Nos encontramos con Natalia Manini, ella nos recibe en el “ALMACÉN CAMPESINO”, muy cerquita del Parque Central de Mendoza, al lado de lo que fue un antiguo y clásico negocio llamado Rezagos de Ejercito, que cerró sus puertas, con la crisis y el sobreendeudamiento de 2019 (ver enlace), ahora ese lugar revive con una exitosa y fresca casa de cerveza artesanal llamada "Barhala"… y al lado… encuentro este almacén, que es punta de ovillo de una larga historia de luchas…
Este hermoso almacén lleno de productos artesanales, de campo, verduras orgánicas tiene toda una filosofía que lo acompaña y vamos a sumergirnos en un ejemplo de Economía Social local, es parte de una organización la UST, nacida en Mendoza, una muestra que con algo pequeño replicándolo se puede generar mejoras en la vida de muchos.
— ¿Cuándo y cómo comenzaron?
La UST es una organización que nace a fines del 2001, 2002 en un contexto de crisis total, sumamente triste a todo nivel: político, institucional, económico. También… con mucha desesperanza.
Si bien ahora, y con la pandemia, estamos viviendo en una situación compleja con altos índices de pobreza, entiendo que hay una protección del Estado, distinta a la que había en ese momento, donde la desprotección era absoluta del aparato Estatal y entonces la UST, surge un poco del encuentro de comunidades, en este caso en Jocolí, Lavalle. A partir de talleres de huertas de escuela primarias y especialmente llevado adelante por mujeres que fueron las primeras en organizarse " las luchadoras", fue un grupo legendario (mucha de esas compañeras ya no están hoy entre nosotros, si bien no eran tan mayores, en el campo la gente, a veces, fallece a más corta edad).
También se dio un encuentro entre algunos compañeros militantes muchos de ellos formados de la Facultad Agronomía, quienes se plantearon ¿de qué manera se puede mejorar las condiciones de los que menos tienen en el campo?, junto a un grupo de familias que deciden aventurarse a iniciar algo con un fin común.
— ¿Qué significa UST?
En ese contexto, en esos años tan duros, aparece la organización: UST que significa Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra, porque en ese momento quienes la integraban principalmente eran obreros rurales, es decir, no eran pequeños agricultores ni crianceros, sino trabajadores rurales.
Existía en la sociedad una realidad que sigue hoy estando presente muy fuertemente en el campo mendocino, donde una gran cantidad de fincas están abandonadas y muchas personas siguen sin poder producir. La UST, entonces, surge de ese tipo de debates. De la mirada acerca de la injusticia, respecto a ¿cómo es posible que existan fincas que tengan deudas de agua que son mucho mayores a su valor nominal?, y también que gran cantidad de compañeros, mujeres y hombres que viven en el campo y que quieren producir no lo pueden hacer y verdaderamente lo pasan muy mal, en el literal sentido de "pasar hambre". Es parte del contexto, en donde surge la organización, con un fuerte debate también respecto de la función social de la tierra y del agua, porque son dos cosas que van siempre unidas.
— Tengo entendido que existen zonas como Jocolí (Lavalle), muy áridas y con problemas de acceso al agua, ¿esto es así?
Mendoza en general por el tipo de distribución que existe, es una ciudad que crece y se organiza permanentemente, entonces se establecen algunas prioridades, y eso condiciona a determinadas zonas y especialmente Lavalle es una de las que está al final de la fila.
Pero aún hoy teniendo algunas fincas con derecho de acceso al agua, que no es un tema menor, (ya que tiene mucha burocracia) todavía se encuentran situaciones de injusticia. Otra razón es que los derechos de agua van vinculados al derecho de propiedad, entonces se le hace la tarea muy difícil a los agricultores familiares que normalmente son arrendatarios o poseedores.
Existe toda una normativa que dificulta el acceso de los productores al agua, sumado a eso hay gran cantidad de desmanejos locales, en forma frecuente, por ejemplo: hemos encontrado situaciones donde hay grandes empresas regando fincas que no tenían derecho de agua, mientras que existieron compañeros con los dedos pintados por sacar agua para una huerta...
— ¿Cómo fue el grupo originario y cómo está conformada ahora la organización?
Algunos miembros estudiábamos en la Facultad de Agronomía y otros eran personas que vivían en el campo, pero al introducirnos en la problemática rural, quienes vivíamos en zonas urbanas nos mudamos al campo, ya que entendíamos que si esa era la causa que defenderíamos, debíamos todos residir en un mismo lugar.
— ¿Cómo comenzaron con sus actividades productivas?
Las primeras actividades productivas tenían que ver con la idea del “agregado de valor”: se comenzó elaborando vinos y tomates triturados (porque no teníamos donde producir), pero a lo largo de la historia fuimos avanzando en las distintas escalas de producción.
