualdades.

Sin embargo, el gobierno de Allende también se enfrentó a una serie de desafíos estructurales y políticos. Las fuerzas de oposición, en colaboración con intereses extranjeros y agentes capitalistas, se resistieron activamente a las políticas de la Unidad Popular. Esta resistencia se materializó en la forma de boicots económicos, escasez de alimentos y otros actos destinados a socavar el apoyo popular al gobierno.

Estos eventos pueden interpretarse como una manifestación de la lucha de clases en un momento de cambio social. La élite económica y política, consciente de que sus privilegios estaban en juego, recurrió a tácticas destinadas a proteger sus intereses. Esto pone de relieve una de las principales ideas de Marx que “la clase dominante no renunciará voluntariamente a su poder y posición, y luchará para preservarlos”.

Por espacio de mil días, se desarrolló la experiencia de la Unidad Popular entre lo que destacamos en julio de 1971, la Ley para la Nacionalización de la Gran Minería del Cobre. En el aspecto económico la instauración de una política de acentuada redistribución del ingreso y de reactivación de la economía. La Ley de Reforma Agraria, aprobada durante la presidencia de Eduardo Frei Montalva, le permitió avanzar rápido en la expropiación de grandes latifundios. Dio los primeros pasos para construir el área de propiedad social de la economía.

En el ámbito de las relaciones internacionales, el gobierno de la UP restableció las relaciones bilaterales con Cuba y se iniciaron, por primera vez, relaciones con China, Corea del Norte, Vietnam del Norte y Alemania Oriental.

En julio de 1971, visitó Salta en la República Argentina y entre agosto y septiembre, estuvo en Colombia, Ecuador y Perú. Entre noviembre y diciembre de 1972, realizó una gira a México, Estados Unidos, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Cuba. En mayo de 1973, asistió a la asunción del mando del presidente Héctor José Cámpora en Argentina.

Hacia mediados de 1972 se aceleró una profunda crisis económica, que se expresó en el aumento de la inflación y en el estancamiento productivo, con consecuencias de desabastecimiento de bienes básicos en importantes sectores de la población. Los niveles de inflación experimentaron una brusca escalada.

En el mes de octubre de ese año, se produjo un boicot protagonizado por grandes y medianos empresarios.

En las elecciones parlamentarias de 1973, la oposición agrupada en la Confederación por la Democracia, alianza conformada por el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Nacional, no alcanzó los dos tercios de los votos que se requerían para destituirlo. La alianza de gobierno por su parte obtuvo el 43% de los votos.

En los meses siguientes se agravó la crisis política, lo que se expresó en la sublevación militar llamada “tanquetazo”, del 29 de junio de 1973, y en el fracaso de las conversaciones gobierno-oposición, en el mes de agosto.

El 11 de septiembre de 1973, fue derrocado su gobierno mediante un Golpe Militar liderado por las Fuerzas Armadas y de Carabineros al mando de Augusto Pinochet. El presidente Allende resiste valientemente ante el ataque al Palacio de La Moneda. Muere al final de los combates.

En su último mensaje a su pueblo transmitido por Radio Magallanes, dijo: “Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres el momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!”


Primer entierro

Tras su muerte un helicóptero de la FACH traslada el cuerpo del presidente Salvador Allende al Cementerio Santa Inés, en Viña del Mar. El féretro es llevado a la tumba de Inés, hermana de Allende, recientemente fallecida. En medio de un gran despliegue militar, y a vista de algunos trabajadores del Cementerio, Hortensia Bussi entierra a su esposo, presidente constitucional de Chile.

Tomando una flor de una tumba vecina, Hortensia Bussi declara: “Sepan ustedes que al que estamos enterrando es Salvador Allende, presidente de Chile. Está siendo enterrado aquí de forma anónima. Pero les pido a ustedes que cuenten a sus parientes, a sus vecinos, a sus amigos, quién está sepultado aquí. Y cuando yo no esté, les pido que le traigan flores, que nunca le falten flores. Tenga bien cuidada la tumba hasta mi regreso.”


