La gestión de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires está recuperando el tiempo perdido y los recursos subejecutados por la administración anterior, tanto a nivel nacional como provincial. En el Ministerio de Desarrollo Agrario, a cargo del Dr. Javier Rodríguez, se implementaron Nuevas Direcciones para acompañar el crecimiento de la agricultura familiar y la regularización de tierras de uso productivo, en tanto que en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación se creó la Dirección Nacional de Agroecología, primera de este tipo en Latinoamérica.
Dada la necesidad de trabajo formalizado y la exigencia social por productos saludables y de bajo impacto ambiental, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, jerarquizó el sector agroecológico con la creación de la Dirección Provincial de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural, que forma parte del Ministerio de Desarrollo Agrario de la provincia.
En dicha Dirección existen 3 líneas de acción: Innovación Tecnológica para la Agricultura Familiar; Comercialización y Producción; Fortalecimiento Organizacional y Ordenamiento Territorial. Nadia Dubrovsky es la directora de ésta última y con ella conversamos.
Garantizar zonas de producción
Los medios de desinformación masiva califican las tomas de tierra como delitos que merecen condenas superlativas. Sin embargo, no se escandalizan de la construcción de barrios privados sobre las tierras más fértiles de la pampa húmeda con el consecuente alejamiento de los productores hortícolas de los centros de consumo; no se escandalizan de las irregularidades en los arrendamientos de tierras productivas; no se escandalizan de las condiciones indignas en que son obligadas a vivir las familias productoras porque los arrendadores no les permiten hacer mejoras habitacionales.
“El acceso a la tierra es muy complejo”, dijo la Lic. Dubrovsky, “intervienen muchos actores: el Municipio, organismos del Estado, cámaras inmobiliarias”.
Para que los consumidores accedan a comida saludable y con precios razonables y los trabajadores de la tierra puedan ejercer su derecho a trabajar y vivir dignamente, la idea del actual gobierno bonaerense “es una regulación del uso de la tierra que garantice las zonas de producción de alimentos, otorgando tierras en formatos accesibles”.
Como el ordenamiento territorial es competencia municipal, la actual gestión trabaja en tierras de dominio provincial o inicia gestiones con cada Municipio.
“Éste es un tema que tiene deudas históricas, con muchos intereses contrapuestos. Por esto es importante que, como ciudadanos, exijamos a cada concejo deliberante sobre la gestión del territorio”, enfatizó la entrevistada, remarcando, entonces, que el ordenamiento territorial es competencia del intendente y del concejo deliberante.
Fortalecer a quienes producen
Durante el gobierno cambiemita, los recursos internacionales dirigidos a fomentar proyectos de la economía familiar, campesina, indígena fueron subejecutados. Para que la financiación internacional del Programa de Inserción Económica de los Productores Familiares del Norte Argentino (Procanor) no se perdiera, además de implementarlo en las provincias del norte, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación decidió extenderlo a la provincia de Buenos Aires para fortalecer la cadena hortícola agroecológica y otras actividades que habitualmente no se financian.
Dentro del Procanor se encuentra el Programa En Nuestras Manos, “una línea dirigida a grupos de mujeres, formales o en vías de formalizarse, que realizan actividades productivas y con este financiamiento verán aliviadas sus tareas diarias a través de tecnología o maquinaria”, indicó Dubrovsky quien destacó que, tradicionalmente, el financiamiento es siempre para los hombres y “eso limita a las mujeres, incluso en la posibilidad de salir de entornos violentos porque no tienen autonomía económica”.
En la provincia de Buenos Aires se aprobaron 30 proyectos. Entre ellos, uno relacionado con un refugio en Mercedes para mujeres víctimas de violencia de género. La extensionista del Ministerio de Agricultura de la Nación que colaboró con estas mujeres para la formulación y presentación del proyecto, Micaela Cortada, señaló que “así se aborda la problemática también desde el aspecto laboral, ya que una vez que las mujeres se marchen del refugio, lo harán con un conocimiento que les permitirá autovalerse”.
Otro proyecto seleccionado fue de mujeres pescadoras de San Pedro. En este caso se priorizó la pesca artesanal, actividad que nunca se financia. El proyecto tiene un doble impacto: económico y social, pues al preservar una actividad artesanal -casi en vías de extinción- funciona como pilar de arraigo, evitando que las familias abandonen el lugar y que las mujeres terminen trabajando en casas de familia. Como dato que demuestra la invisibilidad en que se encuentran las pescadoras de río, Micaela Cortada comentó que los pescadores hicieron un poco de revuelo cuando se enteraron que el financiamiento sería recibido por las mujeres. “Ellos no podían entender que las mujeres pescan, hacen las redes, conocen el oficio igual que ellos, que en muchos casos lo único que hacen, es llevar el pescado al pueblo”.