También fuimos avanzando en la cantidad de gente organizada, de manera que se generó un proceso en donde si una cooperativa comienza con 25 personas y luego va creciendo, la idea no es que, exclusivamente se beneficien esas 25 personas, sino expandirse en una organización cada vez más grande. Y si bien, es la filosofía con la que trabajamos, también en la realidad, es decir en los hechos, este proceso se dio de esa forma.
— ¿Cómo esquematizarías las distintas líneas con las que trabaja la organización?
Una de ellas tiene que ver con la producción, otra tiene que ver con la defensa de los territorios, un ejemplo de esto: la UST tiene gran cantidad de crianceros en la zona del secano de Lavalle, ya que en Mendoza distintos oasis se distribuyen en distintas zonas, y en esta zona (con poco acceso al agua), las actividades son por ejemplo la cría de ganado menor, cabras, ovejas, artesanía y los derivados de la actividad caprina, leche, cueros, quesos. Entonces hoy tenemos muchos compañeros que son crianceros de cabras y, que a diferencia del puestero (es alguien que fue puesto) a diferencia de estos, los crianceros crían su ganado y viven ahí.
Estos compañeros han tenido muchas dificultades porque no se les quieren reconocer el derecho a esos campos, hay intereses y personas que conociendo la ley y la trampa de esta, en muchos casos se compran derechos posesorios y comienzan a expandirse en las superficies, comienzan a alambrar campos y avanzar sobre los territorios.
— En el caso que nos explicás, ¿cuál es el régimen legal que los protege?
En el caso de los crianceros le es aplicable la ley de arraigo puestero, así como la de posesión veinteañal, pero la problemática se encuentra ya que muchas personas no saben cuáles son los derechos que le corresponden y en el caso de los títulos supletorios es un requisito realizar los planos de mensura y todo esta tramitación, genera costos muy altos que son difíciles de solventar por los campesinos.
— ¿Qué soluciones se han creado desde la UST?
Hemos creado un equipo de trabajo que trata diferentes temáticas: una de las líneas se dedica a la protección de esos derechos, es decir existen compañeros de los territorios que se forman para conocer las leyes y organizar a la comunidad respecto a sus derechos.
Así la institución de la posesión veinteañal es utilizado muchas veces por estos grupos como defensa pero a mi entender debería ser una política de Estado, para así, dar protección a estos sectores vulnerables. Han existido algunos intentos de planes de regularización dominial pero la conflictividad y la lucha de intereses se ha dado en muchos casos.
Nosotros apuntamos al fortalecimiento de la comunidad, cuando la comunidad comprende los derechos que tiene y está dispuesta a organizarse. Ya existe un avance, ya que los procesos a veces son muy largos, hemos tenido muchos casos y en algunas situaciones se han podido proteger los derechos y en otros se ha llegado muy tarde.
— Entiendo que la organización se ha ido desarrollando de tal forma que han podido llegar a tener equipos técnicos. ¿Qué me podés contar de estos avances?
Existen distintas áreas de tipo de trabajo (ya que cuando uno trabaja en zonas rurales las carencias son muchas y de distintos tipos) uno de los equipos se centran en tierra agua y derechos humanos, que es un trabajo muy interesante, ya que somos parte de una organización nacional “Somos Tierra” qué es parte de la “Vía Campesina Internacional”, es decir hay compañeros y compañeras que son parte de redes y por ello tienen tambien responsabilidades diversar: viajan, se comunican y en este sentido la Vía Campesina a logrado instalar algunos debates como por ejemplo la soberanía alimentaria, que si bien se da por sentada, en los resultado no es un derecho que sea una realidad como debería.
También se ha logrado sí una resolución de derechos campesinos a nivel de Naciones Unidas, donde se le insta a los Estados, a dar valor y la importancia de los campesinos y se hacen recomendaciones respecto a cómo deberían ser tratadas las personas que viven en el campo pero se trabaja en distintos niveles: nacional, provincial, municipal, etc.
También tenemos un equipo de comercialización y producción. Otro equipo que trabaja con la articulación de mujeres y diversidades: aquí trata temas como violencia de género, feminismo y diversidades en el campo y la ciudad, hay otro que trabaja la comunicación. Un desarrollo muy importante es el que tiene que ver con la línea de educación que es uno de los principales ejes.
— ¿Cómo desarrollar esta línea de trabajo educacional y con qué perspectiva?
Existen en la ruralidad, muchos casos diferentes, con diferentes necesidades: personas mayores que nunca aprendieron a leer, a escribir, chicos con mucha deserción escolar (ya que es muy poca la gente que puede acceder a una carrera terciaria). Este tipo de problemas lo identificamos hace tiempo.