Entierro oficial

Por iniciativa de la viuda del Presidente, sus hijas y nietos, se crea la Fundación Salvador Allende (FSA). El 4 de septiembre de 1990 la FSA realiza su primera actividad: el funeral oficial del presidente Salvador Allende. A esta jornada se la denominó Encuentro por la paz. La organización fue promovida por el primer gobierno democrático, liderado por el presidente Patricio Aylwin Azócar. El cuerpo de Salvador Allende encontró el descanso definitivo en el Mausoleo que lleva su nombre, situado en el Cementerio General de Santiago de Chile, lugar que es visitado diariamente por centenares de chilenos y extranjeros.

 


Salvador Guillermo Allende Gossens nació el 26 de junio de 1908 a la una y media de la madrugada en avenida España Nº 615, Santiago. Los años de infancia coincidieron con la incubación de profundos problemas económico-sociales, marco bajo cuyas condiciones creció y estudió.

Hijo de un funcionario público itinerante, con anterioridad había vivido con sus padres desde los tres años en Tacna, la ciudad peruana ocupada por Chile, y luego en Iquique, en Santiago siete meses como estudiante del Instituto Nacional a los once años, y más tarde en Valdivia. Finalmente, su padre asumió como notario en Valparaíso y el adolescente Salvador se incorporó al Liceo de Hombres, futuro liceo Eduardo de la Barra.

En 1918 su padre decidió enviarlo a Santiago, al Instituto Nacional. Años más tarde, cursando el 4to año de humanidades, el joven Salvador Allende escuchó hablar de un suceso destinado a transformar el mundo: la Revolución de Octubre. En el acto se abrieron profundas interrogantes y sería un maestro ebanista, perteneciente a la cultura de los anarquistas, llamado Juan Demarchi quien lo introduciría en los problemas de la cuestión social.

Tras el servicio militar ingresó a la universidad, donde pronto se transformó en líder. Asumió la presidencia del Centro de Estudiantes de Medicina y la vicepresidencia de la FECH (Federación de Estudiantes de Chile), situación que coincidió con un conflictivo cuadro histórico, caracterizado por el fin de una fase dorada, basada en los beneficios del excedente salitrero y por un agudo conflicto en todas las áreas de la sociedad, período tenso y convulso que culminó con la irrupción de los militares y la posterior dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931).

Después de estudiar medicina en Santiago, Allende regresa a Valparaíso, donde se inicia como médico, se lanza a la política y al poco tiempo es elegido diputado de la zona por el Partido Socialista.


Actividad política

A principios de la década del treinta, tras sucesivas manifestaciones populares que estremecieron al país, cayó el régimen. Allende asumió a cabalidad sus responsabilidades como dirigente estudiantil y poco después apoyó activamente el episodio de la República Socialista (1932), actitud que le costó la comparecencia ante tres cortes marciales. Bajo estas circunstancias y estando detenido, le comunicaron la noticia del inminente fallecimiento de su progenitor. Acto seguido, haciendo uso de un permiso de dos horas, llegaría ante el cuerpo de su padre sólo para despedirse.

Durante esta fase el pensamiento del novel dirigente adquirió matrices rectores y definiciones conceptuales y teóricas. En su primera etapa de conciencia social se entrelazaron razonamientos provenientes de la teoría marxista del conocimiento, producto de las tertulias universitarias y de su adscripción al grupo Avance, y aspectos del ideario anarquista por la irradiación y embrujo del fascinante ebanista J. Demarchi.

En 1929, adoptando la tradición familiar, ingresó a la masonería.

En este período, el mérito radica en la lucha por la imposición del sistema democrático que logró perdurar entre 1933 y 1973, excepción hecha de los desbordes del gobierno de Arturo Alessandri Palma y de Gabriel González Videla. Es en esta etapa juvenil cuando despuntaron sus dotes de conductor y líder del ideario socialista.

Una de las expresiones más significativas pronunciadas por Allende, luego del triunfo de la Unidad Popular, fue “No puedo ni podré olvidar jamás que todo lo que he sido y todo lo que soy se lo debo a mi partido”.

La organización política lo dotó de parámetros analíticos y paradigmas teóricos que le acompañaron durante toda la vida. El nexo entablado es tan sólido que sólo la muerte pudo romper la relación entre Allende —persona y Allende— militante. De militante pronto se transformó en jefe del núcleo, para luego asumir la secretaría de estudios sociales y la dirección regional de su partido. Desde esa posición y vinculado familiarmente con Marmaduke Grove, apoyó la experiencia de la República Socialista (1932), febril actividad política que no pasó inadvertida porque pronto recayó sobre él la ira de los sectores dominantes, quienes lo calificaron como un peligroso agitador. Fue detenido y luego relegado a Caldera, en medio del desborde represivo desencadenado por Arturo Alessandri. Tenía entonces 27 años.



