Biblioteca Popular Mariano Moreno
Ayelén Cáceres
Es una de las pocas bibliotecas del país que tiene un fondo editorial propio, fue donado por Ricardo Mercado Luna, un gran investigador, jurista ...



Este mes les invitamos a acompañarnos hasta la provincia de La Rioja, motivados por la proximidad de la Feria del Libro que está cumpliendo 20 años. Nos contactamos con diversos actores culturales de la región quienes nos recomendaron conocer y compartir la historia, presente y futuro de una de las instituciones de la Cultura Riojana más antiguas y vigorosas. Así llegamos a intercambiar con Marcela Mercado Luna, hacedora del mundo de las letras y la cultura, editora de Lampalagua Ediciones, ferviente y orgullosa integrante de la Biblioteca Popular Mariano Moreno. Con esta introducción que apela a compartir la avidez que transmite Marcela con su relato al guiarme por la historia de la biblioteca, la provincia y el país les doy la bienvenida a este viaje.

La biblioteca está por cumplir 136 años ¿Cómo fueron sus inicios?

— Consideramos la fecha de fundación el 24 de agosto de 1886 cuando la Biblioteca obtiene su personería jurídica. Algo que para esa época no existía. Se obtiene el reconocimiento por decreto del gobernador Vicente Bustos, por la comisión de un grupo de vecinos y vecinas que decidieron crear la biblioteca.

Muchos años después de su fundación, nos damos cuenta que se venía contando una historia que no era la verdadera de los inicios de la biblioteca. Existía una revista muy prestigiosa que editaba el magisterio de La Rioja llamada Revista Lainez, allí se consignó que el terreno había sido donado, pero buscando viejos papeles encontramos que el terreno fue comprado gracias a los esfuerzos del grupo de vecinos y vecinas que decidieron formarla de la nada, porque no había nada, ni siquiera un lugar físico donde decir bueno aquí comencemos. Entonces hicieron kermeses, juntaron fondos y pidieron algunos subsidios a la provincia. Querían comprar un terreno céntrico que quedaba a una cuadra de la plaza principal de La Rioja. Los vecinos Flaviano de la Colina, Gamariel Vallejo y Gaspar Goméz fueron los primeros impulsores incansables de la Biblioteca. Lograron comprar el terreno y así comenzó este sueño del edificio para crear la Biblioteca Popular. En el año 1888, año que muere Sarmiento, se abre el primer salón y deciden llamarlo Sarmiento, por ser el impulsor de la ley de bibliotecas populares. A principios de siglo XX siempre trabajando, buscando subsidios y haciendo actividades junto con el club social de La Rioja se logra construir el segundo salón, el más bonito de la biblioteca con mobiliario estilo art decó en madera, hecho por el Sr. Pagani, un carpintero ebanista italiano que se había instalado en la ciudad (su tataranieta es Cecilia Pagani, una gran escritora local).

Este segundo salón lo denominaron Salón Rivadavia, aquí quiero compartir algo sobre la historia que hemos padecido los y las riojanas durante más de un siglo. La Rioja ha sido una provincia vencida, con un proyecto federal encarnado por nuestros caudillos y referentes como han sido Facundo Quiroga, el Chacho Peñaloza y Felipe Varela que si bien era catamarqueño luchó en estas tierras. Facundo y el Chacho, con la visión de un país no centralista y federal y Felipe Varela por una visión latinoamericanista en contra de la guerra contra el Paraguay. Fuimos vencidos y los vencedores pusieron sus nombres en todos los lugares donde pudieron. La educación estaba muy colonizada en aquel momento, estos prohombres que fundaron la biblioteca tenían una visión portuaria y unitaria del país. Entonces consideraron próceres a Sarmiento, no lo discutimos en este caso, por haber sido el fundador de las bibliotecas populares, pero a Rivadavia que no tiene absolutamente nada que ver con nosotros… Con su nombre nominaron una de las calles principales de la ciudad y nada menos que el salón de lectura, el salón principal que tuvo un cuadro de Rivadavia puesto muy arriba como se ponían los cuadros antes. Durante una gestión en la que me tocó ser presidenta la Comisión directiva por unanimidad decidió cambiar el nombre de ese salón principal por una el nombre de una riojana ilustre que algunas de cuyas cartas y trabajos se encuentran en la Biblioteca, en el año 2014 sacamos el nombre de Rivadavia a ese salón de lectura y le pusimos Rosario Vera Peñaloza.

— ¿Cuántas personas hacen posible la vida de la Biblioteca?

