En la ciudad de Añatuya, cabecera del departamento General Taboada, de la provincia de Santiago del Estero, nos encontramos con la Biblioteca Popular de Almafuerte, que fue fundada en el año 1919, apenas siete años después de declararse a Añatuya como ciudad. Su nacimiento surgió a partir de la iniciativa de un grupo de docentes de la Escuela Nacional N° 52, quienes aportaron los primeros libros, y con ayuda de los vecinos y vecinas, fueron armando esta centenaria institución en un edificio construido para esos fines.
A lo largo de estos cien años han ido atravesando las diferentes crisis que, como a tantas otras bibliotecas a lo largo del país, la hicieron tambalear, pero el compromiso y el esfuerzo, la pasión y la incansable lucha de quienes entienden el valor de estos espacios, semilleros de experiencias, lugar de encuentro de la comunidad, es lo que la mantiene viva en el tiempo.
Pedro Urquiza es actualmente el presidente de la Comisión Directiva, y nos cuenta con tranquilo entusiasmo que hace diez años es parte del equipo que no sólo trabaja ad honorem para la biblioteca, sino que en muchas oportunidades tiene que poner dinero de su bolsillo para cubrir gastos.
—¿Cómo se sostiene entonces la biblioteca?
—La cuota mensual de socios es un ingreso que ayuda, pero cuando una familia se acerca y nos dice que no puede pagar la cuota priorizamos que sigan viniendo. CONABIP este año retomó el subsidio de gastos corrientes que durante el gobierno anterior se redujo, e insólitamente estuvimos mucho tiempo sin percibir aportes, a pesar de tener todas las rendiciones actualizadas, afortunadamente con el advenimiento del actual gobierno nacional este tema fue solucionado de inmediato, pero con este subsidio tampoco se resuelve todo, es por eso que en muchos casos hacemos venta de pollos, o de rifas. También es muy importante el aporte de firmas comerciales como Manaos que nos ofrece productos, o la donación de pintura que ayudó a poner en valor la fachada del edificio que desde el año 1999 se estableció por una ordenanza del Concejo Deliberante como Patrimonio Cultural de la Ciudad.
Pedro nos cuenta de la importancia de la biblioteca en la comunidad, realizan actividades de promoción de la lectura con los jardines de infantes y nos dice que aunque hoy en día no se valore a las bibliotecas por el auge de Internet, hay un altísimo porcentaje que no tiene acceso, y es ahí cuando los más de 17.000 libros que tienen en su colección cumplen un rol fundamental en el aporte al desarrollo cultural y de acceso a la información.
— ¿Qué otras actividades realizan en la biblioteca?
—En este momento la Biblioteca permanece cerrada, por la cuarentena obligatoria, en tiempos normales se trabaja de 8 a 12,30 hs. y de 17 a 22 o 23 hs., dependiendo de los talleres que haya. Hay diferentes talleres que se solventan con el aporte de los asistentes y el aporte personal de quien te habla. Contamos con dos personas que realizan las tareas de bibliotecarios.
También firmamos un Convenio de Cooperación con otras dos bibliotecas similares, una en la provincia de Chaco y otra en Haití. La idea era viajar a Haití para conocerla, pero la fuerte suba del dólar impidió realizar dicho viaje.
Los convenios entre bibliotecas colaboran en fortalecerlas desde el trabajo en red, el intercambio de experiencias o la puesta en común de estrategias cuando los escenarios son similares. En la actualidad hay bibliotecas populares en cada rincón del país cumpliendo un rol fundamental en su entorno, aportando desde la educación y la cultura, y eso existe donde hay apasionados y apasionadas en esta labor buscando incansablemente las formas de que las puertas continúen abiertas.
— ¿Cómo ve a futuro la permanencia de la biblioteca?
—En el antiguo Egipto, las bibliotecas eran consideradas remedio del alma, porque por ellas se podía curar la peor de las enfermedades, la ignorancia. Creo que mientras persista un porcentaje de la población sin acceso a las herramientas informáticas, las bibliotecas seguirán manteniendo ante la comunidad, la condición de "Templo del Saber". También es imprescindible que el estado colabore modernizando a las bibliotecas populares.
En la ciudad de Añatuya, cabecera del departamento General Taboada, de la provincia de Santiago del Estero, nos encontramos con la Biblioteca Popular de Almafuerte, que fue fundada en el año 1919, apenas siete años después de declararse a Añatuya como ciudad. Su nacimiento surgió a partir de la iniciativa de un grupo de docentes de la Escuela Nacional N° 52, quienes aportaron los primeros libros, y con ayuda de los vecinos y vecinas, fueron armando esta centenaria institución en un edificio construido para esos fines. —¿Cómo se sostiene entonces la biblioteca? Pedro nos cuenta de la importancia de la biblioteca en la comunidad, realizan actividades de promoción de la lectura con los jardines de infantes y nos dice que aunque hoy en día no se valore a las bibliotecas por el auge de Internet, hay un altísimo porcentaje que no tiene acceso, y es ahí cuando los más de 17.000 libros que tienen en su colección cumplen un rol fundamental en el aporte al desarrollo cultural y de acceso a la información. — ¿Qué otras actividades realizan en la biblioteca? Los convenios entre bibliotecas colaboran en fortalecerlas desde el trabajo en red, el intercambio de experiencias o la puesta en común de estrategias cuando los escenarios son similares. En la actualidad hay bibliotecas populares en cada rincón del país cumpliendo un rol fundamental en su entorno, aportando desde la educación y la cultura, y eso existe donde hay apasionados y apasionadas en esta labor buscando incansablemente las formas de que las puertas continúen abiertas. — ¿Cómo ve a futuro la permanencia de la biblioteca? |
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