Alianza de la izquierda

Un año más tarde, ya de vuelta en el puerto, contribuyó a la formación de una alianza de profundo contenido histórico para la causa popular y el desarrollo de la nación, como fue el Bloque de Izquierdas, antecedente inmediato del Frente Popular, episodio histórico - político que contribuyó a su acceso a la Cámara de Diputados en 1937.

La formación del Bloque de Izquierdas en Valparaíso antecedió al Frente Popular, alianza de gravitantes consecuencias en la que Salvador Allende tuvo una destacada participación como Ministro de Salubridad (1939), en representación de un partido del cual se había transformado en subsecretario general. Entre las múltiples actividades y responsabilidades, destaca la participación en la fundación de las Milicias Socialistas.

El rango ministerial fue asumido en una particular coyuntura. El presidente Pedro Aguirre Cerda, lo incorporó al gabinete con el objetivo de reforzar posiciones ante un intento de golpe de Estado perpetrado por el general Ariosto Herrera, aunque tras bambalinas se ocultaba Carlos Ibáñez del Campo, el antiguo dictador.

Días antes había estallado la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En Chile las repercusiones no se hicieron esperar, pero el gobierno mantuvo una benevolente neutralidad favorable al eje. La izquierda demanda la ruptura de relaciones diplomáticas con el eje nazi fascista, exigencia retrasada por la muerte del Presidente Aguirre Cerda, a quien sucedió Juan Antonio Ríos. El Ministro de Salubridad presentó su renuncia por desacuerdos en la conducción de la política nacional e internacional.

En 1940 contrajo matrimonio con Hortensia Bussi, una joven profesora de Historia y Geografía, a quien había conocido el 25 de enero de 1939 bajo las circunstancias aciagas del terremoto de Chillán.

Un par de años más tarde (1943) asumió la Secretaría General del Partido Socialista, para luego ser electo senador (1945) por la antigua circunscripción de Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé, Aysén y Magallanes.

Independientemente de la suerte corrida, los gobiernos del Frente Popular repercutieron significativamente en la historia de Chile, al modernizar las estructuras del Estado, desarrollar infraestructura económica y acelerar cambios en el sistema político. La característica de esta fase es la normalidad progresiva y normativa político-institucional en el funcionamiento de los aparatos del Estado, cuestión que floreció a partir del 1958. El fundamento histórico y político de la estrategia política de Allende era la profundización democrática, el robustecimiento del desarrollo y un nuevo modelo de democracia social sustentada en el Estado.


Del FRAP a la UP

En 1951, el Mussolini del nuevo mundo, como gustó hacerse llamar Carlos Ibáñez del Campo, presentó su candidatura presidencial siendo apoyado por un sector democrático. Ante esta situación, Salvador Allende junto a comunistas, radicales doctrinarios y la izquierda socialista fundaron el Frente del Pueblo, alianza calificada como una conciencia en marcha.

Los 52 mil votos obtenidos por Allende en las elecciones presidenciales de 1952 inauguraron un período que 17 años más tarde culminó en la Unidad Popular. Pero lo central de estos acontecimientos radica en la aparición de un proyecto que contenía un programa y una concepción de sociedad. La participación en la justa electoral no fue un mero simbolismo, porque en el centro de la escena histórica comenzaban a tomar posición nuevas fuerzas sociales, que irrumpieron en el sistema político a través de un electorado de masas que se amplió (1958), marco en que se configuró la estrategia político-institucional.

Salvador Allende, en esta coyuntura, terminó por convertirse en el epicentro de cualquier alianza, proyectando su figura por sobre la izquierda. Era ya el líder natural de los desposeídos y un dirigente respetado cuando en 1953 fue reelegido senador por Tarapacá y Antofagasta.

