Dudas
-He sacado el antiguo sueño de la caja como sacas tú el sombrero
cuando te pones el traje de muchos botones
cuando agarras el conejo por las orejas
cuando regresas de cacería
como eliges la flor de la maleza
y al amigo de entre los cortesanos.
Mira lo que me pasó
cuando llegó la noche lentamente como una cucaracha
buena para muchos como remedio, cuando enciendo
en el alma el fuego de los versos
me acosté. El sueño es el jardín preparado para las dudas
no sabes lo que es verdad, lo que no lo es
te parece que es un ladrón y lo fusilas
y después te comunican que ha sido un soldado
así ocurrió conmigo exactamente
por esto te llamé para decirme -sin error
lo que es verdad- lo que no lo es
Inscripción sobre un sepulcro
Y sentía tu alma pulcra y triste
como sientes la luna que se desliza calladamente
detrás de los visillos corridos.
Y sentía tu alma pobre y encogida,
como un mendigo, con la mano tendida delante de la puerta,
sin atreverse a llamar y entrar,
y sentía tu alma frágil y humilde
como una lágrima vacilando en el borde de los párpados,
y sentía tu alma ceñida y húmeda por el dolor
como un pañuelo en la mano en el cual gotean lágrimas,
y hoy, cuando mi alma quiere perderse en la noche,
solamente tu recuerdo lo detiene
con invisibles dedos de fantasma
Viaje
Derrúmbate casa tardía
sobre la tumba de una muchacha;
por el humo lentamente deshilachado
por el cielo manchado y por las gallinas presurosas,
la lluvia nos envía señales
quisieras encontrar pobres con canas para darles limosna
Tus ojos son demasiado grandes, tus labios están fríos
Preguntas raras veces al espejo si eres de su agrado
Aquí hay cuatro hombres decididos a irse
hacia cuatro lugares desconocidos
En el camino hay plantaciones de amapolas, hay chopos por relámpagos
Hay puentes echados sobre ríos imperiales
sobre arena amarilla como el azufre donde no crecen
ni las malas hierbas en las faldas de las montañas hay aldeas nuevas y limpias
con aves en el corral, con frutas en los jardines
con campanarios, molinos de viento, patios de terratenientes
al borde de la tierra las colinas están rotas
hay trilladoras y graneros con cereales
En la pequeña estación donde bajaremos nosotros solos
nos está esperando el viejo cochero
me preguntarás por aldeas y ventas en el camino
por cosas a las que no te contestaré porque no lo sé
Viviremos en una casa con tejado de junco
en el que anidan las cigüeñas
recibiremos huéspedes, visitaremos al alcalde, la escuela
haremos colección con los insectos del cielo
En nuestro bosque hay osos, ardillas, ciervos.
La casa del guardabosques está vacía
desde ahí veremos toda la aldea
y esperaremos el correo de Dumbraveni.
Estoy viajando, sin fin, en este tren con una enferma de nervios
como no se salva uno de la profundidad de las ciénagas y de las malas hierbas.
Tristeza doméstica
I
En la semilla de la azucena
te enterré serenamente
nos hemos amado en campanarios arruinados
los años se destraman
como los encajes viejos.
Te estoy buscando en todas partes Señor
pero tú sabes que es poca cosa
te enterré en un mes de noviembre
cuando pasaban las alumnas para almorzar
pero no sabían que estabas en el carruaje
porque habrían llorado.
Como se vienen abajo los diques vencidos
dejando caer el dolor en los padres
de papel, tu carne vieja
¿cómo tiene que ser? -amarilla y triste
y te amé dentro del violín de los buenos modales.
El otoño extendió sobre el país la llaga
se desabotonó lentamente los pechos
y se abrirá más el vestido
como el violín del barco destrozado por los dueños
abrirá en el cuerpo de sangre la carne
que me está llamando.
Nos hemos paseado tantas veces por el malecón
bajo el viento que trae barcos pintados de cal
y clava en la ceniza de los pulmones el gancho
pero el malecón es un sendero del caracol
que habita en el corazón del Señor.
Mis pensamientos se van --como ovejas al pasto- sin fin
Lloran en la flauta por las llanuras tristes fragmentos de biografía
Me ahogo en la desesperanza de los fenómenos sísmicos
y por las calles huye el viento cual perro apedreado
II
Los astrólogos tienen encuentros secretos
dentro de un cuarto del emperador como panal de miel
donde construyen sucesos anticipados al futuro
para convertir el amor en dolor.
III
El caballo engulle la serpiente de la noche
el jardín se puso medallas de emperador
estrellado traje de novia -deja
que te mate en los infinitos, durante la noche, la carne fiel
la loca de la aldea incuba hazmerreíres para el palacio.
Si hubieses sido costurera o no, esto no me importa
Si hubieses sido costurera o no, esto no me importa
Amor provinciano al tanto con la vida literaria
Tu alma es tan pura y bien informada -esta es
la parte principal para el canto sentimental
Amor repartido entre visitas con discusiones y charlas
Esperaba que te dijera con dicción mi declaración
que encuentre el instante propicio para comparaciones adecuadas
versificadas según antiguas reglas como las flores del jardín
Te has engañado te has engañado, lo esperado no se ha cumplido
Pensabas que me avergüenzo de empezar con un trémolo de mandolinas
Si supieras lo que pasó -estoy enamorado solamente de ti
Nos hemos buscado y estoy muy contento de habernos amado sin principio y sin fin
La primavera se pasea en carroza, yo vengo a caballo
Cantante de nuevas cuerdas del campo y traigo al perro el ladrillo del atardecer
que recibe a su rey vencedor con flores y mozas.