La mayoría de los proyectos son de mujeres que se dedican a la horticultura, en el cordón hortícola de La Plata; también accedieron mujeres que se dedican al cultivo de papas y cebollas en Buratovich, al sur de la provincia de Buenos Aires.
Para fomentar la producción con valor agregado, la Dirección de Industrias y Productos Alimenticios del Ministerio de Desarrollo Agrario aprobó la Resolución de Pequeñas Unidades Productivas de Alimentos Artesanales (P.U.P.As), es decir la habilitación de pequeñas cocinas que cumplen con todas las exigencias en materia de seguridad e higiene, entonces con el registro de la cocina y del producto “los productores tienen tránsito federal”.
Con sentido de realidad, Nadie Dubrovsky señaló que “aunque los productos no estén formalizados, se comercializan igual, entonces es mejor formalizarlos y controlarlos. Nosotros no somos partidarios de la prohibición, sino de la inclusión. Trabajamos en conjunto para la regulación, acercando la normativa a la realidad que pueda cumplimentar el sector y acompañándolo para que avance hacia la normativa”.
Todas estas herramientas van acompañadas de canales de comercialización: Mercados Bonaerenses, ferias, mercados mayoristas, ya que es necesario desarmar las cadenas de intermediarios que “no diferencian un producto tradicional de otro agroecológico y le pagan muy mal al productor. Y además en muchas ocasiones llega al consumidor con precios de élite”. Efectivamente, los productores de la agricultura familiar y campesina tienen muchas dificultades para acceder a los mercados locales, entre otras cosas porque los municipios no alientan ni el comercio justo ni el consumo responsable.
La agroecología se enmarca en la soberanía alimentaria, en consecuencia, no es sólo el no uso de agroquímicos, es también el acceso a alimentos producidos localmente que tendrán, por lo tanto, baja huella de carbono, es la posibilidad de elegir qué se consume, es un producto pensado con dimensión social por eso no puede tener precio de élite.
Hay muchísimos consumidores ávidos por comer productos sanos y locales y “esto es fundamental para traccionar ordenanzas de producción agroecológica, de regularización de uso de agroquímicos, de mercados locales. La organización social en cada territorio es lo que puede motorizar cambios”, concluyó Nadia Dubrovsky.
La ciudadanía y las condiciones de post pandemia reclaman el fortalecimiento de la economía local y la producción agroecológica, por lo tanto, intendentes y legisladores tienen mucho trabajo por realizar y las mujeres y hombres que trabajan por un mundo mejor tienen mucho por militar.
Dada la necesidad de trabajo formalizado y la exigencia social por productos saludables y de bajo impacto ambiental, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, jerarquizó el sector agroecológico con la creación de la Dirección Provincial de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural, que forma parte del Ministerio de Desarrollo Agrario de la provincia. Garantizar zonas de producción Los medios de desinformación masiva califican las tomas de tierra como delitos que merecen condenas superlativas. Sin embargo, no se escandalizan de la construcción de barrios privados sobre las tierras más fértiles de la pampa húmeda con el consecuente alejamiento de los productores hortícolas de los centros de consumo; no se escandalizan de las irregularidades en los arrendamientos de tierras productivas; no se escandalizan de las condiciones indignas en que son obligadas a vivir las familias productoras porque los arrendadores no les permiten hacer mejoras habitacionales. “El acceso a la tierra es muy complejo”, dijo la Lic. Dubrovsky, “intervienen muchos actores: el Municipio, organismos del Estado, cámaras inmobiliarias”. Para que los consumidores accedan a comida saludable y con precios razonables y los trabajadores de la tierra puedan ejercer su derecho a trabajar y vivir dignamente, la idea del actual gobierno bonaerense “es una regulación del uso de la tierra que garantice las zonas de producción de alimentos, otorgando tierras en formatos accesibles”. Como el ordenamiento territorial es competencia municipal, la actual gestión trabaja en tierras de dominio provincial o inicia gestiones con cada Municipio. “Éste es un tema que tiene deudas históricas, con muchos intereses contrapuestos. Por esto es importante que, como ciudadanos, exijamos a cada concejo deliberante sobre la gestión del territorio”, enfatizó la entrevistada, remarcando, entonces, que el ordenamiento territorial es competencia del intendente y del concejo deliberante.
