En esa historia estaban los recuerdos de Tupak Amaru, Tupak Katari, los grandes y verdaderos héroes de la independencia, que murieron bajo torturas y desmembrados, y de Bartolina Sisa. De esos recuerdos y de las “luchas eternas de mis hermanos” nació la decisión de Evo Morales de luchar sin descanso por la liberación, sin imaginar que sería el primer presidente indígena de Bolivia.
“Leyendo la historia nuestra muy olvidada entendí que las grandes batallas que libramos con nuestros hermanos no sólo fueron por la independencia sino también por el derecho de los pueblos a su identidad, a su cultura por la defensa de los recursos naturales, contra la esclavitud a la que estábamos sometidos y por la dignidad”, recordó Evo en una de las varias entrevista que hice para el periódico La Jornada de México, desde que era dirigente sindical o como diputado hasta los tiempos de su presidencia.
El 21 de enero de 2006 Evo asumió, antes de hacerlo en la sede de gobierno en La Paz, en el Tiwanako, en el Templete de Kalasaya, a unos 70 kilómetros de la capital, ante miles de los suyos y los sacerdotes aymaras en una ceremonia con los trajes rituales de sus antepasados, cargada de símbolos y emociones.
Majestuoso en su sobriedad, con los ornamentos de sus antepasados, lucidos con orgullo, como una reivindicación esperada durante siglos, Evo juró ante su pueblo, que es mayoría en Bolivia -y que conoce como nadie su territorio, las montañas, el fuego, el paso de los ciclos y los mensajes del pasado. Fue investido como Apu Mallku (líder de la nueva era)de los pueblos indígenas de América Latina.
Revoltura de los tiempos, habló desde la humildad, desde la sabiduría adquirida en los caminos de la exclusión, de la soledad, de los ritos profundos que alimentan el ánima, el alma del hombre que es capaz de caminar con respeto en la bruma de las montañas altas y también en las tierras bajas.
En una Bolivia que había sufrido decenas de dictaduras militares, donde existía un apartheid similar al de Sudáfrica, del que nadie hablaba, Morales prometió hacer todo lo que hizo en su presidencia.
En principio gobernar para los millones de bolivianos abandonados a su suerte, olvidados, perseguidos, recuperando su identidad y su cultura. También transformar la injusticia en justicia, recuperar los recursos naturales como el petróleo, el gas, la electricidad y otros. Ya había estado al frente de las luchas por el agua y por impedir la privatización del gas en 2003, cuando los pueblos originarios fueron la vanguardia en un país de eternas resistencias.
Todo esto había sido imaginado cuando con otros compañeros fundaron el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) que se uniría con el Movimiento al Socialismo (MAS) para participar de las elecciones generales de 1997 donde fue electo diputado por Cochabamba, con el 70 por ciento de los votos. Esto le valió persecuciones de todo tipo y, en un momento, hasta la prohibición de entrar a los debates del Congreso.
Ya como presidente de Bolivia, entendiendo que era un país “inmensamente rico, con un pueblo muy pobre, el más pobre que figuraba después de Haití,” su proyecto comenzó desde el primer día, con los llamados “bonos Juanito Pinto” para los niños, o por primera vez jubilaciones y pensiones inexistentes.
Lo urgente fue comenzar a devolver y reconocer al pueblo sometido su dignidad y el orgullo de su identidad. Por supuesto muy pronto después de comenzar a recuperar los recursos naturales, pudo declarar a Bolivia territorio libre de analfabetismo, gracias al método cubano aprobado internacionalmente.
La alfabetización se hizo no sólo en español sino en todas y cada una de las lenguas de las comunidades originarias que habitan desde siempre en el territorio boliviano.
El ingreso de millones de dólares de los recursos recuperados le permitió comenzar a distribuir la riqueza y producir un cambio de 180 grados en ese país, a lo que sumó una política exterior independiente.
Pero lo realizado en recuperación de la cultura el país, en el orgullo de pertenencia, en el extraordinario proceso de alfabetización, y la instalación de centros de salud a lo que nunca habían accedido los sectores mayoritarios de la población, junto al rescate de las culturas medicinales, revolucionaron la vida de los olvidados. El pueblo entendió que esta recuperación de derechos es para siempre.
“¿Cómo volver atrás de todo lo que se vivió en estos tiempos?” se preguntaba Evo.
La estabilidad política y económica se mantuvo durante todo su gobierno, a pesar de los intentos de golpes de Estado, como el de septiembre de 2008 sólo a poco más de dos años de haber asumido el gobierno, entre agosto- septiembre de 2008, preparado, asesorado y pagado por Estados Unidos como revelaron los documentos logrados, por lo cual se decidió la salida de Bolivia del entonces embajador estadounidense en Bolivia, Philip Goldberg.
Ordenó también salir de Bolivia a la Agencia antidrogas (DEA) de Estados Unidos que había sido clave en la persecución y masacre de campesinos, utilizando su falsa lucha contra el narcotráfico, y además, entre otros delitos graves, controlaba la telefónica boliviana.
En 2009 cuando la Agencia de Inteligencia estadounidense (CIA) se había infiltrado en la recuperada empresa de Yacimientos Petrolíferos Bolivianos (YPB), mediante un funcionario en quien Evo confiaba, ordenó a esa institución abandonar el país.
Hasta la llegada de Evo al gobierno, la CIA tenía una oficina instalada en el Palacio Quemado, la sede gubernamental. También, a instancias de la población, fue ordenando la salida de varias de las fundaciones estadunidenses que estaban enquistadas con sus ONG en diversos lugares del país.