— ¿Qué resultados han tenido a nivel educativo?
Como logros puedo mencionarte que llevamos la Cohorte número 11 de una escuela secundaria que tiene una orientación en agroecología, es la Escuela Campesina de Agroecología: la modalidad se da con un funcionamiento llamado de alternancia, que significa que los estudiantes están una semana en la escuela cursando mañana y tarde y luego tres semanas vuelven a su comunidad, acompañados por un sistema de cartillas, tutorías y actividades que llevan a cabo. Entonces muchos estudiantes, que en otros casos, tenían que irse de su pueblo, (en este caso recibimos chicos de Malargüe, Tupungato, San Rafael, Lavalle profundo) con esta metodología pueden estudiar y formarse en cosas que nosotros entendemos que muchas veces la escuela secundaria típica no le enseña, no está adecuada a las zonas rurales y sus necesidades. Si bien esto es educación formal, la impronta se la da ser una escuela de gestión social. Actualmente tenemos muchas dificultades ya que el gobierno de la Provincia lo ve como una cuestión de gestión privada más que una política pública y el año pasado disminuyó a la mitad las horas cátedra . Nosotros sostenemos el faltante, y actualmente el Estado solo se hace cargo de esas horas cátedra de los docentes. La organización se ingenia para hacerse cargo de la comida, dormitorios, traslado, fotocopias.
También hacemos experiencias de alfabetización para adultos, que sin saber nada, tienen que aprender a escribir, o lo que se llama “terminalidad” para aquellas personas que empezaron la primaria y luego la abandonaron: aquí se comienza con un examen, se acompaña a través de los conductores, hasta que terminen la escuela primaria y si quieren, luego pueden seguir la secundaria.
Ahora agregamos al proyecto escuelas terciarias, con la misma modalidad, ya hemos tenido una cohorte de Técnicos en economía social, con el IES de Lavalle ahora tenemos dos carreras más: una que es Maestro de formación inicial rural y este año empezó la Tecnicatura en agronomía con especialización en agroecología, dos terciarios en el departamento de San Martín. Creo que allí se encuentran las matrículas más altas y superiores de la provincia, el nivel es excelente.
Nuestro interés es que además de la clásica formación los alumnos estén preparados para trabajar en una comunidad, es decir educación con otra mirada. Porque buscamos e intentamos que la comunidad tenga herramientas y se organice para vivir mejor, para vender, para comprar, ya que entendemos que solamente la organización es la única forma en la que existe posibilidad de salir de la situación de crisis económica actual.
También el compartir una semana con los compañeros es un aprendizaje de vida porque, además de aprender, por ejemplo, matemática o lengua se tienen que organizar, hay horarios, tareas asignadas y por ejemplo, si un alumno no lava los platos, nadie lo hará por él. Se enseña cómo relacionarse con los compañeros, se organizan las tareas de limpieza. La cocina es en grupo de trabajo. Es decir existe otro proceso adicional de formación y de construcción de la autoestima en donde el alumno entiende que puede hacer muchas cosas.
— ¿Articulan con otras actividades y organizaciones?
La escuela tiene un predio muy lindo y grande en donde se hacen ensayos, pruebas y también eso nos permitió que trabajáramos junto con las universidades y otros actores en la formación de un centro que se llama CEFIT: Centro de Educación Formación e Investigación Campesino, donde en algunos eventos somos sede Clacso. También trabajamos proyectos con universidades del país. Como así también tenemos algunos pequeños proyectos de investigación aplicados al campesinado: tecnologías abiertas, desarrollo de bioinsumos, que van más allá de la carrera o lo que solo se refiere a lo curricular y está más vinculado a la producción.
— ¿Cómo evolucionó específicamente el tema de la producción?
Hubo un desarrollo, ya que nosotros empezamos con la agroindustria, pero a medida que se iban incorporando los distintos actores de la ruralidad comenzamos a diseñar lo que nosotros llamamos sistemas productivos, con la idea de ir eslabonando una actividad con otra. Por ejemplo comenzamos elaborando tomate triturado y de la producción primaria vamos a los invernaderos y de allí a la semilla, entonces eso hace que hoy seamos varios productores ubicados en distintos lugares, especialmente en la zona Norte donde llevamos más tiempo y hay más organización.
La idea es que distintos centros de trabajo puedan irse ensamblando para poder producir y vender. Tenemos varias fábricas de conservas habilitadas, conformadas en distintos departamentos de la provincia, donde algunos elaboran tomates enteros, otros, tomate triturado, productores que proveen a esos establecimientos así como invernaderos que proveen los plantines. Todo se va planificando.
