El Cambio climático y su transversalidad
Vanesa Szczurowski y Marcela Marín
"... Las políticas internacionales contra el cambio climático han propuesto algunas soluciones, pero en la práctica no basta con la creación de fondos para financiamiento o capacitaciones..."



El cambio climático aparece actualmente como un tema transversal, es decir cruza todos los ámbitos: social, político, cultural, económico, biodiversidad, etc,

El Modelo clásico de resolución de problemas con la separación de ciencia y política, así como la ciencia estudiada en forma especializa por ámbitos, en compartimentos estancos ha llevado a soluciones parcializadas e incompletas, donde no se ha comprendido que toda problemática está interrelacionada, todos estamos interrelacionados y la muestra más contundente de ello se da con la crisis civilizatoria actual y el cambio climático.

Rompiendo estos esquemas aparece la economía ecológica, así como la ciencia postnormal que plantea un cambio de paradigma donde la ciencia y la política no solo están entremezcladas sino que la ciencia clásica ya no es tomada como la única voz autorizada y esto se ve especialmente en los temas de cambio climático y los efectos adversos que le agregan incertidumbre a las situaciones a solucionar.

El conocimiento trasciende lo puramente académico, se nutre con la transdisciplinariedad y la revalorización de otros tipos de conocimientos no científicos como el del ciudadano de la urbe quien está más cerca de la problemática llámese inundación sequía o alta en el nivel del mar.

Respecto a la ruralidad: los conocimientos de técnicas ancestrales tanto del campesinado como de los pueblos originarios muy lejos de los actuales agro negocios establecen y proponen una vuelta a los cultivos clásicos que son los contenedores de grandes riquezas en biodiversidad, es decir, cultivos que se complementan y a la vez se controlan naturalmente respecto a plagas aportado mayor nivel nutricional a los alimentos. Todos estos temas se entremezclan con el derecho al alimento que, si bien parece un cliché, es algo que en la realidad no se da como regla pues las publicidades han tapado el verdadero peso nutricional de algunos productos (que realmente son cuasi alimentos) mostrándolos como fuente de nutrición, afirmación que simplemente se cae al contrastar la etiqueta con la realidad.

Así también la economía ecológica se niega a asignar a todo valor económico entendiendo que existen bienes “inconmensurables”.

En todo este juego entra la economía social como la alternativa a un modelo que mercantiliza todos los bienes, que todo lo reduce a un valor económico tanto lo material como las relaciones humanas, el alimento, la cultura y hasta la naturaleza. La economía social ofrece achicar la brecha en la cadena de comercialización con producciones locales evitando los grandes recorridos de transporte, ya que el área de transporte en todo el mundo es una de las areas más contaminantes y emisoras de Gases de efecto Invernadero(GEIs), la economía social evita, también los monocultivos, pues estos al quitar ecosistemas, también impide que se absorban Geis, es decir se produce hay mayor emisión, además de la dependencia de estos cultivos cada vez más creciente en el tiempo a agroquímicos, que degradan los suelos y dan así lugar nuevamente a más pérdida de ecosistemas, generándose un círculo viciososo, incendios voluntarios y hasta migraciones.

Hay que comenzar a darle prioridad a los productos locales, poniendo en valor lo autóctono así como sus subproductos, integrándoles valor agregado, dándolos a conocer a los propios ciudadanos de la zona, evitando los monopolios, empoderando a esas comunidades, disminuyendo la especulación, consensuando entre los mismos integrantes de la comunidad “ precios justos”, “trabajo digno”.

Las políticas internacionales contra el cambio climático han propuesto algunas soluciones, pero en la práctica no basta con la creación de fondos para financiamiento o capacitaciones (esto es desarrollo de habilidades) y transferencia de tecnología de países desarrollados a los en vía.

También es necesario repensar la influencia que tiene el nivel de consumismo de estos mismos países desarrollados, así como analizar la viabilidad de soluciones contra el cambio climático (que han sido aplicadas en los países del Norte con éxito), pero que simplemente no pueden funcionar en la geografía, cultura, economía, idiosincrasia de los países del Sur.



Es necesario reorganizar toda la economía, sus actores y hasta eliminar las vetustas ideas de crecimiento ilimitado para lograr la transición justa que se ha puesto como uno de los objetivos para adaptarse al cambio climático global. Si bien los países desarrollados aparecen en los compromisos internacionales con la obligación de tomar las iniciativas de cooperación, financiamiento a los países en vías de desarrollo (que son quiénes tendrán los mayores impactos del cambio climático), deben reverse las bases del sistema, sobre las que se asientan las soluciones, en virtud de todos estos temas.