Tristan Tzara, nació como Samuel Rosenstock el 16 de abril de 1896, en Moinesti, en el distrito de Bacu, Rumania, y falleció en París durante la navidad de 1963. Rumano de origen judío, fue un artista francés cultor de la poesía y el ensayo, precursor del llamado movimiento dadaísta, fundamentalmente impulsado a ridiculizar y declararse en contra de todo orden establecido en el arte y en el sentido común burgués reinante en esa época; e incluso a sospechar del mismo movimiento.
Antecesor del surrealismo, Tzara fue una presencia esencial en la vanguardia poética de principios del siglo pasado, y es considerado el máximo exponente del revolucionario movimiento dadá, generador de casi todos los demás movimientos posteriores, imposible de encasillar o explicar incluso hasta nuestros días. Marcó un punto de inflexión en el absurdo e incoherente mundo regido por las creencias y tradiciones, donde reinaban las aristocracias y el estilo europeo era tan reverenciado como la pertenencia a la raza blanca; todo esto quedó sepultado en las trincheras, bajo el fuego y la sangre derramada en medio de la primera guerra mundial, que llevó a la desilusión y al descrédito al orden imperante, mientras deslumbraba casi naturalmente la aparición del anticanónico dadaísmo, expresándose a través de distintas manifestaciones del arte por exponentes como el mismo Tristán Tzara, Sophie Taeuber, Hans Arp, Francis Picabia o Hugo Ball en el Cabaret Voltaire -centro experimental de vanguardia, donde se debatía sobre política y se ensayaban las tendencias artísticas en pleno desarrollo y ebullición- de la neutral ciudad de Zurich. También, y al mismo tiempo, en Rusia y otras partes de Europa, no pocos artistas perturbaban el orden burgués con técnicas similares. Sobre todo al término de la guerra, el movimiento dadá, que abrió paso a todo lo que después se calificaría como moderno, se esparció más ampliamente por toda Europa, a través de figuras como Marcel Duchamp, Max Ernst o Man Ray. Por la época en que surgía esta tendencia, Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) vivió en Zurich y se alojaba cerca del Cabaret Voltaire, y posiblemente haya visitado lugares a los que concurrían los dadaístas; algunas versiones dicen que conoció a Tzara, quién claramente compartiría parecidos criterios sobre las injusticias, mientras éste los enfrentaba por medio de prácticas artísticas como el absurdo, la libido, la espontaneidad y el caos, el otro lo hacía a través de la razón, la capacidad organizativa de las estructurales sociales y los métodos necesarios para la práctica política. Años más tarde el poeta suscribiría a los ideales comunistas. Después de instalado en París, Tzara se relacionó, entre otros, con Paul Eluard y André Bretón, quienes serían parte vital de la vanguardia surrealista a la que él no adhirió de forma definitiva. Siguió en la estética dadá, comenzó a tener una actitud más militante y se involucró políticamente, siempre intentando conciliar su arte poética a los ideales marxistas que adoptó; en 1936 se afilió al Partido Comunista. Participó activamente en la Resistencia Francesa durante la segunda guerra mundial y, después de esa vital experiencia, su poesía fue evolucionando y tomó perfiles más reflexivos, aunque siempre conservó en sus poemas el método de la escritura automática, expresándose a través del collage, la arbitraria fusión de palabras, el fluir espontaneo de ideas y la producción de imágenes poéticas irreales y alucinantes que lo acercaban al surrealismo, pero siempre conservando la personalísima concepción originaria del arte -con el carácter de rechazo a todo sentido burgués-, de la cual nunca se apartó, como sí lo hizo del partido en 1956, cuando Hungría fue invadida por las tropas soviéticas para apagar la revuelta popular contra el Gobierno. Fue el autor de obras como Primer manifiesto dadá, La antología dadá (Obra colectiva), Siete manifiestos dadá, Sobre nuestros pájaros, El hombre aproximado, Dónde beben los lobos, Mediodías ganados, En el ínterin, La huida, El fruto permitido, La rosa y el perro. Más convencional que en su juventud, su poesía nunca careció de la distinguida complejidad dadísta. Con estos poemas, desde Revista H, homenajeamos al poeta vanguardista en el mes aniversario de su nacimiento. A priori, es decir con los ojos cerrados, Dadá sitúa antes de la acción y por encima de todo a La Duda. DADÁ duda de todo. Dadá es tatú. Todo es Dadá. Desconfíen de Dadá. Tristan Tzara, de: Siete manifiestos dadá
-He sacado el antiguo sueño de la caja como sacas tú el sombrero Mira lo que me pasó Inscripción sobre un sepulcro Y sentía tu alma pulcra y triste Viaje Derrúmbate casa tardía Tus ojos son demasiado grandes, tus labios están fríos En el camino hay plantaciones de amapolas, hay chopos por relámpagos En la pequeña estación donde bajaremos nosotros solos Viviremos en una casa con tejado de junco
Tristeza doméstica Te estoy buscando en todas partes Señor Como se vienen abajo los diques vencidos El otoño extendió sobre el país la llaga Nos hemos paseado tantas veces por el malecón Mis pensamientos se van --como ovejas al pasto- sin fin II III la loca de la aldea incuba hazmerreíres para el palacio.
Si hubieses sido costurera o no, esto no me importa |
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