A lo largo de su gobierno Evo logró la mayor diminución de la pobreza en un país de América Latina de 60 a 38 por ciento y luego al 15 por ciento y el proceso continuó hasta los aciagos días del golpe de finales de 2019.
Bolivia creció a una tasa promedio del 4.9 por ciento según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Con una muy baja inflación, un cambio profundo a partir de haber logrado la nueva Constitución que convirtió a este país en una república plurinacional, con el profundo significado político, cultural identitario que esto tiene.
Precisamente, mientras a su alrededor todo comenzaba a desmoronarse en 2018- como sucedía en Argentina- Bolivia fue el país sudamericano donde más aumentó el producto interno bruto (PBI), un 4.2 por ciento.
Pamela Ramos, de la consultora Oxford Economics, consideró, que “el mayor acierto del gobierno fue de un crecimiento inclusivo que ha permitido mejorar el acceso a oportunidades en las áreas de salud y educación".
La filosofía aymara se define en tres formas de actuar ante el mundo, no robar, no mentir, no matar. Esto fue su norte, y destacó la austeridad en su vida. Hay una Bolivia antes y después de Evo, lo que es reconocido en el mundo.
El rescate de la memoria histórica fue otra recuperación durante su gobierno tanto como el orgullo de un pasado heroico, en la lucha anticolonial de sus antepasados.
Morales entendió que tantos siglos de exclusión no se recuperan en diez o quince años. Los tiempos fueron otros para los suyos y también demostró que el saber escuchar, algo que siempre aplicó en su vida política como parte de la filosofía aymara, lo ayudó a tomar acciones a partir de las necesidades reales de su pueblo, los originarios que insurgen en estos tiempos de retornos coloniales.
“El pueblo es el verdadero poder. Cuando llegué como presidente no podía dejar de pensar en todo lo que habíamos vivido, como la mayoría que éramos los pueblos indígenas, cuando no teníamos derecho a caminar por las veredas y cuando llegábamos a lugares en que nos querían tratar como animales, avergonzando a los niños de ser hijos de indígenas. Matar a un indio no se pagaba como un crimen y habrán muerto tantos que nadie supo. Y cuando llegamos ya habíamos estado en las calles al frente de las rebeliones y llegamos recuperando nuestra cultura, nuestra estima, nuestra fortaleza y dignidad”.
¿Cómo no iba a interpretar Estados Unidos como un desafío a su política de controlar toda América Latina en el siglo XXI, los cambios producidos en Bolivia por Evo Morales al que se trató de impedir llegar al gobierno por todas las formas posibles, incluyendo intentos de asesinato desde que era dirigente gremial?
Ningún gobierno imperial imaginó que en Bolivia un día, en pleno siglo XXI, llegaría al poder un descendiente de los pueblos originarios, de aquellos que primero enfrentaron al colonialismo español, que durante siglos resistieron y acunaron las viejas culturas luchando en defensa de sus territorios avasallados.
Evo Morales estaba en la mira imperial desde un principio, y como sucedió con el presidente chileno Salvador Allende-derrocado por un golpe de Estado en septiembre de 1973, ordenado por el entonces presidente Richard Nixon y su equipo de halcones- ambos habían sido seguidos, espiados, vigilados controlados, desde sus inicios políticos o sindicales por los servicios de inteligencia del imperio que aún mantiene en la dependencia a nuestra región.
Otro hecho importante es que la llegada de Evo Morales Ayma al gobierno de Bolivia, sucedió en los tiempos del resurgimiento de América Latina y de hecho fue una revolución por sí misma y por el mensaje que surgía de las cenizas del pasado.
Al escribir el libro EVO EN LA MIRA, pude acceder a archivos y documentos que me sorprendieron ante la verdadera dimensión de lo que había sido la injerencia permanente de Estados Unidos en la vida política de Bolivia para sostener el continuo saqueo de las riquezas de ese país.
Detrás de Evo hay una larga historia, de la que faltan muchos registros, porque el opresor nunca deja que esa voz portentosa salga de la tierra y lo desafíe. Hay que imaginar, sólo imaginar, las siderales distancias que existen entre un hombre que nace en la pobreza y vive en las alturas de la montaña, acostumbrado a escuchar los avisos de la naturaleza, cuyos antepasados han sido despojados de todo, pero nunca de su cultura e identidad- con cualquier tipo de político de lo que se dio en llamar Occidente.
Los indígenas recibieron a los que dicen que “descubrieron” a América y se arrogaron el derecho de apoderarse de todo, territorios, vidas, hombres, es decir recibió a sus asesinos, con las manos abiertas y cargadas de obsequios porque no podían imaginar que trajeran la muerte, la desolación, el genocidio.
Se habla mucho del cambio profundo que registró Bolivia bajo el gobierno de Evo Morales, pero poco de lo que significó el rescate de una cultura escondida debajo de las piedras, debajo de la piel, detrás de la mirada, en los detalles de la olla de barro, en los danzarines que nacieron para ser inmensamente libres.
Todo esto lo sentí en esos días en que investigaba documentos en Bolivia, andando por increíbles lugares siempre marcados por el recuerdo de luchas y resistencias, acompañando a las mujeres al frente de la dura pelea por defender lo suyo, después de siglos de silencio y de insumisión, bien escondida para sobrevivir en ese país donde existía un apartheid del que nunca se habló.
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