Existe también un equipo técnico que se llama ETAC, Equipo Técnico Agroecológico Campesino, con varios profesionales veterinarios y otros que, son idóneos en el territorio , con capacidad de conducir procesos. En el equipo multidisciplinario es donde hacemos propuestas respecto a las necesidades e intercambios, siempre con diálogo ya que quienes venimos de la universidad tenemos una teoría que luego en la práctica es un poco diferente, entonces se va avanzando y repensando.
— ¿Cómo se organiza cada unidad productiva?
En general se organizan en grupos cooperativos o pre cooperativos, que van discutiendo entre ellos cómo se distribuyen las tareas. Algunas cooperativas por ejemplo Manos del pueblo, le compra a otras cooperativas y los precios son consensuados, así como la calidad. El momento se va planificando, quién provee, de acuerdo a la época del producto, por ej.: en el sur hay muchos productores de frutas y actualmente se está experimentando con deshidratado de ciruelas, damascos, etc.; dependiendo de los productos que hay en la zona y cómo pueden mejorar. Por ejemplo estamos innovando en alcayota al por mayor.
También está toda la organización caprina: donde se venden chivitos, otras cooperativas queso, otras dulce de leche, artesanías. La idea es ir agregando la mayor cantidad posible de valor agregado, comercializando directamente y con algunos puntos de distribución también.
— ¿Cómo se organizan en el circuito de ventas?
En Buenos Aires se vende mucho nuestros productos, ofrecemos productos de muy buena calidad a precio razonable, por lo tanto son muy atractivos, sobre todo las conservas, pero también se llevan verduras pesadas que por el clima no pueden hacerse en las zonas como zapallo, cebolla, tomate.
Tenemos distintas comercializadoras, vinculadas a la economía popular: en Buenos Aires la UTT, Almacén Andante, Alta Red.
Comercializamos en distintos almacenes de Buenos Aires y Mendoza. El Instituto de Producción Popular, mucha venta directa en almacenes de los pueblos, trabajamos con Alma Nativa que hace e-commerce. También se trae de otras organizaciones hacia acá, la logística es todo un tema, es difícil, se necesita el apoyo del Estado.
— ¿En el caso de los feriazos o verdurazos, cuál ha sido la respuesta de la gente?
Los feriazos y verdurazos, son una especie de reclamo para que se le de un poco más de atención al sector y a la vez, otra forma de acercarte a la ciudadanía , de una manera distinta a lo que sería una marcha, con un reclamo, ya que en Mendoza no hay gobernanza, o planificación fuerte, respecto a este tema. En el campo hay dificultades muy graves y muchas necesidades.
Nuestra organización lo que ha tenido en vista siempre es una vocación transformadora y de proteger los derechos de los que viven en el campo y también a los ciudadanos de las urbes. El derecho a un alimento sano y con un buen precio, esto es vital, ya que tiene que haber un rol del Estado importante para tratar que un buen producto a un buen precio llegue a la góndola.
Se necesita del Estado para un sector que es el que produce verdaderamente los alimentos para la góndola. No es cierto que las multinacionales realizan un buen trabajo y nosotros no llegamos a una buena logística sino que los grandes tienen exenciones, tienen una gran ventaja. Mientras este sector no es prioridad a nivel provincial. Con una buena planificación estatal se podría impulsar el área.
El cambio tiene que ser a escala planetaria ya que el modelo agropecuario tal como se está planteando no soluciona el problema del hambre en el mundo ya que éste no tiene que ver con la cantidad de lo que se produce sino por cómo se distribuye. Se concentra cada vez más (por ejemplo habían 20 empresa de semillas, hoy son 3) y el alimento se toma como una mercancía, importa por su rentabilidad para el agronegocio. Hoy puede ser soja mañana puede ser algodón y luego pistacho. El apogeo de la soja se da por que los chinos están comenzando a comer mayor cantidad de carne y se alimenta a sus animales con ella.
En alimentos el problema no es de cantidad sino de distribución y el modelo actual, tiene un límite social, ambiental, político y económico. En un país como el nuestro que produce tanto alimento pero hay un 40% de indigencia, y a la vez hay índices más alto en niños adolescentes adultos de obesidad y diabetes, quiere decir que los sectores populares consumen más alimentos de mala calidad. Hasta el mismo Estado le compra al agronegocio mientras que la economía social en vez de comprar a una gran empresa, propicia que se compre a 25 cooperativas. Y hay muchas cooperativas que tienen la capacidad de ser proveedores del Estado lo que modificaría mucho la situación.
— Y la pregunta indigna, ¿cómo es posible que existiendo tanto tamberos, luego el sector lácteo quede reducido a un par de empresas? ¿De qué forma se los asfixió como para que quedara el monopolio en una o dos empresas lácteas? ¿Pueden generar opciones alternativas?