— Funcionamos con una comisión directiva integrada por ocho personas, el presidente es Diego Ocampo Vega, yo soy tesorera. En las tareas de atención al público, administrativas y procesamiento técnico de los libros, hay dos empleadas y dos empleados. No son bibliotecarios graduados, están desde hace bastante tiempo. No tenemos la posibilidad de contratar a un Bibliotecario graduado, así que todo se hace con buenos oficios.

Las bibliotecas populares recibimos subsidios de la CONABIP para gastos corrientes que ayudan bastante. Recibimos subsidios para hacer compras a través del programa Libro %, poder viajar y presentar proyectos para recibir subsidios especiales.



¿Qué destacarías de la Biblioteca, sus actividades y proyectos?

— Es una de las pocas bibliotecas del país que tiene un fondo editorial propio, fue donado por Ricardo Mercado Luna, un gran investigador, jurista, tiene varias páginas literarias escritas. También fue un gran amigo de la biblioteca, aunque nunca aceptó formar parte de la comisión directiva. Una persona prestigiosa y distinguida en la ciudad. Uno de sus libros, es aquí un best seller, se llama “La ciudad de los naranjos” trata sobre la historia de la ciudad de La Rioja.

Ricardo Mercado Luna ganó un juicio al Estado en los años noventa, con lo obtenido hizo una donación con cargo a la Biblioteca Popular Mariano Moreno. El cargo es que se editaran autores o autoras riojanos que por haber fallecido ya nadie los editaba o que se consideraran clásicos o importantes para el patrimonio de la provincia por alguna razón. En aquel momento, año 1997, él estaba haciendo una investigación y buscaba el libro llamado Mitre y el Chacho de Dardo De la Vega Díaz, un historiador muy importante para nosotros. Él lo había prestado de su propia colección y no lo podía encontrar en ninguna parte. Esta situación lo llevó a pensar cómo es posible que títulos tan importantes como estos no puedan estar al alcance de cualquiera que busque leerlos. Su gran amigo Daniel Moyano, que en aquel momento estaba en el exilio, era totalmente ninguneado por las editoriales locales y no se conseguían sus libros. Estas dos cosas se unieron para que pusiera como condición que se editaran autores que por haber fallecido ya no pudieran seguir editándose, porque acá solamente se hacían ediciones de autor, y que se priorizará a Dardo de la Vega Diaz, Daniel Moyano y Carlos Alberto Lanzilotto, educador riojano que acababa de fallecer y le había encargado que se editará la historia de la Universidad de La Rioja.


Este mes les invitamos a acompañarnos hasta la provincia de La Rioja, motivados por la proximidad de la Feria del Libro que está cumpliendo 20 años. Nos contactamos con diversos actores culturales de la región quienes nos recomendaron conocer y compartir la historia, presente y futuro de una de las instituciones de la Cultura Riojana más antiguas y vigorosas. Así llegamos a intercambiar con Marcela Mercado Luna, hacedora del mundo de las letras y la cultura, editora de Lampalagua Ediciones, ferviente y orgullosa integrante de la Biblioteca Popular Mariano Moreno. Con esta introducción que apela a compartir la avidez que transmite Marcela con su relato al guiarme por la historia de la biblioteca, la provincia y el país les doy la bienvenida a este viaje.

La biblioteca está por cumplir 136 años ¿Cómo fueron sus inicios?

— Consideramos la fecha de fundación el 24 de agosto de 1886 cuando la Biblioteca obtiene su personería jurídica. Algo que para esa época no existía. Se obtiene el reconocimiento por decreto del gobernador Vicente Bustos, por la comisión de un grupo de vecinos y vecinas que decidieron crear la biblioteca.

Muchos años después de su fundación, nos damos cuenta que se venía contando una historia que no era la verdadera de los inicios de la biblioteca. Existía una revista muy prestigiosa que editaba el magisterio de La Rioja llamada Revista Lainez, allí se consignó que el terreno había sido donado, pero buscando viejos papeles encontramos que el terreno fue comprado gracias a los esfuerzos del grupo de vecinos y vecinas que decidieron formarla de la nada, porque no había nada, ni siquiera un lugar físico donde decir bueno aquí comencemos. Entonces hicieron kermeses, juntaron fondos y pidieron algunos subsidios a la provincia. Querían comprar un terreno céntrico que quedaba a una cuadra de la plaza principal de La Rioja. Los vecinos Flaviano de la Colina, Gamariel Vallejo y Gaspar Goméz fueron los primeros impulsores incansables de la Biblioteca. Lograron comprar el terreno y así comenzó este sueño del edificio para crear la Biblioteca Popular. En el año 1888, año que muere Sarmiento, se abre el primer salón y deciden llamarlo Sarmiento, por ser el impulsor de la ley de bibliotecas populares. A principios de siglo XX siempre trabajando, buscando subsidios y haciendo actividades junto con el club social de La Rioja se logra construir el segundo salón, el más bonito de la biblioteca con mobiliario estilo art decó en madera, hecho por el Sr. Pagani, un carpintero ebanista italiano que se había instalado en la ciudad (su tataranieta es Cecilia Pagani, una gran escritora local).