Durante el gobierno cambiemita, los recursos internacionales dirigidos a fomentar proyectos de la economía familiar, campesina, indígena fueron subejecutados. Para que la financiación internacional del Programa de Inserción Económica de los Productores Familiares del Norte Argentino (Procanor) no se perdiera, además de implementarlo en las provincias del norte, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación decidió extenderlo a la provincia de Buenos Aires para fortalecer la cadena hortícola agroecológica y otras actividades que habitualmente no se financian. Dentro del Procanor se encuentra el Programa En Nuestras Manos, “una línea dirigida a grupos de mujeres, formales o en vías de formalizarse, que realizan actividades productivas y con este financiamiento verán aliviadas sus tareas diarias a través de tecnología o maquinaria”, indicó Dubrovsky quien destacó que, tradicionalmente, el financiamiento es siempre para los hombres y “eso limita a las mujeres, incluso en la posibilidad de salir de entornos violentos porque no tienen autonomía económica”. En la provincia de Buenos Aires se aprobaron 30 proyectos. Entre ellos, uno relacionado con un refugio en Mercedes para mujeres víctimas de violencia de género. La extensionista del Ministerio de Agricultura de la Nación que colaboró con estas mujeres para la formulación y presentación del proyecto, Micaela Cortada, señaló que “así se aborda la problemática también desde el aspecto laboral, ya que una vez que las mujeres se marchen del refugio, lo harán con un conocimiento que les permitirá autovalerse”. Otro proyecto seleccionado fue de mujeres pescadoras de San Pedro. En este caso se priorizó la pesca artesanal, actividad que nunca se financia. El proyecto tiene un doble impacto: económico y social, pues al preservar una actividad artesanal -casi en vías de extinción- funciona como pilar de arraigo, evitando que las familias abandonen el lugar y que las mujeres terminen trabajando en casas de familia. Como dato que demuestra la invisibilidad en que se encuentran las pescadoras de río, Micaela Cortada comentó que los pescadores hicieron un poco de revuelo cuando se enteraron que el financiamiento sería recibido por las mujeres. “Ellos no podían entender que las mujeres pescan, hacen las redes, conocen el oficio igual que ellos, que en muchos casos lo único que hacen, es llevar el pescado al pueblo”. La mayoría de los proyectos son de mujeres que se dedican a la horticultura, en el cordón hortícola de La Plata; también accedieron mujeres que se dedican al cultivo de papas y cebollas en Buratovich, al sur de la provincia de Buenos Aires. Para fomentar la producción con valor agregado, la Dirección de Industrias y Productos Alimenticios del Ministerio de Desarrollo Agrario aprobó la Resolución de Pequeñas Unidades Productivas de Alimentos Artesanales (P.U.P.As), es decir la habilitación de pequeñas cocinas que cumplen con todas las exigencias en materia de seguridad e higiene, entonces con el registro de la cocina y del producto “los productores tienen tránsito federal”. Con sentido de realidad, Nadie Dubrovsky señaló que “aunque los productos no estén formalizados, se comercializan igual, entonces es mejor formalizarlos y controlarlos. Nosotros no somos partidarios de la prohibición, sino de la inclusión. Trabajamos en conjunto para la regulación, acercando la normativa a la realidad que pueda cumplimentar el sector y acompañándolo para que avance hacia la normativa”. Todas estas herramientas van acompañadas de canales de comercialización: Mercados Bonaerenses, ferias, mercados mayoristas, ya que es necesario desarmar las cadenas de intermediarios que “no diferencian un producto tradicional de otro agroecológico y le pagan muy mal al productor. Y además en muchas ocasiones llega al consumidor con precios de élite”. Efectivamente, los productores de la agricultura familiar y campesina tienen muchas dificultades para acceder a los mercados locales, entre otras cosas porque los municipios no alientan ni el comercio justo ni el consumo responsable. La agroecología se enmarca en la soberanía alimentaria, en consecuencia, no es sólo el no uso de agroquímicos, es también el acceso a alimentos producidos localmente que tendrán, por lo tanto, baja huella de carbono, es la posibilidad de elegir qué se consume, es un producto pensado con dimensión social por eso no puede tener precio de élite. Hay muchísimos consumidores ávidos por comer productos sanos y locales y “esto es fundamental para traccionar ordenanzas de producción agroecológica, de regularización de uso de agroquímicos, de mercados locales. La organización social en cada territorio es lo que puede motorizar cambios”, concluyó Nadia Dubrovsky. La ciudadanía y las condiciones de post pandemia reclaman el fortalecimiento de la economía local y la producción agroecológica, por lo tanto, intendentes y legisladores tienen mucho trabajo por realizar y las mujeres y hombres que trabajan por un mundo mejor tienen mucho por militar.
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