A escala mundial este sistema no va a poder sostenerse entonces la agroecología no es una cosa de moda, es un tema de subsistencia, el problema es respecto de cómo se va a resolver el hambre, cómo se puede generar centralización de la tierra como pueden haber fincas abandonadas y un montón de personas que quieren producir, gente que se muere de hambre… Son temas que deben debatirse.
Nosotros tenemos pequeñas experiencias exitosas que pueden replicarse, como cooperativa de mujeres solas que ha mejorado notablemente su calidad de vida, es necesario redireccionar el recurso más que aumentar la cantidad de recursos.
— Me genera duda todo este análisis que están poniendo en tela de juicio en los foros internacionales y en todo alrededor de cambio climático pero ustedes me dicen que desde el 2001 vienen llevando esta filosofia ¿a qué se debe?
Simplemente aquí en esa época se tenía que inventar alguna forma para sobrevivir. La gente que la estaba pasando mal buscaba una alternativa. Nos propusimos tener un contacto directo con la realidad y cuando uno vive esa realidad, la vida en el campo y todas las necesidades que observa ya no puede desentenderse, se genera un compromiso con esta situación. Por eso es muy importante que quienes son decisores en universidades en gobernanza puedan tener contacto con esta realidad y comprender que detrás de una producción de zanahoria, existe toda una historia, una familia, necesidades, etc.
La idea es buscar otro modelo de forma de producción que también funciona a escala grande.
Se puede hacer ganadería o pastura en una escala grande y en forma sustentable pero los grandes monopolios establecen las reglas en los hechos y muchos países que se han desarrollado que han generado muchas naciones, también que han destruido su recursos naturales están exigiéndole mucho a los países de América Latina.
El nivel que se maneja en los países más industrializados respecto al consumo de energía, esa dependencia de los fósiles es muy importante, y es por eso que se fuerza tanto a continuar con esa matriz energética.
— ¿Qué temas respecto a soluciones globales le parecen más vitales en la actualidad?
Creo que es central descubrir el valor y el poder que tenemos como consumidores, en especial los jóvenes que comienzan a analizar de dónde provienen los productos que consumen, qué calidad tienen, que hay detrás de eso es parte de nuestros desafíos. Estamos comprometidos a sostener esas cooperativas esos compañeros para que tengan una vida digna. El desafío mayor es que nuestros productos lleguen a todos los sectores y principalmente a los sectores populares, porque el alimento es para todos. Nosotros tenemos proyectos pequeños exitosos que podrían replicarse con ingresos dignos aun mayores que si trabajaran en el sector privado.
En algunos casos hay compañeros tienen un pequeño poder de capitalización pero en otros casos se comienza de cero, como fue nuestro caso y con un Estado provincial ausente. En algunas situaciones hemos recibido ayuda nacional e internacional en las peores épocas de Argentina.
— ¿Qué tipo de proyectos manejan?
Tenemos proyectos productivos y también proyectos que no son productivos, por ejemplo hemos participado en la adecuación de las normas de agricultura familiar, así como en modificar normas del SENASA y del Código Alimentario, ya que estas normas fueron diseñadas por la agroindustria, entonces se pone plata en un grupo, pero para los pequeños productores la labor se dificulta, no pueden vender esos productos porque no les dan los números y necesitan cumplimentar muchos requisitos, que solo pueden ser posible en una escala mayor por lo que se vuelve muy dificultoso para las escalas pequeñas.
Se generó todo un trabajo entre la nación y otras instituciones, y eso también consideramos, es parte de nuestra responsabilidad. Por ejemplo, si hay que modificar una ley que presentó la UTT, en donde se dialoga temas de incumbencias rurales, administración de cooperativas… notamos que a las cooperativas les es muy difícil tratar de sostener al producto. Así en el caso de la última normativa que facilita la creación de pequeñas cooperativas, el tema comenzó cuando dialogamos distintos actores a través de un webinario, respecto a las dificultades del sector, como por ejemplo el tema de los impuestos, si bien existía un monotributo agrario, eso se desfinanció durante el gobierno macrista, ahora se estaban buscando exenciones y soluciones para las pequeñas escalas. Cinco meses se estuvo discutiendo facilitar esa normativa desde el Movimiento campesino indígena Somos Tierra y con el Senasa y a partir de esa situación de economía familiar, luego se extiende a otros sectores como el textil.
— ¿La UST abarca solamente Mendoza o incluye a otras provincias?