Este segundo salón lo denominaron Salón Rivadavia, aquí quiero compartir algo sobre la historia que hemos padecido los y las riojanas durante más de un siglo. La Rioja ha sido una provincia vencida, con un proyecto federal encarnado por nuestros caudillos y referentes como han sido Facundo Quiroga, el Chacho Peñaloza y Felipe Varela que si bien era catamarqueño luchó en estas tierras. Facundo y el Chacho, con la visión de un país no centralista y federal y Felipe Varela por una visión latinoamericanista en contra de la guerra contra el Paraguay. Fuimos vencidos y los vencedores pusieron sus nombres en todos los lugares donde pudieron. La educación estaba muy colonizada en aquel momento, estos prohombres que fundaron la biblioteca tenían una visión portuaria y unitaria del país. Entonces consideraron próceres a Sarmiento, no lo discutimos en este caso, por haber sido el fundador de las bibliotecas populares, pero a Rivadavia que no tiene absolutamente nada que ver con nosotros… Con su nombre nominaron una de las calles principales de la ciudad y nada menos que el salón de lectura, el salón principal que tuvo un cuadro de Rivadavia puesto muy arriba como se ponían los cuadros antes. Durante una gestión en la que me tocó ser presidenta la Comisión directiva por unanimidad decidió cambiar el nombre de ese salón principal por una el nombre de una riojana ilustre que algunas de cuyas cartas y trabajos se encuentran en la Biblioteca, en el año 2014 sacamos el nombre de Rivadavia a ese salón de lectura y le pusimos Rosario Vera Peñaloza.

— ¿Cuántas personas hacen posible la vida de la Biblioteca?

— Funcionamos con una comisión directiva integrada por ocho personas, el presidente es Diego Ocampo Vega, yo soy tesorera. En las tareas de atención al público, administrativas y procesamiento técnico de los libros, hay dos empleadas y dos empleados. No son bibliotecarios graduados, están desde hace bastante tiempo. No tenemos la posibilidad de contratar a un Bibliotecario graduado, así que todo se hace con buenos oficios.

Las bibliotecas populares recibimos subsidios de la CONABIP para gastos corrientes que ayudan bastante. Recibimos subsidios para hacer compras a través del programa Libro %, poder viajar y presentar proyectos para recibir subsidios especiales.



¿Qué destacarías de la Biblioteca, sus actividades y proyectos?

— Es una de las pocas bibliotecas del país que tiene un fondo editorial propio, fue donado por Ricardo Mercado Luna, un gran investigador, jurista, tiene varias páginas literarias escritas. También fue un gran amigo de la biblioteca, aunque nunca aceptó formar parte de la comisión directiva. Una persona prestigiosa y distinguida en la ciudad. Uno de sus libros, es aquí un best seller, se llama “La ciudad de los naranjos” trata sobre la historia de la ciudad de La Rioja.

Ricardo Mercado Luna ganó un juicio al Estado en los años noventa, con lo obtenido hizo una donación con cargo a la Biblioteca Popular Mariano Moreno. El cargo es que se editaran autores o autoras riojanos que por haber fallecido ya nadie los editaba o que se consideraran clásicos o importantes para el patrimonio de la provincia por alguna razón. En aquel momento, año 1997, él estaba haciendo una investigación y buscaba el libro llamado Mitre y el Chacho de Dardo De la Vega Díaz, un historiador muy importante para nosotros. Él lo había prestado de su propia colección y no lo podía encontrar en ninguna parte. Esta situación lo llevó a pensar cómo es posible que títulos tan importantes como estos no puedan estar al alcance de cualquiera que busque leerlos. Su gran amigo Daniel Moyano, que en aquel momento estaba en el exilio, era totalmente ninguneado por las editoriales locales y no se conseguían sus libros. Estas dos cosas se unieron para que pusiera como condición que se editaran autores que por haber fallecido ya no pudieran seguir editándose, porque acá solamente se hacían ediciones de autor, y que se priorizará a Dardo de la Vega Diaz, Daniel Moyano y Carlos Alberto Lanzilotto, educador riojano que acababa de fallecer y le había encargado que se editará la historia de la Universidad de La Rioja.


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