Tres años después, el Frente del Pueblo dio paso a una alianza más amplia, con la incorporación de nuevos grupos sociales y políticos al conglomerado. La aparición del FRAP coincidió además con la unificación de la clase obrera en torno a la CUT (1953), el reingreso de la FECH y un nuevo nivel de desarrollo del campesinado organizado, mientras la sociedad civil experimentaba la ampliación del derecho a voto y la solidificación del sistema político, curso fortalecido además por la unificación del Partido Socialista (PS) (1957) y los desacuerdos del 10mo congreso del PS (1956). Todos estos acontecimientos se materializaron en la extraordinaria votación alcanzada por su candidatura presidencial en 1958, ocasión en que lo derrotó J. Alessandri por un escaso margen de votos.

En 1961 nuevamente fue elegido senador de la República, esta vez por su natal Valparaíso. Un par de años más tarde, la Asamblea Nacional del Pueblo lo proclamó abanderado de las aspiraciones populares, asumiendo por tercera vez la responsabilidad de la candidatura presidencial. En esta ocasión (1964), enfrentó a Eduardo Frei, líder histórico de la Democracia Cristiana. A poco andar la campaña fue ganando fuerza, hasta que en marzo de 1964, pocos meses antes de la elección presidencial, en una elección complementaria por Curicó, el FRAP, contra toda previsión logró un triunfo con la elección del doctor Oscar Naranjo. La derecha, profundamente alarmada, optó por entregar sus votos a Eduardo Frei, considerándolo como un mal menor.



A principios de la década del setenta despunta en América Latina un fenómeno de gravitantes consecuencias, como fue el triunfo de la revolución cubana, de la que Allende fue un decidido partidario y defensor. Se abrió así un período particularmente convulso, caracterizado por la agudización de los conflictos internacionales, especialmente en el Tercer Mundo, influjo ante el cual una gran parte de la izquierda latinoamericana y chilena rindió tributo, suscribiendo la tesis de la vía armada y de asalto directo al poder político del Estado.
Entre 1966 y 1969, Allende ocuparía el cargo de presidente del Senado, siendo reelecto este último año por la circunscripción de Chiloé, Aysén y Magallanes.

Desempeñó un destacado lugar en el ámbito de la política internacional al participar en la Conferencia Tricontinental y, posteriormente, en la fundación de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), episodio que sumado a su apoyo a la guerrilla de Ernesto Che Guevara lo pusieron en el centro de los ataques de la derecha.

Pese a circunstancias poco favorables, Allende persiste en su postura analítica, teniendo presente las características históricas de Chile. El resultado sería la exigencia de vastos sectores para que Allende asumiera nuevamente la representación de la izquierda, de manera que en enero de 1970 fue proclamada su cuarta candidatura a la presidencia de la República. A diferencia de las ocasiones anteriores, contaba con el apoyo del tronco radical y con el especial concurso de actores de raíz cristiana que dieron un peso particular a la alianza esta vez denominada Unidad Popular. Acto seguido, el 4 de septiembre de 1970, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales más disputadas de la historia nacional de Chile, bajo un clima frío y febril. La madrugada del 5 de septiembre el triunfo de Salvador Allende era una realidad.

El gobierno de la UP se extendió desde 1970 hasta 1973, su llegada al poder marcó un intento genuino de implementar reformas socialistas a través de medios democráticos, y su experiencia proporciona una oportunidad para examinar cómo las teorías marxistas se aplican en la práctica gubernamental y cómo las dinámicas estructurales pueden influir en los resultados.

A través de reformas como la nacionalización de la industria, la redistribución de la tierra y la expansión de los derechos laborales, Allende buscó avanzar hacia un sistema socialista en el que los trabajadores tuvieran un mayor control sobre los medios de producción. Este enfoque era coherente con la lucha por la superación de las contradicciones propias del capitalismo. Marx argumentaba que la propiedad privada de los medios de producción llevaba a la explotación de la clase trabajadora y la concentración de la riqueza en manos de unos pocos. La nacionalización y la socialización de estos medios se consideran pasos esenciales hacia la eliminación de estas desigualdades.

Sin embargo, el gobierno de Allende también se enfrentó a una serie de desafíos estructurales y políticos. Las fuerzas de oposición, en colaboración con intereses extranjeros y agentes capitalistas, se resistieron activamente a las políticas de la Unidad Popular. Esta resistencia se materializó en la forma de boicots económicos, escasez de alimentos y otros actos destinados a socavar el apoyo popular al gobierno.