En Mendoza se encuentra en distintos departamentos: Las Heras, Lavalle, San Rafael, Guaymallén, San Carlos. También trabajamos con organizaciones nacionales hermanas que protegen al campesinado, así en el Norte neuquino, Red Puna de Jujuy, el MNC en Misiones, San Juan, Córdoba y también junto con la UTT que tiene la mayoría de comercialización en Buenos Aires. También la federación de cooperativas federada LA FECOFE y cooperativas distribuidas con esas tres organizaciones en lo que conforman una mesa llamada Mesa Agroalimentaria Argentina, que es una suerte de entidad que pretende discutir a nivel nacional estas políticas públicas para el sector.
Durante el macrismo, que fue una época muy dura, nos fuimos acercando las instituciones, buscando soluciones, ideas para mayor protección del sector, así en esa época la UTT ( organización similar con sede en Buenos Aires), tuvo un gran auge y a partir de las experiencias concretas, fuimos relacionándonos y estableciendo diagnósticos y objetivos comunes. Uno fundamental es “el alimento debe ser un derecho”, debe fortalecer el campo que alimenta, es decir de aquí es de donde surgen las materias primas. El principal objetivo es llevar los alimentos básicos a las góndolas.
— ¿Cuál es la relación con la agroecología?
Nuestro objetivo es que toda la producción sea agroecológica, pero eso lleva mucho tiempo, hay una transición y muchas veces es difícil soportarla en el tiempo, en especial cuando las personas son arrendatarios, porque son sistemas que deben recuperarse, por ejempo con siembra de otros vegetales asociados. La tierra no puede pasar de usar agroquímicos a no usar nada, el proceso es gradual.
Un freno a esto se da respecto de un agricultor que no es dueño, un arrendatario puede llegar a cambiar todos los años de parcela, ¿como se le dice que se tome el tiempo para transformarse a una agricultura agroecológica?. Otra caso distinto se daría por ejemplo en un invernadero, ya que este permite comenzar de cero con una agricultura agroecológica.
— ¿Qué políticas públicas entiende que se necesitan en este sector?
El punto focal es que las personas puedan comprar el terreno. Y eso les permite contar con tiempo, entonces se pueden animar a otras cosas, como la transformación a la agroecología.
La agroecología es muy abarcativa, no tiene solamente que ver con que se deje de producir con agroquímicos, va mucho más allá, tiene que ver con cuál es la relación de las personas que trabajan ahí, cómo es la relación entre la comunidad, la distribución del ingreso, cómo es la situación del trabajo de las mujeres (incluye otros aspectos, no solamente es producción sin agrotoxicos), también hay que ver dónde se da la venta y muchos temas más.
La agroecología es un modelo más solidario, se acerca la economía solidaria, economía social, donde el sujeto está por encima de las ventas, la familia, las relaciones entre los empleados y los trabajadores, precio justo.
Nosotros entendemos que la única forma o alternativa que plantea la vía campesina para que el hambre en el mundo deje de ser tal es que el productor gestione su trabajo, de forma no estandarizada o impuesta, los productos según su cultura, su historia, su criterio. Es decir, decidir qué comer y cómo hacerlo.
El problema es el modelo, si yo observo las góndolas de los países desarrollados: tienen alimentos ultraprocesados y donde las poblaciones pobres comen muy mal, mientras que las poblaciones sanas, que son quienes tal vez no tienen sobrepeso, pagan mucho por esa comida saludable.
— Respecto a coalición con otros actores. ¿qué experiencias han tenido?
Experiencias hemos tenido muy pocas veces con el Estado provincial, pero sí con los sindicatos o con la universidad donde se coordina productos campesinos, también se realizó con el comedor universitario.
Nosotros por ejemplo somos una organización que podemos proveer en góndolas. Existe la ley de góndolas pero es algo que no se está aplicando.
No hay una política de incentivo de este tipo de economía, así por ejemplo respecto a la educación, en Mendoza cerraron las pocas horas cátedra que teníamos y se dieron a establecimientos que luego por la pandemia cerraron.
— ¿A qué se debe la apertura de un lugar físico para comercializar en la Provincia de Mendoza?, cuando todas sus actividades están más bien relacionadas con zona rural.
En el mes de abril de este año se abrió este local en Mendoza porque queríamos tener una relación con la ciudad y un lugar físico donde se pudiera reunir, dialogar, recibir gente con un lugar con fácil acceso.
— ¿Como está compuesto el grueso del equipo?
Yo soy agrónoma como muchos compañeros que nos conocimos en la militancia universitaria de los años 90, por ese entonces, formamos parte de un grupo que se llamaba Martín Fierro.
Hay muchos integrantes de la FAEA, que siguen trabajando en organizaciones o en el INTA.
En este tipo de modelo hay muchas organizaciones a lo largo del país, también en América Latina y todas las organizaciones campesinas se nutren entre sí, se va aprendiendo y reaprendiendo lo que el campesinado necesita, con cada una de sus experiencias.