Es aquí donde la economía social aparece como una herramienta de dignidad, acceso a una vida justa, al alimento sano y al orgullo de la propia identidad y capacidad.


El cambio climático aparece actualmente como un tema transversal, es decir cruza todos los ámbitos: social, político, cultural, económico, biodiversidad, etc,

El Modelo clásico de resolución de problemas con la separación de ciencia y política, así como la ciencia estudiada en forma especializa por ámbitos, en compartimentos estancos ha llevado a soluciones parcializadas e incompletas, donde no se ha comprendido que toda problemática está interrelacionada, todos estamos interrelacionados y la muestra más contundente de ello se da con la crisis civilizatoria actual y el cambio climático.

Rompiendo estos esquemas aparece la economía ecológica, así como la ciencia postnormal que plantea un cambio de paradigma donde la ciencia y la política no solo están entremezcladas sino que la ciencia clásica ya no es tomada como la única voz autorizada y esto se ve especialmente en los temas de cambio climático y los efectos adversos que le agregan incertidumbre a las situaciones a solucionar.

El conocimiento trasciende lo puramente académico, se nutre con la transdisciplinariedad y la revalorización de otros tipos de conocimientos no científicos como el del ciudadano de la urbe quien está más cerca de la problemática llámese inundación sequía o alta en el nivel del mar.

Respecto a la ruralidad: los conocimientos de técnicas ancestrales tanto del campesinado como de los pueblos originarios muy lejos de los actuales agro negocios establecen y proponen una vuelta a los cultivos clásicos que son los contenedores de grandes riquezas en biodiversidad, es decir, cultivos que se complementan y a la vez se controlan naturalmente respecto a plagas aportado mayor nivel nutricional a los alimentos. Todos estos temas se entremezclan con el derecho al alimento que, si bien parece un cliché, es algo que en la realidad no se da como regla pues las publicidades han tapado el verdadero peso nutricional de algunos productos (que realmente son cuasi alimentos) mostrándolos como fuente de nutrición, afirmación que simplemente se cae al contrastar la etiqueta con la realidad.

Así también la economía ecológica se niega a asignar a todo valor económico entendiendo que existen bienes “inconmensurables”.

En todo este juego entra la economía social como la alternativa a un modelo que mercantiliza todos los bienes, que todo lo reduce a un valor económico tanto lo material como las relaciones humanas, el alimento, la cultura y hasta la naturaleza. La economía social ofrece achicar la brecha en la cadena de comercialización con producciones locales evitando los grandes recorridos de transporte, ya que el área de transporte en todo el mundo es una de las areas más contaminantes y emisoras de Gases de efecto Invernadero(GEIs), la economía social evita, también los monocultivos, pues estos al quitar ecosistemas, también impide que se absorban Geis, es decir se produce hay mayor emisión, además de la dependencia de estos cultivos cada vez más creciente en el tiempo a agroquímicos, que degradan los suelos y dan así lugar nuevamente a más pérdida de ecosistemas, generándose un círculo viciososo, incendios voluntarios y hasta migraciones.

Hay que comenzar a darle prioridad a los productos locales, poniendo en valor lo autóctono así como sus subproductos, integrándoles valor agregado, dándolos a conocer a los propios ciudadanos de la zona, evitando los monopolios, empoderando a esas comunidades, disminuyendo la especulación, consensuando entre los mismos integrantes de la comunidad “ precios justos”, “trabajo digno”.

Las políticas internacionales contra el cambio climático han propuesto algunas soluciones, pero en la práctica no basta con la creación de fondos para financiamiento o capacitaciones (esto es desarrollo de habilidades) y transferencia de tecnología de países desarrollados a los en vía.

También es necesario repensar la influencia que tiene el nivel de consumismo de estos mismos países desarrollados, así como analizar la viabilidad de soluciones contra el cambio climático (que han sido aplicadas en los países del Norte con éxito), pero que simplemente no pueden funcionar en la geografía, cultura, economía, idiosincrasia de los países del Sur.



Es necesario reorganizar toda la economía, sus actores y hasta eliminar las vetustas ideas de crecimiento ilimitado para lograr la transición justa que se ha puesto como uno de los objetivos para adaptarse al cambio climático global. Si bien los países desarrollados aparecen en los compromisos internacionales con la obligación de tomar las iniciativas de cooperación, financiamiento a los países en vías de desarrollo (que son quiénes tendrán los mayores impactos del cambio climático), deben reverse las bases del sistema, sobre las que se asientan las soluciones, en virtud de todos estos temas.

Es aquí donde la economía social aparece como una herramienta de dignidad, acceso a una vida justa, al alimento sano y al orgullo de la propia identidad y capacidad.


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