Estos eventos pueden interpretarse como una manifestación de la lucha de clases en un momento de cambio social. La élite económica y política, consciente de que sus privilegios estaban en juego, recurrió a tácticas destinadas a proteger sus intereses. Esto pone de relieve una de las principales ideas de Marx que “la clase dominante no renunciará voluntariamente a su poder y posición, y luchará para preservarlos”.

Por espacio de mil días, se desarrolló la experiencia de la Unidad Popular entre lo que destacamos en julio de 1971, la Ley para la Nacionalización de la Gran Minería del Cobre. En el aspecto económico la instauración de una política de acentuada redistribución del ingreso y de reactivación de la economía. La Ley de Reforma Agraria, aprobada durante la presidencia de Eduardo Frei Montalva, le permitió avanzar rápido en la expropiación de grandes latifundios. Dio los primeros pasos para construir el área de propiedad social de la economía.

En el ámbito de las relaciones internacionales, el gobierno de la UP restableció las relaciones bilaterales con Cuba y se iniciaron, por primera vez, relaciones con China, Corea del Norte, Vietnam del Norte y Alemania Oriental.

En julio de 1971, visitó Salta en la República Argentina y entre agosto y septiembre, estuvo en Colombia, Ecuador y Perú. Entre noviembre y diciembre de 1972, realizó una gira a México, Estados Unidos, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Cuba. En mayo de 1973, asistió a la asunción del mando del presidente Héctor José Cámpora en Argentina.

Hacia mediados de 1972 se aceleró una profunda crisis económica, que se expresó en el aumento de la inflación y en el estancamiento productivo, con consecuencias de desabastecimiento de bienes básicos en importantes sectores de la población. Los niveles de inflación experimentaron una brusca escalada.

En el mes de octubre de ese año, se produjo un boicot protagonizado por grandes y medianos empresarios.

En las elecciones parlamentarias de 1973, la oposición agrupada en la Confederación por la Democracia, alianza conformada por el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Nacional, no alcanzó los dos tercios de los votos que se requerían para destituirlo. La alianza de gobierno por su parte obtuvo el 43% de los votos.

En los meses siguientes se agravó la crisis política, lo que se expresó en la sublevación militar llamada “tanquetazo”, del 29 de junio de 1973, y en el fracaso de las conversaciones gobierno-oposición, en el mes de agosto.

El 11 de septiembre de 1973, fue derrocado su gobierno mediante un Golpe Militar liderado por las Fuerzas Armadas y de Carabineros al mando de Augusto Pinochet. El presidente Allende resiste valientemente ante el ataque al Palacio de La Moneda. Muere al final de los combates.

En su último mensaje a su pueblo transmitido por Radio Magallanes, dijo: “Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres el momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!”


Primer entierro

Tras su muerte un helicóptero de la FACH traslada el cuerpo del presidente Salvador Allende al Cementerio Santa Inés, en Viña del Mar. El féretro es llevado a la tumba de Inés, hermana de Allende, recientemente fallecida. En medio de un gran despliegue militar, y a vista de algunos trabajadores del Cementerio, Hortensia Bussi entierra a su esposo, presidente constitucional de Chile.

Tomando una flor de una tumba vecina, Hortensia Bussi declara: “Sepan ustedes que al que estamos enterrando es Salvador Allende, presidente de Chile. Está siendo enterrado aquí de forma anónima. Pero les pido a ustedes que cuenten a sus parientes, a sus vecinos, a sus amigos, quién está sepultado aquí. Y cuando yo no esté, les pido que le traigan flores, que nunca le falten flores. Tenga bien cuidada la tumba hasta mi regreso.”


Entierro oficial

Por iniciativa de la viuda del Presidente, sus hijas y nietos, se crea la Fundación Salvador Allende (FSA). El 4 de septiembre de 1990 la FSA realiza su primera actividad: el funeral oficial del presidente Salvador Allende. A esta jornada se la denominó Encuentro por la paz. La organización fue promovida por el primer gobierno democrático, liderado por el presidente Patricio Aylwin Azócar. El cuerpo de Salvador Allende encontró el descanso definitivo en el Mausoleo que lleva su nombre, situado en el Cementerio General de Santiago de Chile, lugar que es visitado diariamente por centenares de chilenos y extranjeros.

 


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