— Gracias Natalia por permitirnos ingresar en lo profundo de un tema central para la salud, la transición justa y la mejora de toda la sociedad.
Mendoza en general por el tipo de distribución que existe, es una ciudad que crece y se organiza permanentemente, entonces se establecen algunas prioridades, y eso condiciona a determinadas zonas y especialmente Lavalle es una de las que está al final de la fila.
Las primeras actividades productivas tenían que ver con la idea del “agregado de valor”: se comenzó elaborando vinos y tomates triturados (porque no teníamos donde producir), pero a lo largo de la historia fuimos avanzando en las distintas escalas de producción.
Una de ellas tiene que ver con la producción, otra tiene que ver con la defensa de los territorios, un ejemplo de esto: la UST tiene gran cantidad de crianceros en la zona del secano de Lavalle, ya que en Mendoza distintos oasis se distribuyen en distintas zonas, y en esta zona (con poco acceso al agua), las actividades son por ejemplo la cría de ganado menor, cabras, ovejas, artesanía y los derivados de la actividad caprina, leche, cueros, quesos. Entonces hoy tenemos muchos compañeros que son crianceros de cabras y, que a diferencia del puestero (es alguien que fue puesto) a diferencia de estos, los crianceros crían su ganado y viven ahí.
En el caso de los crianceros le es aplicable la ley de arraigo puestero, así como la de posesión veinteañal, pero la problemática se encuentra ya que muchas personas no saben cuáles son los derechos que le corresponden y en el caso de los títulos supletorios es un requisito realizar los planos de mensura y todo esta tramitación, genera costos muy altos que son difíciles de solventar por los campesinos.
Existen en la ruralidad, muchos casos diferentes, con diferentes necesidades: personas mayores que nunca aprendieron a leer, a escribir, chicos con mucha deserción escolar (ya que es muy poca la gente que puede acceder a una carrera terciaria). Este tipo de problemas lo identificamos hace tiempo.
Como logros puedo mencionarte que llevamos la Cohorte número 11 de una escuela secundaria que tiene una orientación en agroecología, es la Escuela Campesina de Agroecología: la modalidad se da con un funcionamiento llamado de alternancia, que significa que los estudiantes están una semana en la escuela cursando mañana y tarde y luego tres semanas vuelven a su comunidad, acompañados por un sistema de cartillas, tutorías y actividades que llevan a cabo. Entonces muchos estudiantes, que en otros casos, tenían que irse de su pueblo, (en este caso recibimos chicos de Malargüe, Tupungato, San Rafael, Lavalle profundo) con esta metodología pueden estudiar y formarse en cosas que nosotros entendemos que muchas veces la escuela secundaria típica no le enseña, no está adecuada a las zonas rurales y sus necesidades. Si bien esto es educación formal, la impronta se la da ser una escuela de gestión social. Actualmente tenemos muchas dificultades ya que el gobierno de la Provincia lo ve como una cuestión de gestión privada más que una política pública y el año pasado disminuyó a la mitad las horas cátedra . Nosotros sostenemos el faltante, y actualmente el Estado solo se hace cargo de esas horas cátedra de los docentes. La organización se ingenia para hacerse cargo de la comida, dormitorios, traslado, fotocopias.
Hubo un desarrollo, ya que nosotros empezamos con la agroindustria, pero a medida que se iban incorporando los distintos actores de la ruralidad comenzamos a diseñar lo que nosotros llamamos sistemas productivos, con la idea de ir eslabonando una actividad con otra. Por ejemplo comenzamos elaborando tomate triturado y de la producción primaria vamos a los invernaderos y de allí a la semilla, entonces eso hace que hoy seamos varios productores ubicados en distintos lugares, especialmente en la zona Norte donde llevamos más tiempo y hay más organización. En general se organizan en grupos cooperativos o pre cooperativos, que van discutiendo entre ellos cómo se distribuyen las tareas. Algunas cooperativas por ejemplo Manos del pueblo, le compra a otras cooperativas y los precios son consensuados, así como la calidad. El momento se va planificando, quién provee, de acuerdo a la época del producto, por ej.: en el sur hay muchos productores de frutas y actualmente se está experimentando con deshidratado de ciruelas, damascos, etc.; dependiendo de los productos que hay en la zona y cómo pueden mejorar. Por ejemplo estamos innovando en alcayota al por mayor. — ¿Cómo se organizan en el circuito de ventas? En Buenos Aires se vende mucho nuestros productos, ofrecemos productos de muy buena calidad a precio razonable, por lo tanto son muy atractivos, sobre todo las conservas, pero también se llevan verduras pesadas que por el clima no pueden hacerse en las zonas como zapallo, cebolla, tomate.
Los feriazos y verdurazos, son una especie de reclamo para que se le de un poco más de atención al sector y a la vez, otra forma de acercarte a la ciudadanía , de una manera distinta a lo que sería una marcha, con un reclamo, ya que en Mendoza no hay gobernanza, o planificación fuerte, respecto a este tema. En el campo hay dificultades muy graves y muchas necesidades.
Simplemente aquí en esa época se tenía que inventar alguna forma para sobrevivir. La gente que la estaba pasando mal buscaba una alternativa. Nos propusimos tener un contacto directo con la realidad y cuando uno vive esa realidad, la vida en el campo y todas las necesidades que observa ya no puede desentenderse, se genera un compromiso con esta situación. Por eso es muy importante que quienes son decisores en universidades en gobernanza puedan tener contacto con esta realidad y comprender que detrás de una producción de zanahoria, existe toda una historia, una familia, necesidades, etc. Creo que es central descubrir el valor y el poder que tenemos como consumidores, en especial los jóvenes que comienzan a analizar de dónde provienen los productos que consumen, qué calidad tienen, que hay detrás de eso es parte de nuestros desafíos. Estamos comprometidos a sostener esas cooperativas esos compañeros para que tengan una vida digna. El desafío mayor es que nuestros productos lleguen a todos los sectores y principalmente a los sectores populares, porque el alimento es para todos. Nosotros tenemos proyectos pequeños exitosos que podrían replicarse con ingresos dignos aun mayores que si trabajaran en el sector privado.
Tenemos proyectos productivos y también proyectos que no son productivos, por ejemplo hemos participado en la adecuación de las normas de agricultura familiar, así como en modificar normas del SENASA y del Código Alimentario, ya que estas normas fueron diseñadas por la agroindustria, entonces se pone plata en un grupo, pero para los pequeños productores la labor se dificulta, no pueden vender esos productos porque no les dan los números y necesitan cumplimentar muchos requisitos, que solo pueden ser posible en una escala mayor por lo que se vuelve muy dificultoso para las escalas pequeñas.
— La comida sana no debe ser un lujo. Aquí, como positivo podemos rescatar, todavía, la cultura del alimento y de la verdura. El problema es la decisión política que se tome, por ejemplo si el Estado tomó la decisión de comprar a una gran cadena porque hay una licitación o porque es más barato y esa comida (es decir, todo un paquete de una industria que te ofrece pseudo comida ), sumado a que en los sectores pobres hay muchas personas que tienen obesidad pero están mal alimentadas por falta de una buena cultura alimentaria y también en este mismo país que produce, por ejemplo, las manzanas y en caso de Mendoza los compañeros de General Alvear, donde existen situaciones en que estos productores se ven obligados a tirar los damascos, porque se especula tanto que se le paga montos miserables. Hay aquí un grave problema y se debe poder dialogar con el ciudadano. El 95% de la población de Argentina vive en las ciudades. Entonces hay dos cosas que son vitales fundamentales: Nosotros dialogamos con el ciudadano, también a través del alimento (se explica esta otra forma de concebirlo, producirlo y comercializarlo) y la otra cosa que es importante: debemos lograr ese intercambio de ideas con el ciudadano lleve a una instancia donde este se pregunte qué es lo que está comiendo. — ¿Cómo se obtiene?, ¿ómo se hace?, ¿quién lo hace? Bueno, también hay una realidad y es que hay mucha gente que ni siquiera puede elegir o preguntarse qué tipo de alimento quiere, solamente accede al que puede. Entiendo que las políticas públicas deben apuntar a organizar al Estado (Nacional, Provincial), de tal forma que sea posible comprarle a una gran cantidad de pequeños productores, en vez de a un gran productor. Si bien esto necesita un poco más de organización y logística, también implica llevar un alimento más accesible y sano a todos los sectores de la población, generando trabajo digno, lo que es fundamental para la transición que debemos hacer respecto del sistema económico actual que nos ha llevado al colapso ecológico. Por ejemplo nosotros producimos néctares de fruta (¡son una maravilla!), son naturales, si el Estado tomara la decisión, podrían llegar en envases de 5 litros y llevar un alimento sano los niños de las escuelas: jugo de durazno y damascos, que muchas veces se tiran.
Experiencias hemos tenido muy pocas veces con el Estado provincial, pero sí con los sindicatos o con la universidad donde se coordina productos campesinos, también se realizó con el comedor universitario. No hay una política de incentivo de este tipo de economía, así por ejemplo respecto a la educación, en Mendoza cerraron las pocas horas cátedra que teníamos y se dieron a establecimientos que luego por la pandemia cerraron.
Yo soy agrónoma como muchos compañeros que nos conocimos en la militancia universitaria de los años 90, por ese entonces, formamos parte de un grupo que se llamaba Martín Fierro. |
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